Se debe hacer crecer y jerarquizar en la Provincia la profesión de la enfermería

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No dejaron de causar lógica preocupación los datos oficiales y también provenientes del sector privado, demostrativos del pronunciado déficit de enfermeros que se registra en la Provincia. Y así lo ha vuelto a certificar un relevamiento realizado y recientemente publicado en este diario, revelador de que en los hospitales bonaerenses faltan cerca de 50 mil enfermeros.

Tal referencia se encuentra contenida en un estudio presentado por el Observatorio Sindical de la Salud Argentina (OSINSA) que, para el orden nacional, estima una demanda insatisfecha de casi 100 mil enfermeros. Teniendo en cuenta la gravitación de Buenos Aires en las variables estadísticas, el organismo concluye que en territorio bonaerense faltan más de 45 mil enfermeros para cubrir los estándares internacionales y para nivelar la relación “médico-enfermero” acorde con el número de población de la Provincia.

Las referencias ofrecidas en el marco del Día de la Sanidad se vieron acompañadas por informaciones acerca de los distintos planes de capacitación destinados a la formación de los futuros enfermeros y de otros trabajadores en el área de la salud. En este sentido, además de la formación específica en enfermería, se indicó que la mira también está puesta en otros servicios, como son los de atención al público, limpieza, emergencias, atención domiciliaria o atención gerontológica, según detallaron dirigentes de entidades sociales.

Se enfatizó en que la vocación por cuidar la salud del paciente, aliviar su dolor y acompañarlo en la recuperación, son valores que ennoblecen a los trabajadores de la sanidad, una actividad en la que, a la vez, es cada día más imprescindible una constante formación. En un mundo de cambios vertiginosos y constantes, estar “al día” les permite fortalecer sus conocimientos en las distintas especialidades y ponerlos a disposición del paciente, ofreciéndole un mejor modelo de atención.

El problema no es nuevo y responde a diversas causas, pero lo cierto es que se ha llegado –hace años ya- a un punto extremo, del cual sólo cabe salir, en primer lugar para que el sistema sanitario no colapse. Camas vacías por falta de enfermeros, pabellones que cuentan con sólo un enfermero, la relación cuantitativa médico-enfermeras completamente deformada, personal desbordado por una pesada sobrecarga laboral, son sólo algunas de las realidades que se viven cotidianamente en los casi ochenta hospitales públicos de nuestra provincia.

Estudios realizados en 2009 advirtieron que en diez años se podían ver agotados los profesionales de esta disciplina, teniendo en cuenta que su promedio de edad en la Provincia era de 47 años y un importante número se jubila a los 50 ya que esa edad es el tope, por considerarse al trabajo que desempeñan como insalubre.

Está claro que no será tarea sencilla ni tampoco se logrará, de la noche a la mañana, aumentar los planteles de enfermería, aún cuando parece que se está en un buen camino. Para ello será preciso persistir en los programas relanzados y procurar, al mismo tiempo, los incentivos económicos del caso.

Es de esperar, entonces, que se promuevan todas aquellas políticas y medidas concretas que apunten a jerarquizar, mediante los reconocimientos que sean del caso, una disciplina tan imprescindible y valiosa como es la de la enfermería.

 

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