La seguridad en la Autopista desafiada por ataques a pedradas

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Hace ya muchos años que la Autopista La Plata-Buenos Aires tropieza con las mismas piedras. No metafóricas, sino de verdad, ya sea que se traten de medios ladrillos u otros proyectiles que se lanzan impunemente e impactan sobre los vehículos que la transitan, en situaciones que han originado episodios con muy graves consecuencias. Tal como se informó, en las últimas horas se repitieron los ataques a pedradas en cercanías de la rotonda de la bajada de Punta Lara. En esta oportunidad, fueron blancos de la agresión un micro y una camioneta particular en la que viajaba una familia con dos nenas de corta edad, aunque, afortunadamente, estos incidentes no pasaron del susto y los daños causados a los vehículos.

En el caso del micro, un proyectil rompió la ventanilla y sólo por azar un pasajero que viajaba junto a esa ventanilla no resultó lastimado por las esquirlas del vidrio que, literalmente, estalló. En el otro grave incidente que ocurrió en las últimas jornadas fue el que vivió una familia que viajaba por la Autopista en una camioneta hacia la Ciudad de Buenos Aires y fue sorprendida por varios adolescentes que apedrearon al automotor y rompieron las ventanillas, aparentemente con la intención de que frenaran y poder robarles.

Se dijo que, en el último caso, los agresores eran cinco adolescentes que aparecieron de golpe y de inmediato perpetraron el ataque. Ninguno de los ocupantes resultó herido, aunque terminaron con vidrios encima. El conductor avisó lo sucedido en un control policial cercano. Allí supieron que la noche anterior había ocurrido un incidente similar en la misma zona, conocida como El Mercadito.

Se ha dicho siempre que uno de los rasgos distintivos de toda Autopista –además de disponer de carriles separados, de no contar con cruces locales y de promover velocidades uniformes de circulación- se relaciona con la seguridad, ya que se supone que, de punto a punto, transitan por un espacio cerrado. Lamentablemente, no es el caso de esta vía caminera, en la que los insólitos e irracionales ataques a pedradas van de la mano, a veces, con la presencia de animales sueltos.

La reiteración de estos hechos origina una gran preocupación no sólo entre los automovilistas sino, también, entre los pasajeros de los medios de transporte que han resultado víctimas de este tipo de ataques en numerosas oportunidades.

A lo largo de muchos años, las fuentes policiales estimaron que, en su mayoría, estos incidentes responden a lo que calificaron como “travesuras de niños”, aún cuando no descartaron que también puedan responder, muchas veces, a la intención de que los automovilistas agredidos detengan su marcha para, así, darle curso a la concreción de un robo, en situaciones que resultan ser harto peligrosas. De allí que la Policía aconseje desde siempre a los conductores a seguir la marcha, para intentar frustrar la maniobra delictiva.

Lo cierto es que, tengan o no finalidad delictiva -pues de ambas maneras resultan igualmente peligrosos para las eventuales víctimas-, no debe aceptarse ningún tipo de acostumbramiento frente a estos episodios, tanto por parte de la fuerza policial como de la sociedad misma. Es preciso que se actúe en forma continuada para prevenir tales actos y, llegado el caso, se detenga a los responsables y se aplique sobre ellos las sanciones previstas por la legislación.

Suficientes problemas deben enfrentar todos los habitantes para trabajar y educarse, como para que viajar hacia los lugares de trabajo y estudio o, inclusive, hacerlo con algún propósito de simple esparcimiento, se convierta en un desafío riesgoso, que ponga en peligro la vida o la integridad física de quienes utilizan una vía caminera sometida a un régimen de peaje, con condiciones técnicas de diseño y construcción capaces de facilitar las tareas policiales de prevención.

 

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