La carga laboral de los docentes en cuarentena

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Una encuesta nacional realizada por el Sindicato Argentino de Docentes Privados entre ocho mil maestros y profesores de distintos niveles educativos permitió comprobar que, por la cuarentena que los obliga a desempeñar sus tareas desde sus hogares, los educadores trabajan más horas que antes. Se trata de una realidad que, asimismo, comprende a la docencia de las escuelas públicas, también obligada a extremar esfuerzos para poder desempeñarse en forma remota y que mereció un pedido de los gremios docentes para fijar un protocolo de trabajo.

Como se sabe, la vigencia del coronavirus no admite el dictado de clases presenciales, de modo que los docentes deben echar mano a los recursos tecnológicos desde sus domicilios y ello, en un contexto de aislamiento social con consecuencias emocionales, redunda en un agobio particular, con una recarga de responsabilidades difícil de enfrentar.

Los resultados de la encuesta en el sector privado demuestran que el 63 por ciento de los docentes a cargo de los niveles maternal, inicial, primario, secundario, terciario y universitario, les dedican a las tareas pedagógicas más de 5 horas por día. Dentro de ese grupo, un 30 por ciento trabaja más de 8 horas diarias, mientras que un 33 por ciento lo hace entre 5 y 8 horas diarias.

En relación a la recarga horaria, fuentes del sindicato concluyeron que, a partir del aislamiento social obligatorio, la jornada laboral docente ya no es la misma: las tareas y la dinámica familiar han sido alteradas. Y eso se explica, según se remarcó, por la modificación en el escenario donde se desarrolla la tarea de enseñar, que ya no es en un lugar físico, de vínculo presencial con el alumno, sino que la función parte de los hogares de los mismos maestros y profesores

Cabe consignar que en publicaciones realizadas por este diario, se analizó también la situación que enfrentan docentes de las escuelas públicas, que resultan ser similares e, inclusive, más acentuadas en algunos casos, que las de sus colegas del sector privado. Así se detalló el ejemplo de maestras y maestros de una escuela Normal de nuestra ciudad, que le prestan celulares a alumnos que no tienen, les llevan la tarea impresa o el bolsón de comida a sus casas y se ocupan también de contener a las familias de sus estudiantes. Además de atender, muchas de ellas, a sus propios hijos.

Tal como se reseñó en este diario, alumnos de pequeña edad que “perdieron” el mundo exterior; padres angustiados por no poder trabajar; familias “encerradas” entre la incertidumbre y un virus desconocido, tienen en la maestra la figura de referencia. Ella es la que explica, contiene, escucha y enseña. Y luego de largas horas de trabajo en su hogar, muchas más que se ocupan de su propia familia, porque las tareas de cuidado siguen muy descompensadas.

Organizar video-llamadas para explicar la continuidad de la tarea. Filmarse contando cuentos para que los niños continúen con la ‘rutina’ semanal de escuchar uno narrado por la maestra. Grabar audios o videos orientando a los papás para que puedan guiar a los chicos en la resolución de las tareas. Proponer actividades de encuentro y resolución con la familia, a través de juegos, desafíos, construcción de títeres, o incluso actividad física. Hacer lo imposible por contactar a aquellas familias que están necesitando una bolsa de alimentos. Todo eso y mucho más es parte de la tarea docente en esta larga cuarentena.

Señalados en ocasiones por algunos, hasta vilipendiados a veces por otros, los docentes de nuestro país sostienen a todo trance la enseñanza y vienen dando magníficas muestras de esfuerzo, de generosidad, de imaginación creativa, de amor por sus alumnos. Hoy son, al igual que aquellos que desempeñan actividades imprescindibles -que las vienen sosteniendo con riesgos y enorme sacrificio, un ejemplo a seguir.

 

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