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Revista Domingo |SALUD Y VIDA MODERNA

Hacer yoga, una decisión que toman desde chicos hasta adultos mayores

Los centros donde se realizan los ejercicios de estiramiento y relajación no paran de crecer y sus seguidores forman un público de todas las edades. Beneficios de una práctica en auge permanente

Hacer yoga, una decisión que toman desde chicos hasta adultos mayores

Mirta Burgos es instructora de yoga y admite un crecimiento de la disciplina y una gran variedad de edades entre los alumnos /Gonzalo Calvelo

8 de Julio de 2018 | 08:37
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Alfombrado con tatamis de colores claros en pleno corazón del barrio La Loma, lo que antes era el clásico garage de entrada a una casa se convirtió desde hace poco más de un año y medio en uno de los tantos centros de yoga de la región. Allí, Graciela recibe tres veces por semana a una veintena de alumnos de todas las edades, desde adolescentes que se inician en la práctica, pasando por cuarentones que intentan bajar las tensiones diarias, hasta adultos mayores que buscan recuperar la elasticidad corporal que fueron perdiendo con los años. “Las causas que traen a una persona pueden ser distintas pero el objetivo es siempre el mismo -dice ella-: sentirse mejor”. Y lo que cuenta puede sonar obvio pero explica así, de modo sencillo, un fenómeno que no para de crecer y sumar seguidores en la región.

“Hay una enorme necesidad de conectarse con uno mismo y tratar de estar más relajados”, asegura Graciela, quien lleva como instructora de yoga más de quince años pero señala el mayor crecimiento de la actividad en los últimos tres años. “Lo notable es la gran diferencia de edades que encontrás en una misma clase -apunta-. Podés ver chicos de veinte años al lado de una señora que pasó los ochenta. Y eso es lo maravilloso del yoga: cualquiera puede hacerlo”.

Si de repasar beneficios se trata, quienes practican yoga aseguran que aumenta la resistencia frente al estrés y la tensión de la vida cotidiana. Devuelve la flexibilidad a la columna, mejora la movilidad en las articulaciones, la densidad ósea y alarga la vida útil de los músculos. Pero también, refuerzan, ayuda a prevenir enfermedades degenerativas de tipo neurológico ya que se estimulan los centros nerviosos.

“Antes se solía asociar la práctica a personas mayores, pero desde hace unos años son cada vez más los jóvenes que hacen yoga e incluso nenes chiquitos que se interesan por la disciplina”, cuenta por su parte Mirta Burgos, profesora de yoga desde hace casi veinte años en La Plata y quien admite que, si bien llegó a darle clases a chicos de 8 años, actualmente sus alumnos comprenden un arco etario que va de los 16 a los 80 años.

“Por ahí en personas que pasaron los 70 o los 80 años las clases es mejor darlas personalizadas -explica Burgos-, pero generalmente los grupos son variados y ahí te das cuenta de que, si hay interés, por más diferencia de edades que haya al hacer yoga entran todos en sintonía”.

Lo que dicen los instructores platenses no es una prédica aislada. Al contrario: la constancia de esta disciplina física y mental de origen indio es cada vez más recomendada por los médicos traumatólogos para el tratamiento de lesiones musculares, la rehabilitación tras una cirugía e incluso disminuir el dolor. “Comprobamos que tanto el yoga como el pilates -una terapia para fortalecer los músculos- se utilizan como un método alternativo para la recuperación de lesiones del sistema musculoesquelético”, dice Marisol Villegas, académica del Instituto de Ciencias Aplicadas de la Actividad Física y el Deporte. Según la experta, hace una década el yoga era visto sólo como un ejercicio espiritual pero esa mirada cambió. “Ahora -cuenta-, cerca del 75 por ciento de los médicos tratantes de lesiones lo sugieren como método alternativo de recuperación de lesiones musculares como esguinces, fracturas de hueso, dolores en la espalda o problemas en las lumbares”.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) nombró el 21 de junio como el Día Mundial del Yoga, una actividad que, según la filosofía india, representa la unidad de la mente y el cuerpo y es valiosa para la salud y el bienestar de las personas. Esta disciplina fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su “Estrategia sobre medicina tradicional 2014-2023” como una disciplina que es comúnmente practicada para el bienestar psicofísico.

“El yoga mejora el estado de ánimo y eleva la autoestima -subraya Burgos-. Una de sus grandes ventajas es que combate los niveles de depresión y ansiedad. La persona que practica yoga es una persona que irradia luz y armonía hacia su entorno. Por eso, de alguna manera, hoy vemos que quienes lo practican son personas grandes pero también nenes chiquitos. Hay que tener en cuenta que para los chicos es muy bueno, dado que inculcar posturas de relajación desde pequeños sólo trae beneficios”.

Como dice Mirta, el yoga utiliza diferentes ejercicios conocidos como posturas o “asanas” para fortalecer la mente y el cuerpo con ayuda de la respiración. Estas posturas “actúan como un medio para definir los músculos y para fortalecer la funcionalidad del sistema de ligamentos y articulaciones como un todo”, explica Villegas.

Leticia Trejo, especialista con 18 años de experiencia en yoga terapéutico, explica por su parte que las “asanas” ayudan a que la persona tenga más flexibilidad y los tejidos musculares logren una especie de “automasaje” que beneficia a todo el cuerpo, incluyendo a los órganos internos. “Si se guían bien, las asanas te ayudan a generar mayor flexibilidad en las articulaciones y liberar los tejidos conectivos en el cuerpo como son los ligamentos, los tendones y las fibras musculares. Todos estos tejidos a través de los estiramientos se van masajeando a sí mismos y el efecto es relajante”, precisa Trejo, quien agrega que, de manera paralela, el cerebro segrega dopamina, serotonina y otras hormonas, lo que ayuda al cuerpo a sentirse bien.

La experta también recomienda el yoga para personas que experimentan dolor en alguna zona del cuerpo y no encuentran el origen del mismo, a pesar de haber acudido al médico, pues en muchas ocasiones los malestares surgen debido al estrés o a adoptar malas posturas.

Esta práctica no tiene contraindicaciones, dado que cada “asana” tiene variaciones o adaptaciones que la persona puede realizar si su lesión le impide estirar alguna parte del cuerpo como es indicado. Los especialistas destacan que la persona lesionada debe acudir primero con un médico para tener un diagnóstico certero de su afección.

Además, se coincide, si uno ha decidido explorar esta disciplina debe elegir una institución con instructores certificados, que tengan conocimientos de fisioterapia, de pilates, de cultura física, de anatomía o biomecánica, que además tengan años de práctica y “no ofrezcan soluciones mágicas” para el cuerpo.

Trejo recalca que, al ser una terapia complementaria o alternativa, el yoga terapéutico “no sustituye ningún tratamiento médico alópata, ni las visitas con el médico especialista”, por lo que deberá ser este quien apruebe si el paciente puede o no tomar este tipo de clases.

 

Origen milenario
El origen exacto del yoga suele perderse en el tiempo, aunque algunos lo sitúan alrededor de 2.700 años antes de Cristo. Lo que sí está demostrado es que nació en el Valle del Indo, donde se han encontrado antiquísimas figuras de yoguis o practicantes de esta disciplina. El yoga nació incluso antes que grandes religiones originarias también de la India, como el hinduismo y el budismo, que luego adoptaron su filosofía, e incluso se considera al dios hindú Shiva como el primer yogui y el primer gurú o maestro de esta práctica.

 

 

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Mirta Burgos es instructora de yoga y admite un crecimiento de la disciplina y una gran variedad de edades entre los alumnos /Gonzalo Calvelo

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