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FestiFreak: “Qué hago en este mundo tan visual”, un ensayo sobre la ceguera

Manuel Embalse sigue con su cámara a Zezé Fassmor, artista ciego, y busca retratar no solo su forma de vida sino la manera en que construye sus imágenes mentales

FestiFreak: “Qué hago en este mundo tan visual”, un ensayo sobre la ceguera
25 de Octubre de 2020 | 11:00

“Qué hago en este mundo tan visual” empezó, como tantas cosas, “con un sueño: soñé que estaba ciego, pero en ese sueño no estaba desesperado por la necesidad de imágenes. Cuando me desperté no sentía encierro, sino la sensación de que a pesar de la ceguera había imágenes: se lo comenté a Zezé, a quien había conocido hace un par de años en una fecha”: quien habla es Manuel Embalse, director de la cinta, que se estrena hoy y estará disponible hasta mañana en el FestiFreak; y habla de Zezé Fassmor, objeto de su documental, un artista multidisciplinario peruano que vive en Buenos Aires, que perdió la vista a los 25 años y que con la idea de volver a ver creyendo en la ciencia y en la tecnología, filma y saca fotos creando su propio archivo para ver esas imágenes en el futuro.

El sueño había disparado en Embalse qué es una imagen, si lo que vemos o lo que tenemos en la mente, y tras ver imágenes mientras soñaba ciego, al despertar, no dudó en escribirle a Zezé “preguntándole qué veía él al soñar”. 

“Le fascinó la pregunta”, comenta Embalse, en diálogo con EL DIA. Se sucedieron una serie de charlas donde ambos fueron conociéndose en profundidad, donde el realizador fue “conociendo su sensibilidad, y también el vínculo con la tecnología” del artista y "blindtuber", que produce imágenes desde la ceguera. En esas charlas, lo que parecía un proyecto artístico difuso fue tomando forma: Embalse, que veía cómo Zezé se vinculaba de forma constante con el celular y desde el celular, comenzó a imaginar un documental que a la vez intentara retratar las imágenes que se generan en la mente de una persona ciega y mostrara cómo vive Zezé, cómo se entremezclan en su vida la tecnología y la construcción virtual de él mismo.

“Los dos crecimos en capital federal, que es muy edificio, muy avasallante: las redes fueron en la adolescencia un vínculo en esta maraña de caos, a él le pasó lo mismo”, explica Embalse sus reflexiones en torno a ese uso de la tecnología como una extensión de su cuerpo, lo primero que enciende al despertar y lo último con lo que se comunica al dormirse.

La parte observacional del documental refleja este uso; la porción introspectiva, al borde de lo experimental, en cambio, presentaba un problema, casi una paradoja: siempre el cine documental intenta retratar la realidad de otro, pero el acercamiento a la forma de “ver” de una persona ciega planteaba una paradoja.

“La escucha construyó la imagen”, comenta Embalse al respecto, aunque acepta que “siempre fue una de las contradicciones: ¿cómo poner a la gente en el lugar de Zezé a la gente, cuando yo veo? Es complicado”. 

Embalse pensó entonces en el modo en que las distintas tecnologías impactan sobre la forma en que vemos, y apeló a los distintos formatos que atravesaron la vida de Zezé para imaginar las imágenes que construía su mente: aparecen imágenes del celular, el VHS, registros analógicos, digitales, una convivencia de formatos. Porque “no es que Zezé ve de una sola forma en la película. Por eso, me interesaba el multiformato de su vida, la historia de la tecnología que él vivió, para construir las múltiples posibilidades de visiones que tenemos en los sueños y en la cotidianidad. No me gustaba una sola posibilidad de imagen: siempre hay múltiples visiones conviviendo, chocando en nuestro imaginario”.

Así, en “Qué hago en este mundo tan visual” convive el registro de la vida de Zezé y su viaje a Cataratas, con un registro experimental, realizado con cámaras en VHS, o digitales pero jugando con el pixel alto y la cámara tapada, además de momentos con la pantalla en negro y un uso de los colores que recuerda a “Blue” de Derek Jarman. Completan la variedad de registros animaciones en 3D, creadas para retratar otra mente, la de Siri: su voz es protagonista, narra, incluso es usada de forma irónica, e interactúa con Zezé, que establece un vínculo emocional con la inteligencia artificial, al punto de que cuenta que la primera persona que lo saludó en su cumpleaños fue Siri.

En uno de estos momentos en que Siri irrumpe, Zezé le pregunta cómo hace para ver. Descolocada, busca su respuesta en su internet mental, brinda varias respuestas incompletas, hasta que lanza: “No tengo ojos”. “Como Zezé, no ve, pero ve”, dice, al respecto, Embalse. “La tecnología nos hace pensar que no hay que tener ojos para ver”.

 

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