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Deportes |Pablo Vicó y su cuarentena en la cancha de Brown (A)

“Estoy muy triste y tengo miedo”

El DT hace 22 años vive en el estadio del Tricolor. “Esto es una locura, a veces pienso que es un sueño”. Una historia singular

“Estoy muy triste y tengo miedo”

vicó hace la cuarentena dentro del estadio. y se siente muy solo

Walter Epíscopo

Walter Epíscopo
wepiscopo@eldia.com

22 de Abril de 2020 | 04:18
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Sin haber tocado las luces de Primera División o del fútbol del exterior, Pablo Vicó es un entrenador que no pasa desapercibido. Su historia está allí, arriba de la mesa. Las palabras le salen de lo más profundo del corazón. De las entrañas. Tiene la piel curtida por el fútbol y la vida. De barrios y canchas sin seguridad privada. Aquellas lesiones que lo obligaron a dejar de jugar a comienzos de los ´80 con tan solo 28 años y lo obligaron a colgar los botines sanaron; las de la vida no, y seguramente jamás se curen. Después de la muerte de su hijo en 2015 las cosas ya no serían iguales. El “Bigotón”... “Don Ramón”... el “Ferguson del Conurbano”... o simplemente el “Flaco” a sus 64 años no puede creer lo que vive. “Esto es una locura, a veces pienso que es un sueño”, dice. Su cara está en remeras, en banderas, en paredones, en billetes, en memes y hasta en el cuerpo de hinchas que se tatuaron su imagen. Sus iniciales están en su ropa del Club. Su nombre está en canciones de cancha, en un gran cartel en la entrada al buffet de la Institución y hasta en una calle de un barrio cerrado en San Clemente del Tuyú. Pero esa cara de tipo buenazo detrás de los ya históricos enormes bigotes hoy está triste por toda esta situación del coronavirus. Desde hace más de un mes está encerrado en el estadio de Brown de Adrogué, donde vive desde hace 22 años. “Esto es una tristeza querido. Acá no quedó nadie, está todo cerrado. Yo vivo en un departamento que está en la concentración del Club”, cuenta. En otro sector del predio, también está el utilero que vive allí.

Su historia tiene muchos puntos que son dignos de una película. Fue sereno de la pensión, encargado de cuidar y alquilar las canchas de tenis, técnico de baby fútbol y en inferiores, hasta que en 2009 le ofrecieron ser el entrenador del primer equipo. Sí, hace 11 años que dirige la Primera del Tricolor donde tuvo dos ascensos y un par de partidos históricos ganándole a equipos de Primera. “Brown es mi casa, pero de verdad eh... Yo salí de acá, después me fui a préstamo a Temperley que me compró, también estuve a préstamo en Tristán Suárez, y cuando Temperley me dejó libre jugué en San Miguel donde salí campeón. Era principio de los ´80 y ahí me retiré, dejé a los 28 años por lesiones. Tuve siete operaciones, tenía una familia, estaba casado y tenía que laburar, no podía estar dependiendo del fútbol. Me operaron dos veces de ligamentos y tuve yeso desde la punta del pie hasta arriba de la rodilla 5 y 6 meses. Te imaginás como me quedaba la pierna cuando me sacaban el yeso. Para recuperarme estaba entre 8 y 9 meses”, recuerda.

“A mi hija la veo a través de un portón. Me da la comida y se va. Y a mí se me caen las lágrimas”

Pablo Vicó, DT de Brown (A), vive en el estadio

 

Cuenta que mientras habla con este diario camina solo por el playón del Club mientras caen las primeras sombras de una noche otoñal. “Hace 22 años que estoy en el Club. Yo tengo mi departamentito, mi monoambiente, pero después de mi desgracia, estar solo ahí en un espacio muy reducido... Viste, prefiero estar acá en el Club donde siempre he vivido y me siento cómodo. Tengo espacio para caminar, me queda cerca a la mañana para levantarme e ir al trabajo”, dice largando una sonrisa pícara, ya que el ambiente donde vive está a pasos del campo de juego. “Después de 22 años viviendo acá, hacé de cuenta que esta es mi casa”, remata. La “desgracia” que nombra al pasar es el fallecimiento de su hijo Cristian de 40 años a quien seis delincuentes que escapaban de la policía chocaron cuando iba a trabajar en su camioneta.

