Cuando las redes potencian malentendidos y cortocircuitos
| 11 de Mayo de 2016 | 02:42

Puede ser un comentario en el grupo de WhatsApp de padres del colegio, una broma que no se llegó a interpretar bien en el mensaje de texto o incluso la costumbre de no quitar un instante los ojos de la pantallita del celular. Sea lo que sea, cada vez son más los que coinciden en que, pese al espíritu original de muchas herramientas o dispositivos, las nuevas tecnologías también ayudan a disparar conflictos, celos, malentendidos y hasta rabiosos enojos en las relaciones actuales.
La forma en que la gente se relaciona cara a cara, se sabe, cambió de un tiempo a esta parte hacia modalidades virtuales: rupturas por interacciones en redes sociales o malentendidos en diálogos por WhatsApp son parte de un menú surgido del “mayor alcance y rapidez que facilita la tecnología”, según explica Laura Jurkowski, psicóloga y fundadora del centro de tratamiento de adicciones a Internet Reconectarse.
“El uso de Internet y redes sociales incentiva la falta de contacto humano y constituye un escudo para las personalidades con mayor dificultad en el área social”
“Existe un fenómeno cada vez más observado, conocido con el nombre -en inglés- de ‘phubbing’, que se define como la acción de ignorar al otro que tenemos en frente por prestar atención al teléfono celular”, detalla Jurkowski. Esta acción, junto a otros comportamientos de interacción con dispositivos tecnológicos, puede generar algunos inconvenientes. Inclusive, aseguran, pueden llegar a provocar rupturas en relaciones tanto de amistad como de pareja, y presenta diversas formas.
Claro que no todo es culpa de la tecnología. “Son reacciones, acciones o emociones -indica la especialista- que se agregan a las que ya se daban en las relaciones cara a cara, solo que ahora se presentan con las características propias del marco virtual”.
En el caso de WhatsApp, por ejemplo, “pasa a veces que la forma en que el receptor interpreta un mensaje difiere de la entonación que intentó ponerle el que lo escribió y ahí se generan malentendidos”, precisa la experta, quien detalla además que, cuando se forman grupos en este servicio de mensajería, en algunos casos se da una suerte de “dependencia por ver cuál es la reacción de otro miembro a partir del comentario que uno hace, o hasta también aparecen celos y competencia”.
Un capítulo aparte merece el tema de los grupos de WhatsApp, cada vez más común entre padres de colegio y, se coincide, también disparador de innumerables protestas entre muchos de esos propios padres, quienes se quejan que lo que debiera ser una red para compartir información importante acerca de los chicos, termina siendo la excusa perfecta para hablar de cualquier cosa menos de los nenes.
El tema se ha tornado tan repetido y común en los tiempos que corren, que en los últimos días un colegio difundió algunas pautas a respetar en esa plataforma virtual. Fue el Colegio Beth de Palermo, cuyas autoridades hicieron circular -por WhatsApp, claro- un mensaje oficial de la institución en el que se pedía: “Información sí, chismes no”.
Entre otras cosas, el mensaje pedía: “Respondé solo si aportás algo”, “pensá dos veces antes de escribir” y “no exageres con los emoticones”. La idea fue también compartida en la cuenta oficial de Facebook, donde rápidamente se viralizó y trascendió las paredes del colegio. Alcanzó a más de 288 mil personas y fue compartido casi 3 mil veces.
“Cuando uno se empieza a ir por las ramas o a decir cosas que no corresponden, alguien pone este post, para cortarlo. Se usa como escudo”, aseguró Alejandra Mizrahi, directora del colegio. “En la escuela hay un grupo de ‘mamás conectoras’. Son dos madres por grado, que una vez por mes se reúnen con el equipo de dirección y trabajamos sobre distintas temáticas. El mes pasado, el tema fue el uso del WhatsApp y qué impacto tiene en el aula todo eso que circula entre los adultos en la virtualidad”, agregó.
Pero los servicios de mensajería no son los únicos que pueden generar chispazos. Las interacciones virtuales, por ejemplo en redes sociales, también pueden interferir en las relaciones de parejas o amistad en detrimento del vínculo cara a cara.
“A veces sucede que una persona le está contando algo muy angustiada a un amigo, y éste último se pone a chequear Facebook en la mitad de la conversación”, ejemplifica Jurkowski.
Por eso, la psicóloga recomendó “respetar los momentos en los que uno está conectado a Internet y los que no está conectado”, y además recalcó “no perder los vínculos cara a cara porque incluye sentidos que de otra forma no se dan”.
Algo similar es lo que opina Giselle Bordoy, docente de la Cátedra Datos de la carrera de Comunicación de la UBA y para quien “no es casual que Facebook haya incorporado nuevas reacciones al clásico ‘me gusta’ para ampliar nuestras posibilidades de comunicación en redes sociales”.
Para la psicóloga Claudia Vitale, en tanto, el uso de Internet y redes sociales “incentiva la falta de contacto humano y constituye un escudo para las personalidades con mayor dificultad en el área social, que trae como consecuencia la disminución de la calidad de las relaciones, mayor grado de superficialidad y desapego”.
Según la experta, tras la llegada de la Web se perciben nuevos problemas y desafíos en el consultorio: “La adicción a las redes, la dificultad de pacientes con personalidades evitativas para establecer relaciones reales que implican moverse de la casa y la mayor cantidad de infidelidades gracias a las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías”.
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