Diego jugó su propio partido
Edición Impresa | 27 de Junio de 2018 | 03:27

Por WALTER EPÍSCOPO
wepiscopo@eldia.com
Partido no apto para cardíacos fue el de ayer. Cualquier argentino, futbolero o no, estuvo al borde del colapso nervioso. En la tribuna del estadio en San Petersburgo, frente a la tele o en alguna pantalla gigante en cualquier rincón del mundo. Cuánto sufrimiento por Dios. Por eso no fueron exageradas las lágrimas que se derramaron después del agónico golazo del platense Rojo cuando quedaban un puñado de minutos. Fue una jornada inolvidable, intensa. Ayer también se vieron otros rostros, diferentes a los vistos con Islandia y Croacia.
Sin dudas, más allá del triunfo, el pase a Octavos, los goles de Messi y Rojo, quien estuvo en boca de todos fue Diego Maradona. Que empezó a pura sonrisa y terminó con un susto, al descompensarse en el Palco.
La soleada tarde había recibido a Diego de remera azul con la música del Pepo sonando en el estadio y los hinchas cantando. Maradona bailó con hinchas nigerianas. Saludó desde su ubicación y se sacó muchísimas fotos. Jamás dejó de sonreír. Antes de ello, se encontró con su viejo amigo, Guillermo Coppola, se fundieron en un abrazo y se reconciliaron tras varios años.
Las caras conocidas de famosos iban y venían. Ex futbolistas como Ricardo Giusti, Javier Zanetti, Sergio Goycochea, Juan Pablo Sorín y el técnico Gustavo Alfaro, entre otros, se cruzaban con gente del tenis como Gabriela Sabatini y Pico Mónaco, y del ambiente artístico como el actor de nuestra Ciudad, Benjamín Rojas junto a Nicolás Vázquez; ó el cantante Pablo Lescano.
Con el partido en marcha la locura de Diego se acentuó. Se puso un buzo, al rato se lo sacó. Mil y un gestos. Abrió sus brazos mirando el cielo. Cantó y explotó con el gol de Messi. Acompañado de allegados en un momento pareció calmarse y hasta entrecerrar sus ojos.
Con el empate de Nigeria le imploró a Dios, y volvió a explotar con el segundo gol, donde empezó a hacer el gesto de “fuck you” con sus dos manos hacia todos lados.
Con el final del encuentro debieron ayudarlo a retirarse de su ubicación, ingresarlo al Palco y sentarlo en un sillón. Hubo preocupación por su salud. Al rato, Diego, dejó el Estadio y se fue rumbo al hotel. Ya reanimado, en un vuelo privado viajó a Moscú para cumplir con su programa de televisión de la noche.
Maradona jugó su partido aparte. Pasional. Explosivo. Transpirado. A veces con gesto exagerado, pero entregando todo. Como cuando jugaba con el tobillo inflamado y apenas le entraba el botín. Con la argentinidad al palo, a flor de piel. Tómelo o déjelo. Simplemente Diego.
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