Los mosquitos del frío vuelven con otra invasión
Edición Impresa | 5 de Junio de 2017 | 01:50

Irrumpieron en la última semana de abril, y ya nunca se fueron. Lejos de eso, los mosquitos se renuevan a pesar de las jornadas cada vez más frías y atacan sin piedad. Los molestos intrusos sorprenden a los habitantes de la Región en los lugares más inesperados -en pasillos, dentro de los coches, en oficinas-, y también en los tradicionales: los jardines y espacios verdes albergan enjambres enormes.
Adaptados para tolerar el frío, longevos y agresivos, los mosquitos son una pesadilla que sin embargo, en este caso no acarrea consigo la posibilidad del contagio masivo de enfermedades. A diferencia del temido Aedes aegypti, el actualmente omnipresente Ochlerotatus albifasciatus (apodado mosquito “de inundación” o “charquero”) no es considerado vector del dengue o chikungunya.
Los especialistas advierten que más allá del efecto que puedan tener sobre la población adulta de los insectos eventuales fumigaciones, el mejor consejo es mantener a mano un frasco de repelente, usar ropas claras y armarse de paciencia.
“Esta especie de mosquito no tiene chance de reproducirse una vez en las casas, está en el lugar equivocado”, asegura Nicolás Schweigmann, especialista del Conicet, miembro del Grupo de Estudio de Mosquitos de la UBA y uno de los autores del flamante libro “Investigaciones sobre mosquitos de Argentina”.
FUMIGACION
Schweigmann aclara que “esos mosquitos están condenados a morir, ya que no pueden reproducirse en ámbitos urbanos” pero advierte que “es importante que las autoridades fumiguen los parques y que los charcos después de cada lluvia no duren másde una semana, porque son los lugares donde los insectos ponen sus huevos”.
El investigador subraya que “debe mantenerse el pasto corto en los parques y plazas, ya que los mosquitos se esconden en la vegetación y eso aumenta sus probabilidades de supervivencia”.
“Los ochlerotatus están habitualmente asociados con las temporadas de lluvias de otoño y primavera” detalla Victoria Micieli, investigadora del Centro de Estudios Parasitológicos y Vectores (CEPAVE) de la Universidad Nacional de La Plata: “prefieren los veinte grados a los treinta en los que están cómodas otras especies. Suelen aflorar en zonas rurales anegadas, y avanzar sobre las ciudades”.
Micieli indica que “aparecen todos juntos, en grandes oleadas, porque su evolución es sincrónica: los huevos, que pueden tolerar condiciones de sequedad bastante severas, se hidratan al mismo tiempo y las larvas van pasando de estado al unísono. Primero empiezan a revolotear los machos, y luego salen las hembras, que son muy activas y agresivas. Pueden vivir más de un mes mientras otros mosquitos no lo hacen más de dos o tres semanas”.
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