Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Séptimo Día |PERSPECTIVAS

La literatura y el verano: entre los médanos y el mar

Escritores que vivieron, viven o pasan temporadas entre Pinamar y Villa Gesell. El caso emblemático de Saint Exupéry en Ostende. Los periodistas James Neilson y Esteban Peicovich. La cita reveladora de T.S. Eliot

La literatura y el verano: entre los médanos y el mar

Antoine Saint Exupéry y las dunas de Ostende

MARCELO ORTALE

13 de Enero de 2019 | 02:49
Edición impresa

No hay ferias ni presentaciones bulliciosas, pero la literatura igual encuentra su sitio en el recatado reino de médanos, pinos y mar que se extiende por la costa atlántica bonaerense. En ese país casi íntimo vivieron, viven y seguirán viviendo poetas, novelistas, filósofos y periodistas que consultan al antiguo océano, cuyas olas no dejan de responder con cánticos pretéritos y, a la vez, siempre nuevos.

En esa franja que se extiende por Pinamar, Ostende, Valeria del Mar, Cariló, Villa Gesell y Mar del Sur, miles de turistas aprovechan el descanso para leer y dialogar con sus autores preferidos. Varias y bien nutridas librerías –Bohm, Integral, El Túnel, Alfonsina Libros, De Lisio, Azul Marina- atienden a esa clientela de temporada, tan fiel como exigente.

Pero hay un Aleph indiscutido en ese universo costero. Es el viejo hotel Ostende, en donde se albergó durante dos temporadas el autor del libro más vendido en el mundo después de la Biblia: se trata de Antoine de Saint Exupéry. Se dice, inclusive, que las primeras páginas de “El Principito” las escribió sobre hojas de carta con membrete del hotel. Lo cierto es que la pieza número 51 donde se alojó el escritor francés está cerrada para la renta y se ha convertido en un pequeño y muy visitado museo.

Entre los pasajeros habituales del hotel se encuentra el escritor argentino Pablo de Santis (1963), periodista y guionista de historietas, ganador del Premio Planeta-Casa de América 2007 por su novela “El enigma de París”, autor de “La sexta Lámpara”, miembro incorporado hace poco a la Academia Argentina de Letras, que publicó una novela titulada “La hija del criptógrafo”, en la que menciona reiteradamente a La Plata, pues uno de sus personajes es un profesor platense.

También allá por la década del 40 se hospedó en el lugar uno de los matrimonios con mayor densidad intelectual de la Argentina, conformado por Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. Fue la misma época en que, a pocas metros de allí, los hermanos Frondizi –entre ellos Arturo, luego presidente de la República- fabricaban con sus propias manos una casilla de madera, que hoy se conserva como hito histórico, sobre el médano en el que se recuesta el balneario El Faro. Siendo ya presidente, Arturo veraneaba como uno más en la precaria casilla bautizada “La Elenita”, en homenaje a su hija.

Todos los años en Ostende la embajada de Francia en Argentina organiza una jornada titulada Noche de las Ideas –ahora se realizará en los dos últimos días de enero- que reúne a académicos de distintas disciplinas. El año pasado, entre otros, intervinieron el ensayista Alejandro Katz, el politólogo Lucas Martín, el historiador del psicoanálisis Alejandro Dagfal, el psicoanalista Juan Eduardo Tesone, el filósofo Luis Diego Fernández, el biólogo Diego Golombek, la periodista y escritora Mariana Enríquez, la socióloga Lucía Álvarez, el historiador Fernando Devoto, el editor Leopoldo Kulesz, el abogado y académico Eduardo Jozami, la historiadora Elisa Pastoriza, el sociólogo Julio Canessa y el teólogo Iván Petrella.

Varios kilómetros al sur se encuentra Villa Gesell, la ciudad de calles numeradas. Allí reside habitualmente, con intermitencias porteñas, el novelista Guillermo Saccomanno (1948), autor de varios exitosos libros, tales como “Terrible accidente del alma” (Planeta 2014).

SABIDURÍA EN PINAMAR

Apartado del ruido, con algo de retirado trapense y en un chalet que no sobresale, en Pinamar vive todo el año uno de los más vigentes maestros del periodismo, James Neilson (1940), actual columnista de opinión de la revista “Noticias”, nacido en West Ewell, Inglaterra y radicado en la Argentina desde 1960. Se desempeñó en el “Buenos Aires Herald” como editorialista y analista político, para ejercer luego la dirección del periódico entre 1979 y 1986.

Colaboró también en el diario “Río Negro” y “Página 12” y escribió para medios extranjeros tales como “El País” de Madrid, “The Observer”, “The Sunday Times” y “Encounter” de Londres. Neilson escribió también varios libros: “La vorágine argentina” (1979); “Los hijos de Ariel (1985) ; “El fin de la quimera” (1991) ; “Camus en Fuerte Apache “ (2000) y “En tiempo de oscuridad” (2001).

