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Revista Domingo |PERMAREXIA

Hacer dieta todo el tiempo y de modo obsesivo, un mal que sufren cada vez más personas

El hábito de contar cada caloría de lo que ingerimos es una costumbre que se extiende y a la que los expertos señalan como un peligroso trastorno alimentario

Hacer dieta todo el tiempo y de modo obsesivo, un mal que sufren cada vez más personas
21 de Julio de 2019 | 08:17
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Si uno habla de trastornos de la alimentación acaso los primeros que aparecen son “bulimia” y “anorexia”, dos males por los cuales cada vez hay más consultas. Sin embargo, de un tiempo a esta parte los especialistas aseguran que la variedad de desórdenes no para de ampliarse y señalan en este terreno un mal recurrente y peligroso: la permarexia, un síndrome no muy conocido pero que afecta a un gran porcentaje de la población que, obsesionada por bajar de peso, piensa a todas horas en la comida y en las calorías que ingiere.

“Son personas jóvenes que viven a dieta pero no por recomendación médica”, asegura la nutricionista Luana Sierra, y precisa que por lo general los planes alimentarios que estas personas siguen “no tienen ninguna rigurosidad sino que están motorizados por el deseo irrefrenable de bajar de peso y tener un control permanente de las calorías que se ingieren”.

Según la especialista, a estas personas se las puede reconocer de manera muy simple “porque viven atentas a las calorías que tienen los alimentos, y suben y bajan de peso con frecuencia por el efecto rebote de las dietas que ellas mismas se plantean”.

Para muchos, este trastorno es de algún modo primo hermano de otras patologías que tienen entre sus víctimas a dietantes crónicos, como aquellos que viven obsesionados con la comida sana (un trastorno conocido como ortorexia) o los obsesivos del cuerpo perfecto que no pueden parar de hacer deporte (vigorexia).

De acuerdo a lo que se apunta, la permarexia se asocia a sentimientos negativos como la ansiedad, preocupación y tristeza y no sólo preocupa a nivel emocional. Como cualquier otro trastorno alimenticio, la permarexia se asocia a sentimientos negativos como la ansiedad, preocupación y tristeza, pero este encierro en el régimen no sólo preocupa a nivel emocional. También desde lo físico puede ser muy peligroso, ya que algunas dietas pueden poner en riesgo la salud y producir cambios que afecten el metabolismo.

Para el experto en nutrición Antonio Villarino Ruiz, en tanto, “en el campo de los desórdenes alimenticios no todo es anorexia y bulimina. De cualquier manera, sea el trastorno que sea, las patologías de este tipo tienen un origen claro: el culto a la salud corporal buscando ‘la salud total’, acompañado por un canon estético ilusorio de la perfección que nos conduce a modificar los hábitos alimentarios”.

“Son personas jóvenes que viven a dieta pero no por recomendación médica. Están motorizados por el deseo irrefrenable de bajar de peso y tener un control permanente de las calorías que se ingieren”

Luana Sierra
Nutricionista

 

No muy distinto es lo que plantea Agustina Murcho, licenciada en Nutrición y autora de los libros “Podemos comer de todo” y “Podemos querernos más”. Según ella, “los tiempos agitados, el caos de la organización diaria, nuevos estereotipos y exigencias de la sociedad impactan en la alimentación. Con la tendencia alimenticia surgen algunas modas pasajeras y otras que, con el tiempo, pueden devenir en la creación de un nuevo trastorno alimenticio, hasta entonces desconocido”.

Para evitar la permarexia y otros trastornos, se asegura, es imprescindible crear hábitos alimentarios saludables y educar desde edad temprana en temas de nutrición. Algunas claves para una alimentación saludable son comer siempre hasta sentirse confortable, no llenarse. Poner en tu mesa variedad de alimentos y de colores. Ser generoso con las verduras, amigo de las frutas y cuidadoso con casi todos los alimentos ricos en grasas. Limitar los sabores muy dulces, los muy grasos, los muy salados y las texturas crocantes o crujientes, así como los alimentos de consistencia tan suave que se deslizan con sumo placer.

“Y no hay que olvidarse de escuchar al propio cuerpo -aporta Sierra-: el organismo responde mejor a las comidas livianas y digestiones simples y protesta cuando lo llenamos de más y comemos pesado”.

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