El Gobierno, ante el desafío de tranquilizar los mercados y de recrear la confianza

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Ricardo Rosales

 

La Argentina vive una sensación de vértigo provocada por la suba imparable del dólar desde mayo, que se transfiere a la economía y la política, con cambios y más anuncios que no logran recrear un piso de confianza que devuelva algo de tranquilidad a los mercados y a la sociedad. El inicio de la crisis se puede atribuir a cuestiones económicas, es más, algunos dirán que era inevitable que una crisis ocurriera en algún momento, pero el ahondamiento de las dificultades se debe explicar por las conductas políticas. Los problemas que el presidente Mauricio Macri imaginó resolver acudiendo al Fondo Monetario Internacional, aún están lejos de alcanzarse y la colaboración que habría del lado de la oposición aparece cada vez más compleja.

La renuncia del presidente de Banco Central, Federico Sturzenegger, el mismo día de la difusión del “Memorándum de Entendimiento” con el FMI, uno de los funcionarios firmantes de ese acuerdo, aparece arriesgada y con poco espacio para darle una explicación racional. Igual que el rápido reemplazo por Luis Caputo, hasta ese momento Ministro de Finanzas y del nuevo vice de la entidad, Gustavo Cañonero, otro hombre vinculado a las finanzas con experiencia en Wall Street. Las versiones oficiosas ahora mencionan que Sturzenegger tenía fuertes diferencias con el tándem Caputo – Nicolás Dujovne y que finalmente el Presidente decidió pedirle la renuncia. ¿Diferencias con el acuerdo anunciado con el FMI hacia unas pocas horas?

Ahora, con la designación de Caputo, el Gobierno enfrenta otra dificultad adicional a los problemas de credibilidad que arrastra el Banco Central: que el Senado apruebe el pliego como nuevo presidente. Las versiones indican que desde la oficina del senador Miguel Ángel Pichetto, habría surgido una recomendación a Macri que por el momento no envíe nada, porque no saldría. Si esto fuera cierto, Caputo continuaría “en comisión” al frente del Banco Central, legalmente pero en una situación jurídicamente algo precaria. Los banqueros, que se reunieron con Caputo en su primer día de gestión, le pidieron que estabilice el dólar y si bien no trascendió si hubo algún número mágico como meta, no había mucha expectativa de un retroceso a los valores que imaginaba Sturzenegger unas semanas atrás.

El otro proyecto de mayor significado para el oficialismo es la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, que elimina el financiamiento al Tesoro Nacional. ¿Cuándo llegará este proyecto al Congreso y como será recibido por la oposición? No existiría predisposición de peronismo y otras fuerzas de la oposición de dejar pasar esta iniciativa sin más. No es difícil imaginar las opciones clásicas que hecha mano la política: o que Macri pague otro costo político, u obligarlo a negociar con canje en otra ley. Precisamente a ley de Presupuesto 2019 y la negociación con los gobernadores para acordar recortes del gasto, subsidios, reparto de impuestos, salarios públicos, es tan extensa, que daría esas oportunidades. Aunque tampoco tendrá un tránsito tranquilo y sin altibajo con negociaciones que, probablemente obliguen a más de un cambio de los términos genéricos acordados con el FMI.

Los otros cambios de gabinete decididos por el Presidente aparecen con más lógica, aunque quizás tardíos o abriendo otros interrogantes. La salida de Francisco Cabrera de Producción oxigena el clima con los empresarios, especialmente los asociados en la Unión Industrial Argentina, con quienes tenía una relación escasa y se le achacaba poca iniciativa. La novedad del ingreso de Dante Sica como Ministro de Producción, es que a diferencia de su antecesor, defendió un tipo de cambio alto en su primera declaración: es precisamente una de las demandas de los industriales. Sica mencionó un dólar de 28 ó 29 que “deja cómoda a diversas actividades” y una preocupación adicional: que se mantenga a futuro ese nivel de cambio. Es decir, que no se retrase otra vez el precio del dólar. El modelo de gestión está más cerca del dólar alto que hablaba Lavagna en su gestión con Duhalde y luego Kirchner, que del dólar planchado de los dos primeros años de Macri.

El final de Juan José Aranguren al frente del Ministerio de Energía tiene un claro significado político, asediado por las tarifas y la escasa cintura del ministro. Aunque desde el lado económico, la gestión de Aranguren no ha sido cuestionada: es uno de los ejes de la gestión económica anterior y del programa acordado con el FMI, de terminar con los distintos subsidios. ¿El recambio significa algún tipo de retroceso respecto de la decisión de eliminar los subsidios a la energía? ¿Se intentará moderar los ajustes de precios que faltan? ¿O es solo un cambio de caras pero el cronograma continuará sin alteraciones?

“El otro proyecto de mayor significado es la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, que elimina el financiamiento al Tesoro”

 

 

 

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