Pablo, el veterinario que le da batalla al veneno

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Pablo Trillo, veterinario establecido en Ignacio Correas, sabe que cuando escucha el grito desde afuera con su nombre es que un perro cayó en la trampa del envenenador y su dueño lo trae desesperado para ver si el profesional lo puede salvar. Es que de hecho, aunque no atiende en el pueblo, improvisó hace unos años un consultorio en el garaje de su casa -una de las primeras no bien se entra por la calle principal- y ahí, por temporadas según el accionar de los responsables de las matanzas de animales, trata a las mascotas intoxicadas con carbofurano. El año “pico” de los envenenamientos masivos fue 2013, según recuerda Trillo. “Atendí como a 40”, señala a la vez que aclara que aunque muchos de los animales que llegan a sus manos terminan falleciendo a los minutos o incluso a los dos o tres días, a muchos les hace efecto el antídoto y mejoran. El tiene una dogo que ingirió veneno en dos oportunidades y por fortuna pudo salvarla. “Acá hay muchos vecinos con perros que fueron atacados más de una vez”, añade el veterinario al tiempo que remarca que “todos vivimos un poco asustados; si nuestras mascotas salen a la calle y tardan más de 5 minutos en volver, ya nos preocupamos”.

El especialista explicó que los animales envenenados con carbofurano en 15 minutos manifiestan los primeros síntomas: temblor, debilidad muscular y caída del tren posterior; luego comienza a hipersalivar; se le llena el pulmón de secreciones y termina asfixiado.

 

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