Los efectos de la crisis de las automotrices

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) constató en su último informe de Perspectivas Económicas Globales que el cierre de plantas de montaje de automóviles tiene un mayor impacto negativo en el desempleo que la desaparición de otro tipo de industrias.

El análisis del FMI se centra en el impacto que el cierre de plantas de montaje de automóviles tiene en mercados laborales regionales en seis economías avanzadas, y sugiere que las regiones que sufrieron cierres tuvieron mayores aumentos del desempleo que otras zonas del mismo país.

Según los analistas de la institución, los datos “apuntan a efectos significativos y persistentes, incluso tras compensar las diferencias entre cuota de empleos en la industria de las regiones, el producto bruto interior (PBI) real inicial, densidad de población y tasas de dependencia”.

La publicación del informe trimestral del FMI ha coincidido con la huelga que mantienen los casi 50.000 trabajadores de planta de General Motors (GM) en Estados Unidos para la firma de un nuevo convenio colectivo.

Aunque la empresa y el sindicato United Auto Workers (UAW), que representa a los trabajadores de GM, alcanzaron un principio de acuerdo. Es la huelga más larga del fabricante estadounidense desde 1970.

Uno de los puntos más conflictivos en los tres meses que han durado las negociaciones entre UAW y GM, y que ha provocado el mes largo de huelga, es precisamente el cierre de varias plantas de producción en Estados Unidos.

Sus representantes sindicales también son conscientes de que el cierre de plantas provoca un efecto cascada que repercute en otros sectores, por lo que han mantenido la huelga a pesar de que ha supuesto la pérdida de casi 900 millones de dólares para los trabajadores.

Lo mismo se aplica a los representantes gubernamentales. No en vano, uno de los puntos más espinosos de la negociación del nuevo tratado comercial norteamericano, el llamado T-MEC que sustituirá al TLCAN, ha sido el sector del automóvil.

Los negociadores de México, Estados Unidos y Canadá pasaron más tiempo ajustando los detalles del tema automotriz que ningún otro aspecto del T-MEC, y las negociaciones sobre el sector estuvieron a punto de provocar el fracaso del acuerdo.

Sólo en Estados Unidos, el sector del automóvil empleó de forma directa a casi 1 millón de personas en 2017 y de forma indirecta a 7,3 millones, contando empleos en concesionarios, fabricantes de componentes, talleres de reparación, etc. El sector generó ese año en el país ventas de 100.000 millones de dólares.

Así que cuando GM anunció en noviembre de 2018 el cierre de cinco plantas de producción en Norteamérica, cuatro en Estados Unidos y una en Canadá, los sindicatos en los dos países montaron una de las mayores campañas de defensa de los empleos de las últimas décadas.

Al final, UAW ha conseguido que GM cancele uno de los cuatro cierres de plantas estadounidenses que estaban anunciados. La planta, situada en Detroit, será reformada para la fabricación de una nueva camioneta “pickup” eléctrica.

Las otras tres, la planta de montaje de Lordstown, en el estado de Ohio, y dos en Michigan y Maryland que producen componentes de la cadena cinemática, cerrarán.

En los casos de los cierres, el análisis del FMI ofrece un ligero rayo de esperanza a nivel macroeconómico.

Los datos recopilados en los cierres de plantas entre 2000 y 2016 indican que “si las regiones de un país eran capaces de reubicar trabajadores y capital, podrían absorber el impacto” de la desaparición de miles de empleos en el sector del automóvil.

Para muchos trabajadores de GM afectados por el cierre de plantas, el FMI señala lo que ya saben: su mejor oportunidad de volver a encontrar trabajo es mudarse. Otra vez.(EFE)

 

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