Se mudó a Villa Castells por tranquilidad y le robaron 3 veces

Sofía se mudó a Villa Castells hace solamente cuatro meses. “Con lo justo como para poder instalarme, todavía sin alarma y sin poder hacer el cerramiento perimetral, solamente con un alambrado”, explicó. Los ladrones del barrio se metieron a robar allí tres veces en los últimos 40 días. Por lo que se sospecha en la zona, son los adultos los que mandan a los menores a revisar la situación e incluso a meterse por resquicios para que luego los otros hagan lo suyo.

Cada vez que irrumpieron en su domicilio de 493 entre 2 y 3, los intrusos lo hicieron cuando no había nadie, lo que da la idea de que habrían estado controlando los movimientos de la víctima. Al menos así lo cree ella.

Las primeras dos veces ocurrieron en la primera quincena de enero: Sofía estaba de vacaciones. Los delincuentes rompieron el herraje de la ventana de una habitación. Eligieron ese lugar a propósito, porque ahí “no los pueden ver desde la calle ni de las casas de al lado”, aseguró la mujer.

Ella no había dejado nada de plata para prevenirse de algo así. En la casa había televisores, “pero no se los llevaron porque son pesados”, supuso. Entonces, los ladrones arrasaron con todos los artículos de electrónica que encontraron: computadoras, celulares y tablets. También se robaron un horno eléctrico, ropa y calzado.

Eso ocurrió el 9 de enero. Al otro día volvieron por lo que les había faltado, pero un testigo los descubrió y los ahuyentó.

La segunda vez se metieron haciendo un boquete en un vidrio reforzado, de seguridad. “Era un agujero chico, donde solamente entra un chico”, describió Sofía. A partir de eso empezó a elucubrar la teoría de que los menores son quienes van a la primera línea de acción, para abrirle paso a personas más grandes: “Encontramos pisadas de adultos dentro de la casa”, sostuvo ella.

En el último hecho, el sábado, esperaron a que la mujer se fuera para entrar a robarle máquinas de cortar el pasto, lo único que quedaba. Sofía pidió más prevención.