Sigue la ola de actos vandálicos contra los institutos educativos

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Una vez más un instituto educativo de nuestra ciudad fue atacado por una patota de jóvenes que rompió a piedrazos una de las puertas ventana de entrada, aparentemente con la intención de robar, aún cuando la presencia de un empleado hizo desistir a los vándalos. En esta oportunidad fue el Instituto de Fisiología Vegetal –que realiza trabajos para las facultades de la Universidad Nacional de La Plata y otras del país, así como para el Conicet- el que recibió ese ataque.

Cabe señalar que en abril pasado el instituto ya había sido virtualmente arrasado por delincuentes que, además de robar diversos efectos, causaron una serie de daños en distintas dependencias del edificio ubicado en diagonal 113 entre 117 y 61, una zona en la que se encuentran distintas sedes universitarias y otras pertenecientes al polo tecnológico.

Según se informó en la nota publicada en este diario, una de las investigadoras del centro, aseguró que en esa zona hay muchos robos. Dijo que menudean los asaltos a peatones y que es también frecuente ver que los delincuentes rompen las ventanas de los autos para llevarse lo que encuentran en el interior de los vehículos.

Reseñó que después del robo de abril, la Universidad decidió proteger con rejas al Instituto y que, además, los sorprendió la reacción de los menores que atacaron el edificio que, al ver que había un empleado, en vez de salir corriendo lo desafiaron y al mismo tiempo arrojaron las piedras que causaron las roturas de la puerta ventana.

Correspondería considerar que, cuando se crearon en la Provincia los cuerpos de policía local, se entendió que se ocuparían, justamente, de prevenir estos episodios. Sin embargo los ataques de esta naturaleza, seguidos de daños o inclusive de robos, siguieron presentándose con la misma o con mayor frecuencia, sin que tampoco hayan podido esclarecerse episodios ocurridos anteriormente. Es evidente que ha sido escasa, por no decir nula, la respuesta policial.

Tal conclusión es preocupante, en la medida que deja a la vista que los nuevos cuerpos de seguridad –así como también, la fuerza policial- no realizan las mínimas tareas de inteligencia que hacen falta para identificar a los menores que actúan en patotas y que delinquen cada vez con mayor impunidad en los distintos vecindarios.

En cualquier barrio los vecinos conocen casi a la perfección en donde se encuentran esos delincuentes y las fuerzas de seguridad podrían valerse de ese conocimiento, para sofocar la actividad delictiva de esos grupos.

Mientras el Estado no extreme la presencia de mecanismos de prevención más eficaces, reforzando además la custodia de instituciones que, como las educativas, merecen el mejor de los resguardos, tales establecimientos seguirán permaneciendo en la situación de constante indefensión en la que hoy se encuentran.

Asimismo, debieran intensificarse las acciones concretas de la policía, destinadas a identificar y detener a los autores de la oleada de actos vandálicos, convertidos hoy en un flagelo que lastima al cuerpo de la sociedad.

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