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La Ciudad |Compañerismo, entrega e inclusión

La conmovedora historia de superación de un equipo platense de running

Son dos recolectores de residuos que participan de carreras junto a la hija de uno de ellos, que está en silla de ruedas

La conmovedora historia de superación de un equipo platense de running

meta cumplida. en la reciente carrera 8k por el centro platense, el equipo se llevó un trofeo

5 de Agosto de 2019 | 02:33
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La que sigue es una historia de compañerismo, una historia de entrega, una historia de amor. Dos recolectores de basura que llevan 20 años de amistad y comparten la pasión por el running armaron un gran equipo deportivo. Walter Padrón y Leonel Brime, y la hija de uno de ellos, Aldana, una adolescente ciega, que no habla ni camina, no paran hasta cumplir con los 21 kilómetros de las carreras que proponen en la Ciudad y otros puntos del país. Una experiencia única para los tres y un espectáculo conmovedor para quienes los ven correr.

Ya van cuatro media maratones que el trío completa sin detenerse ni un instante. Y cada integrante de este particular “team” cumple una función. Walter corre mientras empuja la silla de ruedas de su hija, de 16 años y con una microcefalia no madurativa que la incapacita casi por entero; Leo va adelante o al costado, para evitar que el viento en contra le ponga freno a la velocidad que el dúo alcanza; y Aldana disfruta del viento en la cara y la tibieza del sol que la envuelve en medio de un paisaje que no ve pero de alguna manera percibe. Siempre llegan a la meta. Y ella con una sonrisa.

Leo tiene 39 años y Walter 38. Comenzaron, los dos, como peones de Esur, levantando en las calles las bolsas de residuos domiciliarios, y así se conocieron. Se hicieron amigos inseparables; de encontrarse con sus familias los fines de semana y de hacer viajes juntos. Primero uno y después el otro dejaron de ir detrás del camión y se convirtieron en choferes de la recolección. “Empezamos a engordar y a perder el estado físico que teníamos”, recuerda Leo, ahora con gracia de lo que en aquel momento,en 2014, vivió con alguna preocupación.

“Nos pusimos a trotar los dos para bajar de peso -prosigue Leo-. Empezamos un domingo a las 7 de la mañana, en la rambla de 32; dimos toda la vuelta a la Circunvalación, 21 kilómetros que hicimos corriendo y caminando. Terminamos agotados”. Dieron aquella vuelta completa al casco urbano de la Ciudad en más de tres horas.

Ese día los compañeros de trabajo y amigos arrancaron con la rutina aeróbica y nunca más la dejaron. Es más: se convirtieron en corredores de competencias, con entrenamiento cotidiano y la participación en cuanta carrera se les presentara, en la Región, pero también en la ciudad de Buenos Aires y otros puntos del país. Correr terminó siendo para ambos un estilo de vida.

Después de una competencia, un día de 2016, a Walter se le ocurrió sumar a la aventura a su hija del medio. “A ella le encanta cuando la paseo”, le dijo a su amigo y Leo no lo dudó: “Yo te acompaño”, le respondió.

Desde entonces Aldana es de la partida. Walter la ajusta a la silla con distintos medios de seguridad y se larga llevándola adelante suyo. Dicen quienes los han visto en pleno despliegue atlético que la escena es de lo más emocionante. “Hay una conexión increíble entre ellos”, los describe Leo. Ocurre que además no es que Walter pierda velocidad por acarrear a su hija. “Lo hace en el mismo tiempo que lo haría una persona sola”, aclara el amigo.

A esa suerte de “tío” de Aldana le toca hacer todo lo que a los otros dos les sirve de soporte: corre a la par de ellos mientras carga el agua, el gel con hidratos de carbono que consume Walter y está atento a cualquier demanda de sus compañeros de pista.

En cada competencia, al igual que el resto de los participantes, Aldana ha recibido su merecido trofeo, y Walter, que ve en las carreras junto a ella un sueño cumplido, se preocupa ahora por contagiar de similar entusiasmo al resto de los padres de chicos con discapacidades. Lo que vive es tan intenso para él y tan estimulante para su hija que cree que tendrían que imitarlo otros como él. “Hay veces que con los hijos se pasan situaciones duras; yo sé que no siempre es fácil superarlo, pero creo que hay que hacerse un tiempo para disfrutarlo a pleno con ellos. Hay que animarse, aunque al principio dé un poco de miedo”, sugiere.

Un nuevo desafío tiene ahora este trío en el horizonte. El 25 de agosto son los 21 kilómetros de CABA, en los Bosques de Palermo, y después de unos días de tratativas los organizadores le permitieron a la adolescente concursar. Otra ilusión para Walter, Leo y Aldana a punto de hacerse realidad.

En cada competencia de la que ha participado, Aldana ha recibido su merecido trofeo

 

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