Ni las quintas, ni el campo: la ola de delitos arrasó hasta con la “paz” de la zona rural

Edición Impresa

La sucesión de entraderas y escruches dejó de ser un peligro limitado a las zonas urbanas. Ya no hay paz ni en el campo, ni en la zona de quintas y alrededores de las localidades periféricas, que tradicionalmente pintaban una postal bucólica, alejada de los peligros de la Ciudad.

La pesadilla que vivió Ulises en una casa que limita con establecimientos hortícolas en Abasto tiene un antecedente cercano en un área similar de Olmos. El sábado por la noche, en una quinta ubicada a pocas cuadras del centro de Olmos, cuatro ladrones rompieron la puerta a patadas e hicieron un disparo que rozó la cabeza del dueño. A su esposa le pegaron varios culatazos y tomaron de rehén a un niño de 2 años hasta que huyeron con 15 mil pesos.

Quince días antes, en una quinta ubicada a la altura del kilómetro 61,5 de la Ruta 2, en Etcheverry, una familia fue sorprendida a medianoche por una banda de delincuentes que buscaba un millón de pesos en una casa donde no había más de 10 mil. En un descuido de los ladrones, el matrimonio pudo escapar y pedir ayuda. Al día siguiente, otra madrugada de terror en Abasto: una familia fue asaltada en su casa de 427 entre 230 y 231. Les robaron 13 mil dólares, una escopeta y una Toyota Hilux.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE