Patrimonio de la Humanidad y con fuertes raíces en el país
Edición Impresa | 8 de Julio de 2018 | 08:27

El yoga, una de las más antiguas prácticas saludables de la India, fue declarado hace apenas dos años Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). “El yoga es una práctica que mejora la calidad de las energías vitales mediante la respiración profunda y acrecienta su circulación en las áreas glandulares”, dijo Indra Devi, fallecida en 2002, quien fue la más importante impulsora de la disciplina en Occidente.
En el yoga, el “prana” -la energía que se obtiene con la inhalación del oxígeno- es primordial y durante la práctica llamada pranayama, el yogui dirige el flujo del prana hacia abajo, hacia el plexo pélvico, donde se mezcla con el apana, el aire que se encuentra en el intestino inferior.
Cuando el flujo del prana y del apana se juntan, el canal central de la columna vertebral, en la parte superior de la cabeza, se alcanza el samadhi, la iluminación, lo que es la meta de toda práctica yóguica.
Después de vivir gran parte de su vida en la India, Indra Devi fundó una escuela de yoga en China y difundió la disciplina en Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, México, España y Alemania.
En Argentina, se radicó y vivió para impulsar la práctica hasta su muerte, a 17 días de cumplir los 103 años, el 25 de abril de 2002.
La noticia de que el yoga fue declarado Patrimonio de la Humanidad fue celebrado en su momento por la Federación Argentina de Yoga, una entidad que impulsa la decisión de llevar el yoga a las escuelas de todo el país.
La Federación, miembro del Comité Olímpico Argentino y de la Confederación Argentina de Yoga, cuenta con 40 asociaciones, 400 centros y 10 mil profesores recibidos en la institución.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE