Se debe dar una lucha frontal contra los desarmaderos ilegales

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En numerosas oportunidades se ha tratado en esta columna acerca de la negativa y gravitante influencia que ejercen en la Provincia los desarmaderos ilegales sobre el robo de automotores, en una situación que se reitera y que deja a la vista, desde hace muchos años, la existencia de organizaciones delictivas montadas sobre la base del funcionamiento de estos establecimientos. Tal situación, claro está, se presenta también en nuestra zona.

Así lo acaban de confirmar distintas investigaciones judiciales y policiales, que buscan desarmar un negocio ilegal que se traduce en el robo de unos 160 automóviles por mes en la Región, según conclusiones surgidas luego de allanamientos realizados en el barrio de San Carlos y en Berisso.

Tal como se informó en este diario, en uno de esos operativos se detectó tal cantidad de autopartes robadas, que la Policía no pudo retirarlas y los dejó en custodia al responsable del lugar. Se pudo determinar, en efecto, que todo lo que había en el depósito de repuestos allanado en San Carlos era motivo de secuestro en el marco de la investigación que tiene como principal hipótesis que esas piezas existen porque antes alguien robó un auto a pocas cuadras o pocos kilómetros de allí y luego en ese mismo galpón u otros talleres cercanos, hubo manos especializadas en el “corte”.

El cuadro en San Carlos dejó esbozado un circuito ilegal en el que las pruebas no caben en ningún depósito y quien aparece como imputado, quedó al cuidado del presunto botín. No obstante, la magnitud de lo que encontraron en tres predios situados en la localidad del oeste platense y en Berisso, confirmó la sospecha de que se trata de un negocio millonario que también puede explicar otros fenómenos delictivos en la Ciudad y su zona de influencia.

Se indicó que la estadística de robos en un plazo extendido indicó un promedio de 160 sustracciones de vehículos por mes en un área comprendida por los distritos de La Plata, Berisso y Ensenada. La modalidad más utilizada, según datos entregados por la Policía, es el hurto o “yuga” como le llaman en la calle. La técnica consiste en esperar que el vehículo esté vacío y estacionado para forzar la cerradura o romper un vidrio, hacer un puente eléctrico en el arranque y escapar.

Sólo por ofrecer un ejemplo de la magnitud de esta modalidad delictiva, los investigadores detallaron que son 700 las cajas de cambio en la versión manual y automática, halladas en los tres predios allanados la semana pasada en La Plata y Berisso

Se conoce perfectamente –y desde hace ya muchos años, por no hablar de décadas- cómo opera la industria ilegal de venta de autopartes. Se sabe que su accionar no se limita a ciertos desarmaderos de Warnes, sino que, con mayor o menor magnitud, estos lugares de desguace irregular pululan en la mayoría de las ciudades. No se ignoran, tampoco, algunos destinos “predeterminados” de las autopartes, requeridas desde algún mercado específico.

Lo cierto es que los desarmaderos ilegales son perfectamente ubicables y, sin embargo, permanecen operativos por años y años, a vista y paciencia de las autoridades. Cuando no, en oportunidades, amparados por la complicidad de algunos funcionarios públicos.

Las autoridades debieran advertir que es justamente en la ilegalidad –derivada, en varios aspectos, de algunos vacíos normativos- en la que suele desarrollarse esa actividad donde se encuentra la simiente de un delito, que se traduce no sólo en perjuicios económicos, sino, lamentablemente, en tragedias que llenan de dolor a la sociedad.

 

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