En cuarentena y con el maldito cartelito de “no hay cigarrillos”
Edición Impresa | 7 de Mayo de 2020 | 01:37

SERGIO SOIRIFMAN
Sólo el fumador sabe lo que significa el cartelito de “no hay cigarrillos”. Es un puñal al corazón. La cuarentena nos cambió la vida y el cigarrillo, guste o no, es un gran cable a tierra para el que decidió arruinarse la salud. Al fumador lo acompaña en las buenas y en las malas, en estas últimas especialmente. Y hoy no tenerlo es un problema más a lo cotidiano.
Venía bien la mano. En el arranque de cuarentena, por mi barrio -La Loma- te vendían los atados y marca que querías, después de a dos por vez y lo que había, cosa que a ningún vecino le importaba, el tema era volverte a casa con algo que tire humo. Hace cuatro días empezó a venirse el mundo abajo, sólo un atado por persona y con una larga fila de caras desconocidas, lo que hacía presumir que muchos “andaban de recorrida”. Rápido de reflejos y para terminar de convencerme de que la mano venía pesada, hice lo mismo con resultado negativo, ya no había ni “chala”. Hice una pasada por la estación de servicio de 44 y 31 y sólo pude decir buenos días y gracias. Lo mismo que en 44 y 22. Seguí confiando en mi abastecedor, pero desde ayer chau, chau, adiós. Apareció ese cartelito que no quería ver, el que por ser cliente me habían anticipado.
Un puñal al corazón, pero con una salida de emergencia. Aparecieron pegados en la vidriera paquetes de tabaco, los que seguramente tendrían de antaño, papel y filtros para armar tu propio pucho, al que hay que hacer un curso, y muy acelerado, para lograrlo.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE