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La Ciudad |Los héroes anónimos, primera parte

Enfermeras y auxiliares, en la antesala del brote de coronavirus

Son los que están en mayor contacto con el paciente. Riesgo de contagio y temores. Pasión por una profesión que no siempre está bien considerada. Seis historias para conocer un eslabón fundamental del sistema de salud

Martín Cabrera

Martín Cabrera
mcabrera@eldia.com

30 de Marzo de 2020 | 04:33
Edición impresa

Suena el timbre en la pieza 125. Un familiar de la habitación 322 solicita atención inmediata. Se abren las puertas de la cocina, mientras una joven limpia el pasillo y los accesos por escaleras. Se retira el médico y deja sus indicaciones en el office. En el hospital de agudos San Roque de Gonnet es una mañana más, igual a otras, pero con la psicosis generada por el coronavirus sobrevolando cada rincón.

Los enfermeros y auxiliares, de ellos se trata, son un eslabón clave en el sistema de salud argentino. Para algunos, imprescindibles. Son el puente y el principal canal de contacto con el paciente. Son los que le tienden una mano y los que están en los momentos de mayor incertidumbre. Hoy, esta primera entrega de los héroes anónimos en plena pandemia, un viaje profundo a su mundo.

“Estamos en la trinchera esperando que nos toque el trabajo fuerte. Por suerte, más allá de las capacitaciones que recibimos, todos los compañeros tenemos un protocolo. Se toman medidas de seguridad. Ingresamos por otra calle y nos cambiamos al llegar y al irnos”, cuenta Andrés Sardón, radiólogo del San Roque y delegado gremial.

“La limpieza también es especial. Cada área tiene su lugar puntual”, continúa y adelanta que en el hospital se están preparando para cuando llegue el brote más fuerte. Hay un piso reservado para pacientes que necesiten atención especial y respiración artificial.

En referencia a los temores propios y ajenos que esta pandemia despierta en su seno familiar, no duda en responder que todos sus compañeros tienen muchas preguntas. “Nos estamos enfrentando a un ejército invisible. La familia tiene las mismas dudas que nosotros, pero en mi caso trato de no trasladarlas. Confío en que tomando los recaudos necesarios se contagie la menor cantidad de compañeros posible”.

“Tengo una hija de dos años y seis meses y una madre mayor a la que tengo que atender”, agrega respecto a la exposición que tendrá y los riesgos que correrá su grupo familiar.

Los enfermeros no son el rubro mejor remunerado del sistema de salud. Un sueldo promedio ronda los 35 mil pesos, en muchos casos por debajo en sus inicios. Por eso hay una gran cantidad de enfermeros y enfermeras trabajando alrededor del mundo, principalmente en Estados Unidos y Europa, donde se los reconoce mejor.

“El 80 por ciento de la estructura de la salud son los enfermeros. Son los que están en contacto con los pacientes, los que les dan los remedios y los cuidan. Y, son muchas veces, la contención de ellos y sus familiares. La salud es una gran familia en los hospitales. Y quedará demostrado en este momento. Desde la Federación, que conducen (Carlos) West Ocampo y (Héctor) Daer hacen mucho hincapié en nuestro trato con el paciente”, cierra su discurso.

El problema que viven en Europa

En Italia y España los enfermeros fueron, junto a los médicos, los personales de salud que más sufrieron los contagios. Incluso se llegó a pedir a través de las federaciones de aquellos países que los estudiantes recién se sumen en caso de necesidad. Sólo en Italia el número de profesionales alcanzado por el virus fue de 5700. Y en los últimos días se produjeron dos suicidios que dejaron en evidencia la crueldad de la enfermedad y la angustia que les genera a quienes deben asistir a los enfermos.

En La Plata, si bien no se espera un pico tan feroz, ya están contemplando la necesidad de sumar refuerzos en caso que el brote sea demasiado fuerte. Saben, que al igual que los médicos, habrá lugares por cubrir más adelante.

En la Ciudad de Buenos Aires, en ese sentido, se abrirá la convocatoria para cubrir 50 cargos de médicos de terapia intensiva y cuidados médicos, y a 200 enfermeros para atender posibles caso de coronavirus, a la vez que se incorporarán 100 camas de cuidados intensivos.

Viviana Spolverato, una enfermera de oficio

Tras recorrer el piso dos del hospital se suma a la charla Viviana Spolverato, una enfermera que lleva 37 años de trabajo en diferentes centros platenses. “Es una vocación”, avisa antes de sentarse unos minutos frente al cronista de este medio.

“Cuidamos a todos los pacientes y también a sus familiares. Y a los compañeros más jóvenes que empezaron a trabajar”, presenta el costado más humano de esta profesión, que en el Gran La Plata tiene más de 10 mil trabajadores, entre los que lo hacen en el ámbito público y los privados. A nivel provincial la totalidad de afiliados al Sindicato de Salud asciende a los 100 mil.

Estamos informándonos, nos pasan datos y protocolos de seguridad. Por suerte todavía no tenemos casos en el Gonnet. Espero que cuando se produzca el brote podamos estar a la altura y que tengamos insumos necesarios”, cuenta mientras se escuchan timbres y teléfonos que suenan y compañeras que van y vienen por los pasillos de paredes bancas y mosaicos grises . “Por ahora estamos muy bien, tenemos todos los insumos necesarios y la directiva nos brindó todo lo que pedimos”.

