La nueva “Saladita” no terminó con la venta ambulante

Edición Impresa

La inauguración concretada hace tres semanas del predio de 80 y 134, habilitado por la Municipalidad para concentrar allí a los vendedores ambulantes, no aportó ningún tipo de soluciones al problema de la venta ilegal en La Plata. Lo cierto es que la venta informal no sólo no se concentró en la llamada “saladita municipal”, sino que tampoco se experimentó una baja en su presencia callejera. Por el contrario, las veredas y paseos de la Ciudad siguen copados por puesteros y las estadísticas de la Cámara Argentina de Comercio así lo corroboran. Tales antecedentes, entonces, autorizan a señalar que la llamada “saladita municipal”, hasta ahora, fracasó por completo.

La inauguración del predio y, por cuerda separada, el megaoperativo que se desplegó a principios del mes pasado para desalojar a los manteros de la plaza San Martín –que, hasta hoy, continúa custodiada con fuertes guardias policiales- parecían dejar traslucir la intención del Municipio por enfrentar a fondo el problema. Sin embargo, por lo visto y por lo que indican los relevamientos de la CAC, tales acciones sólo resultaron ser “impactantes”, ya que los puestos en las veredas siguieron multiplicándose en la Ciudad.

Desde la Comuna se habló mucho acerca del efecto que tendría la inauguración del predio de 80 y 134, aún cuando muchas cosas no quedaron totalmente en claro. Tal como se detalló en una nota publicada el domingo pasado en este diario, se trata de un predio privado, gestionado por una asociación de vendedores, que requiere de un desembolso de entre $ 400 y $ 500 diarios por puestero, según la ubicación.

Está claro que las autoridades municipales debieron haber explicado en detalle los alcances de este emprendimiento. Se sabe que la Comuna colaboró con la logística y otorgó la habilitación comercial, sin que paralelamente –como sustento de la iniciativa- dejara entrever la presencia de una política oficial para enfrentar el problema de la venta ambulante.

Mientras la crisis general sigue sin dar tregua a los comercios instalados, poniendo así en riesgo la fuente de trabajo de miles de empleados, inexplicablemente La Plata sigue al tope de las ciudades argentinas con mayor desarrollo de venta callejera ilegal. Existe, además, un dato que agrava esa descripción: desde que se desató y profundizó la crisis socioeconómica, la actividad comercial irregular pegó en nuestra ciudad un salto pocas veces visto. Ya no hay calle céntrica o semicéntrica ni rincón que no albergue un puesto o una manta. Por otra parte, la permisividad existente en nuestro distrito explica la llegada cotidiana de muchos vendedores ambulantes, que residen en el Gran Buenos Aires o en otros partidos bonaerenses.

Se ha dicho siempre en esta columna que la cuestión social inmersa en el fenómeno de la venta ambulante debe ser enfrentada y resuelta desde el Estado, mediante otras fórmulas de asistencia inmediata y eficaz. Lo que no puede permitirse en modo alguno es que esas personas necesitadas sean explotadas por organizaciones mafiosas que sólo buscan, a cualquier costo, su exclusivo lucro; que se evada el pago de impuestos nacionales, provinciales y municipales, como así tampoco que se permitan la competencia desleal, la falsificación de marcas y otros graves delitos e infracciones a las normas.

En cuanto a la “saladita municipal”, la Municipalidad debiera analizar este fracaso, corregir si es que hiciera falta algunas de las reglamentaciones que la rigen, despejar las posibles dudas que pudieran existir sobre su funcionamiento y, fundamentalmente, convertirla en lo que debiera ser: en una solución y no en un nuevo problema, que se suma al de la venta ambulante en la Ciudad.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE