“Hago lo que quiero”, la ley primera a la hora de estacionar

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Las últimas estadísticas sobre infracciones de tránsito en La Plata no pudieron ser más indicativas, en el sentido de haber reflejado que, sobre las 18.033 actas de infracción labradas en el primer trimestre del año, casi el 80 por ciento corresponden a multas por mal estacionamiento. Los números, entonces, hablan por si solos: casi 8 de cada 10 multas de tránsito fijadas por los inspectores municipales entre el 1º de enero y el 31 de marzo de 2019 fueron por mal estacionamiento.

Tal como se indicó, el “hago lo que quiero”, como dio en llamar este diario a la extendida práctica de estacionar en cualquier lugar, lejos de mermar parece estar extendiéndose día a día en el caótico paisaje del tránsito platense.

Se dijo asimismo en el informe publicado ayer que lo peor del caso es que los ejemplos no abundan. La semana pasada, un empleado municipal, primero, y otro coche oficial cuyo conductor no pudo ser identificado, fueron detectados in fraganti haciendo todo lo que no hay que hacer.

El trabajador de la Comuna dejó la camioneta oficial obstruyendo una rampa para personas con discapacidad. Fue denunciado por un vecino y el Municipio lo suspendió por varios días -sin cobro de haberes- y lo obligó a realizar un curso de educación vial. El otro vehículo oficial estacionó obstruyendo todo el ancho de la vereda, en 51 entre 3 y 4, y fue reportado por un vecino y lector a este diario.

Estacionar en lugares indebidos; dejar el vehículo en una ochava; estacionar en ramblas y en lugares reservados; estacionar en doble fila, sobre la senda peatonal o arriba de veredas; realizar trabajos de carga y descarga fuera del horario permitido o estacionar en frente de garajes forman parte, entre otras, del nutrido inventario de infracciones computadas por la Municipalidad platense.

Si se observa la naturaleza de estas fallas, está claro que se habla de actos de indisciplina de los conductores, que no admiten acatar las leyes del tránsito y apuestan a que la autoridad no los detecte. También resulta evidente que deben multiplicarse los controles para prevenir y evitar esta suerte de ley del “vale todo”, en la que cualquier conductor desaprensivo se desentiende por completo de sus obligaciones.

Si bien el mal estacionamiento no integra el lote de las faltas más graves –aquellas que mayor riesgo potencial poseen- como girar en “u”, exceder la velocidad permitida o cruzar con semáforo en rojo, lo cierto es que ella también origina un gran desorden en el tránsito y obliga muchas veces a los otros conductores a realizar maniobras bruscas o complejas.

Se ha dicho también en esta columna, insistentemente, que nuestra ciudad debe enfrentar, de manera integral, el desafío que significa un parque automotor en constante crecimiento, con más de doce mil vehículos nuevos por año que se incorporan a sus calles. Se está, claramente, ante un fenómeno que demanda soluciones urbanísticas de fondo, cuyas mejores respuestas únicamente pueden brindar los especialistas en estos temas.

Ello, sin perjuicio de que la autoridad municipal sea rígida a la hora de sancionar a tantos infractores, al parecer jamás interesados en entender que la convivencia social sólo es posible cuando son todos los que respetan las normas.

 

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