La vida en pantalla grande

El autor argentino despliega en su último libro su amor por el cine pero también su inagotable pasión de narrar por narrar. Pasen, lean y disfruten

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Marcelo Cohen, nativo de Onzena –una de las tantas islas que conforman el Delta Panorámico–, decide compartir con los lectores algunas de las películas que más lo han impactado. Lo hace por amor al cine, por supuesto, pero también para darse el gusto de narrar por narrar.

El resultado es “La calle de los cines”, un libro que reúne 18 películas imaginadas por su autor y que invitan a experimentar la ceremonia de ver películas en pantalla grande y fuera de casa, en tiempos de series y plataformas digitales que sugieren a cada cliente qué mirar, como parte de “un rito vacío de placer”.

Publicado por Sigilo, el libro plantea la hipótesis de que ya no se acude a ese ritual gozoso, donde “a oscuras en una butaca uno se concentraba un buen rato en asuntos de otros”, porque el público “se tragó el embuste” de que “una gestión estricta de uno mismo puede dar una bonanza sin baches”.

Autor de ensayos, novelas y director de la revista digital Otra Parte junto a su esposa, la crítica, narradora y guionista Graciela Speranza, Cohen (Buenos Aires, 1951) asegura que con este trabajo intentó rehacer algo de lo que se vivía en su juventud, “cuando a lo largo de cuatro cuadras de la calle Corrientes había no menos de quince salas, los viernes y sábados la mayoría repletas y durante la semana uno podía salir de una película, tomar algo y meterse en otra muy diferente; o en las funciones de hasta tres películas de los cines barriales”, cuenta.

Pero ojo: los dieciocho relatos que integran este libro no solo son una galería de películas imaginarias sino también un fenomenal despliegue de géneros, tramas, asuntos y personajes, de ideas, procedimientos y emociones, en la mano de uno de los grandes insubordinados de la prosa que nos domina. Pocos conocen tan íntimamente las palabras como Cohen, dueño de un estilo de cuño propio que reúne elegancia y juego, precisión y lirismo, además de una imaginación singular. La calle de los cines es una invitación a volver a experimentar el disfrute, el asombro y la admiración que despierta la mejor literatura.

“El cine es un placer íntimo -dice-, incluso de hermetismo sentimental, pero a la vez una forma de sociabilidad, vida pública; de ciudadanía, diría. Todo, la información previa, la lectura de reseñas y hasta de chismes sobre la filmación o los artistas, la experiencia de la película, el rumor del ambiente, el trance arrobado o el disgusto, la oscuridad y de pronto las luces, la salida al mundo, la conversación... El video, el DVD y la repetición de espectáculos pochocleros por parte del poder de Hollywood culminan en las plataformas para pantalla casera que indican qué le gusta y conviene ver a cada cliente como rito vacío de placer. Es más cómodo aún si se ven series y, como entre tanta oferta a veces aparece algo de Hong-Sang-Soo, de Maren Ade, Hanecke, uno se adapta. Sigue yendo al cine, con todo, porque el mero hecho de entrar en esa escena lo reanima, y porque tiene la sensación de estar alentando un arte ya reducido, antiguo e incomparable”.

 

La Calle de los Cines

MARCELO COHEN

Editorial: Sigilo

Páginas: 336

Precio: $ 550

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