Einstein y una breve pero histórica visita a La Plata
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2020 | 02:34

Su célebre teoría de la relatividad lo había hecho acreedor en 1921 al Premio Nobel de Física, pero cuatro años después y con el despunte del nazismo en Alemania, el sabio Albert Einstein, de 46 años de edad, inició una gira de corte académico por numerosos países.
Se dice que buscaba un lugar donde radicarse, lo que finalmente hizo, como se sabe, en Estados Unidos. Pero lo cierto es que el 25 de marzo de 1925, cuando ya llevaba cinco meses de viaje, el científico llegó al puerto de Buenos Aires donde era esperado por una multitud, y permaneció cuatro semanas en nuestro país.
En la ciudad de Buenos Aires Einstein se alojó en la casa del barrio de Belgrano del empresario Wassermam Spiro.
Un día antes de su visita a La Plata, el científico concedió una entrevista en Buenos Aires a EL DIA, en la que manifestó su impresión de que Argentina era “un pueblo lleno de bríos cuyas actividades están absorbidas por los problemas prácticos que le ofrece el medio ambiente, y que por ello no ha dado este giro puramente científico a los estudios universitarios como sucede en Europa”.
Versiones que nunca fueron confirmadas fehacientemente, indicaban que el físico estaba particularmente interesado en nuestra ciudad, ya que le habían hablado de la excelencia de nuestra Universidad y de lo tranquila y apacible vida que por aquel entonces se podía llevar en La Plata.
Pero rumores al margen, lo concreto es que el dos de abril de 1925, en compañía del rector de la Universidad de Buenos Aires, José Arce, poco antes de las 11 de la mañana, Einstein, con su legendario sombrero de ala ancha, llegó a La Plata en un tren que había partido de Plaza Constitución.
Sobre el acceso principal de la Avda. 1 lo aguardaba un automóvil Ford T Runabout que se había dispuesto para su traslado por las calles platenses.
Desde la estación de trenes fueron directamente hasta el rectorado de la UNLP, en donde lo aguardaba, nervioso, el presidente de la Universidad, Benito Nazar Anchorena.
Tras una conferencia dictada por el titular de nuestra universidad, alrededor de medio centenar de invitados especiales participaron de un almuerzo servido en la sede del Jockey Club en agasajo del ilustre científico visitante.
A los postres, los Dres. Arce y Nazar Anchorena hablaron sobre los logros científicos de Einstein, quien, ante cada alocución, y traductor mediante, agradecía tímidamente con una sonrisa.
Luego del almuerzo, Einstein fue llevado en el automóvil de paseo por el centro de la ciudad para luego dirigirse hacia el Paseo del Bosque. Allí realizó una visita breve al Observatorio y luego se dirigió al Museo de Ciencias Naturales en donde recibió las explicaciones técnicas del caso por los docentes encargados de cada una de las salas.
A la salida del Museo lo esperaba el Ford T para llevarlo al Colegio Nacional donde tendría lugar un acto académico. Pero el físico prefirió ir caminando lentamente hasta su próximo y cercano destino por la Avenida Iraola, ya que contaba con tiempo suficiente.
No eran tiempos de selfies ni de autógrafos, pero varios vecinos que a esa hora paseaban por el Bosque se interesaron por la presencia de la distinguida visita.
En el salón de actos del Colegio Nacional lo esperaba un gran marco de público que participaría del acto en memoria del fundador de la UNLP, Joaquín V. González, oportunidad en la que, además, se dejarían inaugurados todos los cursos universitarios de la UNLP de ese año.
Al finalizar el acto académico brindó un concierto la Orquesta de la Escuela de Bellas Artes dirigida por Curubeto Godoy, quien en un momento y conociendo la afición de Einstein por el violín, lo invitó a realizar alguna interpretación.
Decidido, pero con humildad, el físico ejecutó el primer movimiento de la obra “Zapateado”, del violinista español Pablo Sarasate, ante lo cual fue ovacionado.
El acto en el Colegio Nacional terminó cayendo la tarde, momento en el que Einstein y Arce abordaron otra vez el coche que por la Avda. 1 los llevaría hasta la Estación para abordar el tren de regreso a Buenos Aires.
Posteriormente, varias personalidades universitarias locales dijeron que Einstein de alguna manera sufrió una desilusión con las posibilidades técnicas que la UNLP le ofrecía para hipotéticamente trabajar en el área de física, lo que en rigor era cierto comparando con las capacidades de las casas de altos estudios europeas y estadounidenses.
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