A Pablo no le quedó otra que pasar la cuarentena solo en la cancha, obviamente un lugar que conoce bien, pero con tanto silencio y soledad, nunca lo había vivido. “A mi hija la veo a través de un portón, me entrega la comida y se va. Y cada vez que se va se me caen las lágrimas... ¿Sabés que feo es no poder abrazarla? No poder estar con mis nietos jugando... No, es muy triste todo esto Flaco. A veces me despierto y me digo, ´hoy tengo un día normal, esto fue un sueño lo que viví´. Pero no, ojalá esto fuese un sueño. No puedo creer las cosas que están pasando. Y me pregunto, ¿el primer mundo no está haciendo nada por un antídoto, una vacuna? La gente se está muriendo... ¿hicieron esto a propósito? Esto es la tercera guerra mundial. No sé... ¿hicieron la guerra de las bacterias? Yo no puedo entender cómo se está muriendo la gente y dicen que la vacuna estará para el año que viene. Yo no lo puedo creer. Como se mueren en España, en Italia, en Francia, en Estados Unidos. ¡Es el primer mundo! Por favor, ¿qué está pasando? Honestamente te digo, estoy asustado. Yo soy una persona de riesgo. Y me cuido eh... me lavo las manos cada una hora, ya no tengo yemas casi. Estoy con el alcohol en gel, me baño dos veces por día. Apenas termino de hacer ejercicio en el gimnasio lavo la ropa. Hago todo lo que piden y dicen. Después, si me toca agarrármela bueno, qué querés que haga. Mala suerte”.

La charla sigue y cuenta que, “ya no miro los noticieros, no me interesa saber. Pongo el canal de música o el de deportes, nada más. Me llaman muchos entrenadores durante el día como Iván Delfino, el Huevo Rondina, el Flaco Vivaldo para saber cómo estoy, y yo les digo que quiero estar bien pero bueno... Y me dicen, ´Flaco, no mires los noticieros que te vas a amargar´, y me mandan fotos que están preparando comida, haciendo un asado, haciendo un bizcochuelo”.

La gente que lo conoce se ha preocupado por él y hasta le armaron un video para que sienta que no está solo a pesar de la cuarentena. “Me han hecho un video los hinchas de Brown que lo ves y se te caen las lágrimas. Yo lo miraba y se me caían las lágrimas de verdad, a mi hija también. La gente está preocupada por mí, cómo me siento, cómo me estoy cuidando, saben que llegó un momento que estaba medio bajoneado porque estoy solo... de verdad la gente estaba preocupada. Yo tomo 12 pastillas por día. Hace unos años, después de la muerte de mi hijo, tuve un infarto muy grande. Estuve internado en El Cruce de Varela cinco días en terapia y me recuperaron todo a base de medicación. De hace 5 años a esta parte tomo todos los días seis pastillas a la mañana y seis a la noche. Una de esas de la noche, es para poder descansar”.

UN DIA DE CUARENTENA

Desde que se suspendieron todas las actividades en el inicio de la segunda quincena de marzo las cosas cambiaron para Vicó. Ya no sale y apenas espía para afuera por el portón de ingreso al Club. La rutina sin esperar por los jugadores cada mañana cambió. “Como se que no tengo nada que hacer me levanto a las 9, empiezo a limpiar todo mi departamentito con cloro... Desinfecto todo. Tardo una hora más o menos y me siento a tomar unos mates y como algo. Después salgo y como acá también está el utilero charlamos un rato, nos preparamos la comida o sino mi hija me trae algo para comer. A la tarde me meto un rato en el gimnasio, trato de hacer ejercicios que puedo para mantenerme bien. Me pego una ducha, lavo mi ropa. Y después salgo a caminar por adentro del Club, por todo el playón, subo a la tribuna y miro la cancha. No puedo hacer otra cosa. Hace más de un mes que no salgo de acá”.

Las tardes parecen eternas mirando la cancha con los pastos altos y las tribunas vacías, pero no hay mucho más que hacer. “Me voy a la tribuna, me subo arriba de todo, miro los arcos y me acuerdo de cada partido, donde se hicieron los goles importantes, imagino lo que vamos a hacer cuando arranque de vuelta esto porque el pasto de la cancha está muy crecido. Acá no hay empleados, no hay nadie, los portones están cerrados. Imaginás cosas, divagás... Después ya entro y a la noche me preparo para leer algo”, dice entusiasmado, y cuenta, “estuve leyendo lo de Pep Guardiola. También de Bielsa. Algo de Bilardo. Por YouTube miro muchos trabajos para cuando esto arranque de vuelta. Siempre tratando de estar preparado para cuando volvamos a entrenar. Nosotros somos ocho personas el cuerpo técnico”, remata y cuenta que conforman un muy buen grupo de tareas que podría trabajar tranquilamente en Primera. Y todavía tiene la ilusión de cumplirlo, con Brown de Adrogué o con otro equipo, porqué no.

ES LOCAL EN TODOS LADOS

Vicó es de esas personas con las que es muy difícil no tener empatía. Más allá del trato de “usted” en el inicio de la charla, al rato cambia por el “Flaco” o “Flaquito”. Ese personaje querible además supo lograr dos ascensos a la B Nacional donde el Tricolor está actualmente, conformar un equipo duro que supo ganarle de visitante en la segunda categoría del fútbol a equipos como Talleres de Córdoba (4-1 en 2013), Unión de Santa Fe (2-0 en 2014), Huracán de Parque Patricios (1-0 en 2013), Independiente (2-1 en 2013, retirándose aplaudidos por el público local), y en una de sus noches más recordadas, eliminar justamente al Rojo de Avellaneda en la cancha de Lanús 4-3 por penales (habían empatado 1-1 en el partido) en la Copa Argentina en 2018.

Y Pablo aún no puede creer el cariño que le da la gente. “Me hicieron cinco facebooks, pero no son míos, me los hace la gente. A veces me da miedo eso porque no soy un tipo de contestar, de faltarle el respeto a nadie y tengo miedo que aparezca un comentario fuera de lugar. Yo no contesto a nadie, la gente los hace, qué se le va a hacer, la gente es así...”, dice recuperando un poco la sonrisa, y sigue, “no hay Provincia que recorra que la gente no me demuestre su cariño. Es raro que yo vaya a una cancha de fútbol en el Nacional B y la gente me trate mal. Todo lo contrario, jamás me insultan. Cuando no juega Brown y tengo tiempo, voy a ver a Temperley que es el rival a vencer que tenemos nosotros. Mirá, los capos de la hinchada me esperan y me llevan hasta la platea. En la cancha de Los Andes, me adoran. Vaya a la cancha que vaya no tengo problemas y siempre soy bien recibido. En Morón, entro a la platea y a veces me da vergüenza porque la gente se pone de pie y me aplaude. No sé, será porque yo jamás cargué a nadie ni me metí con nadie. Nunca falté el respeto ni hice declaraciones estruendosas para ofender a la gente. Me piden 200 fotos y yo me saco 201. Cuando voy a la costa de pretemporada a Gesell mi cuerpo técnico me dice, ´no, listo, nos vamos´. Se me acerca gente y estos se van, me dejan solo porque me saco muchísimas fotos con hinchas de todos los equipos”.

La charla llega a su fin, la realidad otra vez pesa mucho. “Yo te digo honestamente Flaquito, estoy muy triste y tengo miedo... Ojalá se encuentre una solución y esto pase lo antes posible”, dice Pablo Vicó y la frase queda flotando en el aire mezcla de ilusión y dolor. Como la vida misma.

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