Hace pocos días la pluma incisiva de Neilson se ocupó de meditar, con visible fluidez, sobre uno de los temas más urticantes de la actualidad: el de la denominada lucha de géneros. En su artículo titulado “El derrumbe del patriarcado” definió así algunas de sus características:

“En vez de cerrar filas para enfrentar un movimiento que amenaza con privarlos de sus privilegios ancestrales, en Europa, América del Norte e incluso en América latina, los hombres han reaccionado enarbolando banderas blancas. Escasean los dispuestos a sugerir que la revolución que se inició en el mundo anglosajón y que pronto se extendió al resto del planeta podría tener consecuencias indeseables y que por lo tanto convendría tratarla con cierta cautela”.

“Lejos de ser la fortaleza casi inexpugnable de la imaginación feminista, hoy en día el patriarcado no es más que un edificio destartalado abandonado por todos, salvo algunos cascarrabias excéntricos, cuyas quejas sólo motivan burlas. Se asemeja mucho a la Bastilla de aquel 14 de julio de 1789 cuando, para decepción de la turba que acababa de tomarla, tenía como únicos ocupantes a un pervertido sexual repudiado por sus familiares, dos lunáticos y un cuarteto de estafadores. Era el símbolo vacío de un orden que se desplomaba”.

Esa suerte de sabiduría sin beligerancia, equidistante de los extremos –tan propia de Neilson- era la que también caracterizaba a otro periodista, Esteban Peicovich (1929-2018), que a mediados de los 90, se hospedaba en Playas Hotel, sobre la avenida Bunge de Pinamar. “Usted es como uno de los últimos mohicanos del periodismo” se le dijo, al verlo en una caminata matutina. “Me gusta eso, se puede hacer un buen título con lo del último mohicano...Vamos a tomar un café”, propuso. La charla informal fue en el café Insbruck, en donde Peicovich desplegó parte del asombroso tesoro de sus conocimientos. “En realidad no sé si vengo porque yo busco al mar, o porque es el mar el que me busca a mí...”, murmuró.

Pero hay un Aleph indiscutido en ese universo costero. Es el viejo hotel Ostende

“En realidad no sé si vengo porque yo busco al mar, o porque es el mar el que me busca a mí...”

 

Conocía sus errores, no los ocultaba y le hubiera gustado corregirlos, pero el periodismo cotidiano no le dio respiros ni revanchas. Siempre había que llenar columnas, sin mirar atrás. Nacido en Zárate, se había radicado de chico en Berisso, que fue su primera patria, la más segura de todas. Su ideología debió haber girado siempre entre el anarquismo y el laborismo de su convecino Cipriano Reyes, pero no quiso definirla. Desde muy chico trabajó doce años en uno de los dos grandes frigoríficos de Berisso y luego empezó a ejercer el periodismo en EL DIA. “La Redacción era un taller emotivo siempre...” recordó. Se había graduado poco antes en la Escuela de Periodismo, pero la calle fue su universidad.

Trabajó después en Clarín, en La Razón dirigida por Félix Laíño, en La Nación, en Perfil. Fue corresponsal de terremotos, de guerras, de ferias tumultuosas, de la sonora historia política, de apacibles viajes turísticos, de todo lo que le ponían enfrente. Hizo radio y televisión. Escribió una veintena de libros, entre ellos sus inolvidables entrevistas a Perón – a quien sacó en 1965 de un silencio de diez años- y a Borges, con quien se hundió en un océano de maravillosas palabras.

Pero Berisso siguió siempre latiendo en su más callado corazón. En la edición del 1° de junio de 1956 del diario EL DIA pintó Peicovich este retrato: “Berisso es el obrero del frigorífico que recibe el novillo madurado en la pampa y virilmente lo mata y prepara para cruzar el mar. Es la obrera de ese frigorífico manejando el cuchillo y luego planchando los guardapolvos de sus niños....”

EL MAR Y LOS RÍOS

No hace mucho se dijo en esta columna que en la literatura argentina faltan escritores del mar. Autores como Stevenson, Melville, Jack London o el más cercano Hemingway, que dialogaron íntimamente con el mar curtidos en sal y espumas. Y que, en cambio, abundan los escritores fluviales. Los ríos argentinos tienen mensajeros y exploradores literarios, autores que le dedicaron a ellos obras memorables.

Allí pueden inscribirse, entre tantos otros, los poemas de Borges, Vicente Barbieri, Juan L. Ortiz, Lugones, José Pedroni, Carlos Mastronardi, Jaime Dávalos y de prosistas como Juan José Saer o Haroldo Conti, que se detienen en el Río de la Plata, el Salado, el Paraná o el Uruguay, para encontrar en ellos leyendas, historias, mitos fundadores, orígenes de la identidad nacional.

Esa realidad está, sin embargo, desafiada por quienes han encontrado hogar o lo están buscando en esta orilla marítima nuestra, rica en pinos, en médanos, en olas que reiteran cantos primitivos. En el tercer poema de sus Cuatro Cuartetos el poeta británico-estadounidense T.S. Eliot escribió un verso que, acaso, diluye esta posible contradicción: “El río está adentro nuestro, el mar nos rodea por todas partes...”

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

Multimedia

Antoine Saint Exupéry y las dunas de Ostende

Adolfo Bioy casares y Silvina Ocampo en la playa

A la izquierda, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo y último A la derecha Jorge Luis Borges, entre otros, en un Balneario de mar del plata

Esteban Peicovich, habitué de Pinamar

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla