“Bird Box” en Netflix: Sandra Bullock brilla en un fin del mundo sin tantas ideas originales

Susanne Bier debuta en el cine de género con una historia que engancha, aunque repite varios lugares comunes

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Pedro Garay

pgaray@eldia.com

La ciencia ficción se ha convertido en uno de los géneros más visitados por los grandes estudios de Hollywood: la espectacularidad intrínseca de los futuros ultratecnológicos y los explosivos conflictos del porvenir imaginado provocan en el espectador ese efecto de “mejor verla en salas” que los estudios tradicionales han usado como estrategia para sobrevivir en tiempos de multiplicidad de pantallas y proliferación de ofertas desde el sillón.

Y dentro de ese género prolífico en el siglo XXI, un subgénero se ha erigido como el favorito: la ficción posapocalíptica.

Hay algo fascinante en explorar escenarios urbanos, familiares para la audiencia, que de repente quedan desiertos y devastados por la muerte y la destrucción, algo que descubrió hace tiempo Danny Boyle en “Exterminio”.

Pero antes, parece haber una especie de clima de época, de fin de los tiempos relacionado al calentamiento global, la destrucción de la naturaleza y el avance de ciertas tendencias políticas que parecen llevar incluso a cineastas de los llamados “autores” a volcarse al género del fin del mundo: este año, por ejemplo, el cineasta argentino Iván Fund llevó al cine una historia sobre un grupo de niños cuyos padres se quedan dormidos y no despiertan. Las aventuras de estos chicos reminiscentes a aquellos de “Cuenta conmigo” y los momentos más espectaculares de “Stranger Things”, narradas por Fund con sutileza e inocencia, se pueden ver en “Vendrán lluvias suaves”, disponible en Qubit.

Susanne Bier es otro de esos “autores” que se han entregado al posapocalipsis: en un año que ha tenido este año varias entradas al subgénero, incluyendo “Ready Player One” de Spielberg, una fallida adaptación de “Farenheit 451” realizada por HBO, las celebradas por la crítica “I think we are alone now” y “Un lugar en silencio” y un par de propuestas de Netflix como “Rain”, “Cargo” y “Mute”, que parecen señalar que el subgénero anda bien en la plataforma, se sumó ayer a la lista “Bird Box”, película estrenada en Netflix y dirigida por la prestigiosa danesa ganadora del Oscar por “En un mundo mejor” y del Globo de Oro por “The Night Manager”.

La prolífica cineasta de “Corazones abiertos” y “Las cosas que perdimos en el fuego” dirige a Sandra Bullock, otra vez revelándose como una de las grandes actrices de su generación, que en “Bird Box” interpreta a una mujer que intenta guiar a sus dos hijos a la salvación luego de que un misterioso “algo” invisible mata a casi toda la población. El arma de este enemigo es visual, por lo que los personajes pasan buena parte de su tiempo al aire libre con los ojos tapados.

La propuesta de Bier, con guion del codiciado Eric Heisserer (“La llegada”) tiene en su premisa la idea de la privación de un sentido explorada este año en “Un lugar en silencio” (entonces era la voz, ahora es la vista) que funciona como un dispositivo para generar suspenso: el espectador se mueve junto a esos personajes con los ojos tapados y vive el mismo suspenso, el mismo miedo de no saber qué hat delante, que ellos atraviesan.

En este sentido, la dirección de Bier funciona: aunque la resolución es esperable y la historia narrada en dos tiempos asome como un capricho de guion, una forma de generar situaciones límite una atrás de otra, antes que algo integral a la historia, los “set pieces” de acción y persecución a ciegas resultan atrapantes, acompañados por las hipnóticas músicas de Trent Reznor y Atticus Ross.

Y Sandra Bullock, en una película hecha a su medida, aporta el corazón a esas escenas sucesivas de corridas con los ojos tapados y enemigos invisibles, con una performance convincente, primero como una mujer distante, reticente a conectar con el mundo, y como una madre reticente luego, intentando poner a salvo a sus hijos.

Y es allí donde la película muestra algunas flaquezas, en la falta de desarrollo de los conceptos y las ideas: Bullock brilla, pero el reparto, riquísimo en nombres (Trevante Rhodes, Tom Hollander, Sarah Paulson, John Malkovich) apenas tiene espacio para ser más que un lugarteniente de las necesidades de Malorie (el personaje protagonista) en la trama; al final, el universo y el enemigo invisible parece estar al servicio del crecimiento emocional de Malorie, la metáfora se revela como un truco de guion para explorar ciertos conceptos; conceptos, como los de maternidad y conexión emocional en el siglo XXI, la solidaridad en tiempos de crisis o la superación de traumas a partir del amor, que para colmo están apenas explorados en el guion con un par de frases subrayadas, son temas tocados sin profundidad, un poco de manual; y también de manual es, de hecho, la exploración de los lugares del subgénero, con algo de “The Leftovers”, el viento asesino y misterioso de “The Happening”, la privación de los sentidos de “Un lugar en silencio”, pero pocas ideas originales o vueltas de tuerca.

Todo en “Bird Box” asoma un poco desganado o perezoso, con buenos momentos y una historia que atrapa, pero la sensación final de ya haber visto este tipo de planteos varias veces.

(*** BUENA)

 

 

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