La pandemia todavía no explotó en La Plata. Pero tanto ella como el resto de sus compañeros saben que en menos de un mes la situación del hospital será completamente diferente. Si bien las medidas se tomaron con antelación, el número de pacientes infectados con el COVID-19 será importante.

“Mi marido y mi hijo me apoyan. Me conocen y saben cómo soy. No tienen miedo. Mi mayor preocupación la tengo con mis padres, que son mayores y tengo que cuidar. Les hago los mandados y trato de que no les falte nada, con los recaudos del caso”, explica de su situación familiar y los riesgos que toma al ir a trabajar todos los días al hospital.

Pero en sus 37 años de experiencia Spolverato no se asusta por las noticias que vienen desde Europa y Estados Unidos. “Estamos prevenidos por el dengue y sarampión. Ya pasamos varias epidemias en los últimos años”.

“No tengo miedo, confío en que todo va a salir bien. Tenemos un protocolo muy claro y si hacemos lo correcto va a ser bajo el número de compañeros contagiados”, sigue con su relato en referencia a los miedos al virus.

Lo mismo que Sardón, destacó el grado de compromiso y familia que hay en el sistema de salud: “No nos ponemos ninguna categoría, somos todos compañeros y nos cuidamos entre todos. En épocas difíciles se nota mucho más”.

El que los recibe, los lleva a las habitaciones y les da el alta

“Hace casi 30 años que soy camillero”. Así se presenta Marcelo Núñez, auxiliar del hospital de Gonnet. Lo dice con orgullo y pasión. Él también es parte de un sistema que durante los próximos meses estará en la mira de todos.

“Nosotros hablamos con los pacientes, los tranquilizamos. Somos la primera línea que está con un enfermo. Muchos lloran y tenemos que contenerlos, les hablamos, les contamos”, define su trabajo que al igual que enfermeros forman parte del mismo gremio.

A la hora de hablar de los temores por el COVD-19 cuenta que los tiene, como todos sus compañeros. Pero mantiene el mismo espíritu que los demás: “Mientras cumplamos con los protocolos la cosa va a funcionar muy bien”.

Antes del coronavirus Núñez tuvo una gran cantidad de vivencias dentro del hospital. Varias veces acudió con la ambulancia a rescatar a personas muy heridas en diferentes accidentes de tránsito. Pero su mejor recuerdo es el nacimiento de un bebé en la cuadra del hospital. “Asistí en el parto porque se precipitó. Fue algo maravilloso. Todos nosotros estamos preparados, pero una cosa es estudiarlo y otra llevarlo a la práctica, sobre todo cuando no es nada frecuente en nuestro trabajo”.

Núñez vive cerca del hospital. Se moviliza en auto y es el encargado de hacer las mandados para muchos de su barrio. “Como tengo que salir de mi casa todos los días me ofrecí para ayudar a varios vecinos que no pueden moverse de su casa”.

También están las historias de Yoana Milano y Marisel Gallardo, las encargadas de los turnos mañana y tarde del hospital. Están en un lugar clave, porque tendrán que aportar higiene a cada sector. “Nos estuvieron preparando y nos indicaron qué es lo que debemos hacer. Claro que es un riesgo, pero si hacemos las cosas bien no tendríamos que tener problema”, cuentan a dúo.

Luego Gallardo reflexiona: “Mi familia tiene miedo, pero les digo que si todo funciona bien tengo más riesgo de contagiarme en la calle que acá adentro. Ya tenemos un piso preparado para casos positivos y sospechosos”.

“Tenemos un protocolo. Hay que limpiar todas las cosas que con comunes. Los elementos están. Debemos estar atentos para no llevar nada”, aporta Milano, que entiende su función de cuidar a los pacientes y a todos los miembros del sistema de salud que van a estar afectados

El último en sumarse a la charla fue Lisandro Reyes, técnico en hemoterapia, que contó los efectos colaterales del coronavirus: se redujo notoriamente el número de personas que se ofrecen a donar sangre.

“Muchos tienen miedo y otros no pueden salir de sus casa. Pero por favor necesitamos que lo hagan, porque la vamos a necesitar en un futuro, para atender a algún paciente o para alguna cirugía de emergencia”, cierra.

Enfermeros y auxiliares, eslabón clave en una estructura de salud argentina que estará en boca de todos. Enfermeros y auxiliares, que quieren ser reconocidos como en otros países. Enfermeros y auxiliares, que quieren ser como los bomberos de Nueva York para el común de la gente.

Un piso del hospital de Gonnet está preparado para enfermos por el coronavirus

“Estamos en la trinchera esperando que nos toque el trabajo fuerte”, resalta Sardón

Los riesgos
Los enfermeros son los que más riesgos tienen de contagiarse, por su cercanía con los pacientes. En Italia, solamente, se infectaron 5700 trabajadores. Y la triste noticia llegó hace unos días, con el suicidio de dos enfermeras de un hospital del norte, producto de la angustia vivida.

 

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