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Más de 150 pacientes ya recibieron plasma, pero hacen falta más donantes

Sólo el 10% de los recuperados de COVID-19 donó y en el área provincial de plasma se trabaja al día, con el material justo. Buscan fomentar donaciones frente a la suba de los contagios. Según expertos, el tratamiento da buenos resultados, evita que pacientes graves lleguen a las terapias y reduce los tiempos de internación

Más de 150 pacientes ya recibieron plasma, pero hacen falta más donantes

Omar Giménez
ogimenez@eldia.com

28 de Junio de 2020 | 03:28
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“Tal vez este sea mi último mensaje” 

Este breve texto, escrito en respuesta a una amiga que le preguntaba por WhatsApp sobre su estado, congeló en el celular de Vigo Murga (68) un testimonio tan sincero como dramático  del momento más difícil de su vida: ese en que Vigo, a pesar de haber superado en épocas pasadas dos tumores, creyó por primera vez que se moría. 

Fue el jueves 11 de junio. Ese día Vigo, un cirujano plástico que estudió y vivió en La Plata entre 1973 y 1985 y hoy trabaja en el hospital Fiorito de Avellaneda, sintió que la vida se le escapaba inexorablemente poco después de haber sido diagnosticado con coronavirus y mientras estaba internado y aislado en el hospital donde trabaja. Notaba que los antibióticos que estaba recibiendo no le hacían efecto mientras su dificultad para respirar se volvía cada vez más pronunciada: “Era como tener una pelota que se inflaba cada vez más adentro de mis pulmones”, describe.  Entonces le pidieron autorización para tratarlo con plasma de convaleciente: “Casi sin aliento, dije que si. A las 24 horas me sentía un poco mejor. Para el final del viernes ya respiraba bien, era otra persona. Ese fue sin duda el día más feliz de mi vida”, le cuenta ahora a este diario, ya recuperado,  desde el living de su casa.

Vigo es una de los 158 pacientes que hasta la última semana habían sido tratados con plasma de convaleciente en la Provincia, una terapia contra el coronavirus que está arrojando buenos resultados para tratar a pacientes moderados, graves y críticos y que en nuestra ciudad ya se aplica en hospitales como el San Juan de Dios, el Rossi, el San Martín y el Sor María Ludovica.

Con todo, se trata de una opción que está atada a la donación de plasma por parte de los recuperados. Y hasta ahora los índices de donación son muy bajos en el ámbito provincial: sólo donó alrededor del 10% de quienes dejaron atrás la enfermedad. Algo que preocupa a la luz de la escalada de los contagios de las últimas semanas, de la que se deduce que el plasma se va a necesitar cada vez más en los próximos días. Frente a este panorama se busca concientizar sobre la necesidad de donar y hasta una ley que ya fue aprobada en Diputados apunta a crear una campaña nacional con ese fin.

Antonella Mascazzini, una médica residente del Hospital Gutiérrez que fue diagnosticada con coronavirus en el mes de abril es una de las recuperadas que eligió convertirse en donante. Desde que se recuperó donó dos veces plasma para pacientes graves y  se dispone a hacerlo por tercera vez en los primeros días de julio. Antonella explica su decisión de donar de una manera directa, llana: “Uno siempre debería hacer lo que quisiera que hagan por uno”.

Una luz de esperanza

Pero, ¿en qué consiste la donación de plasma y porqué se ha convertido en una luz de esperanza para tratar a pacientes con coronavirus?

En principio no se trata de nada nuevo:  la Argentina tiene una larga experiencia en el uso terapéutico del plasma a partir de la fiebre hemorrágica argentina, enfermedad provocada por el virus Junín. A principios de la década de los ´70, el investigador argentino Julio Maiztegui  desarrolló una terapia con plasma de convalecientes, dotado de anticuerpos, que llevó a reducir del 30% al 3% la tasa de mortalidad por esa enfermedad. La misma lógica se emplea hoy con plasma de convalecientes de COVID-19.

Según explican los especialistas, el plasma es la porción líquida de la sangre  (lo que queda tras remover los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y todo el resto de las células de la sangre) y contiene componentes como hormonas, proteínas, vitaminas, sales y grasas. Cuando alguien sufre  una infección, su organismo reacciona creando anticuerpos que permanecen mucho tiempo almacenados una vez que el paciente se recupera.  Muchos  recuperados de  COVID-19 tienen una cantidad importante de anticuerpos en el plasma. La terapia consiste en usar ese plasma en pacientes infectados para aliviar los efectos de la enfermedad.

Se trata por ahora de una terapia experimental y si bien no está comprobado que se vaya a convertir en el tratamiento definitivo para pacientes con coronavirus, lo cierto es que es uno de los que más expectativas genera, según reconocen en las terapias intensivas. Sobre todo después de que muchos de los tratamientos que se comenzaron a usar con la irrupción del nuevo virus  fueron mostrando sus limitaciones, ya sea por los graves efectos secundarios que producían (como en el caso de la hidroxycloroquina, un fármaco utilizado antes del coronavirus contra la malaria) o por no haber demostrado resultados del todo satisfactorios, como algunos de  los antivirales creados en el marco de la lucha contra el virus HIV.

Luis Cantaluppi es coordinador del área de plasma del ministerio de Salud de la Provincia y destaca que “aunque por la cantidad de casos tratados hasta ahora no podemos sacar conclusiones avaladas científicamente, sí podemos decir que los tratamientos con plasma están arrojando buenos resultados en pacientes moderados, graves y críticos con coronavirus”,
Puntualmente, según sostiene el especialista, el plasma aplicado a tiempo está evitando que pacientes complicados lleguen a terapia intensiva. Una situación con un doble beneficio ya que, en momentos en que la ocupación de camas de  cuidados intensivos supera el 50%  en el Area Metropolitana de Buenos Aires, no sólo implica una mejora para el paciente tratado, sino que libera una cama de terapia que de otro modo hubiera estado ocupada en un momento clave.

Por otro lado se comprobó que cuando se utiliza en pacientes que ya están en terapia, el plasma permite reducir los períodos de internación -que para el COVID-19 son largos y promedian los 28 días- en hasta cinco días.

“El uso de plasma genera expectativas porque ha permitido que se recuperaran, incluso, pacientes oncológicos o con patologías complejas asociadas”, dice Cantaluppi.

Vigo Murga, recuperado de dos tumores es un buen ejemplo de ello. Pero el caso más resonante de este tipo de recuperación tuvo lugar en la última semana, cuando dejó el hospital en que estaba internado el intendente de Lomas de Zamora Martín Insaurralde, tratado con plasma, y que antes había superado un cáncer y padece asma, dos factores que lo convertían en paciente de  riesgo.

Con todo, los expertos destacan que tampoco se trata de un recurso infalible, ya que no reduce los daños ya provocados por el virus, sino que lo que hace es detener su replicación.
Para Cantaluppi, uno de los  aspectos más prometedores del plasma es que “sabemos que es seguro. Y eso nos da la posibilidad de avanzar”.

El protocolo existente en la Provincia establece que el plasma se utiliza en pacientes moderados, graves y críticos y contempla hasta dos posibles aplicaciones.

“Por lo general con una basta. La mejoría se produce entre las 24 y las 36 horas de que el paciente recibió el plasma”, dice Cantaluppi.

El uso de plasma convaleciente no se circunscribe a la Argentina y, con el avance de la pandemia,  gana terreno en todo el mundo. Según destaca el referente del área de plasma bonaerense: “actualmente hay un estudio en marcha en Estados Unidos a partir de 38.000 casos. Se estima que de ese trabajo surgirán las primeras conclusiones científicas de peso sobre los resultados de la terapia”.

Pocos donantes

Magdalena Lamenza, una residente de ginecología del hospital Gutiérrez que se contagió coronavirus en el mes de abril y desarrolló una forma leve de la enfermedad, nunca antes había donado sangre. Se decidió a hacerlo cuando le dijeron que su plasma podía favorecer a pacientes que sufrían formas graves del COVID-19.

“Cuando me lo explicaron me pareció que estaba buenísimo poder ayudar y decidí donar. Es bárbaro pensar que ese acto tan sencillo, que no duele ni representa una molestia, puede ayudar a mejorar, no a uno, sino a varios pacientes graves. Es lo que le diría a cada persona que tuvo coronavirus: que done. Porque actualmente son pocos los que lo están haciendo”, sostiene.

La realidad que Magdalena Lamenza describe se nota también en los números: hacia el fin de la última semana, dentro del universo de más 2.000 recuperados que tiene la Provincia y que pueden considerarse potenciales donantes sólo 200 habían donado.

Como consecuencia de esta situación, los protocolos establecidos para administrar el plasma en el ámbito bonaerense hoy trabajan al día, con lo justo.

“Lo que se extrae a diario se utiliza en el mismo día, a lo sumo al día siguiente y de acuerdo a los criterios de los médicos que van considerando cuáles son los casos prioritarios”, indica Cantaluppi.

El paciente al que se suele considerar el más indicado para empezar este tratamiento es el que atraviesa un momento crucial: el de decidir si se lo traslada o no a una unidad de cuidados intensivos.

Son por lo general afectados que presentan una saturación de oxígeno  por debajo del 93%, que presentan inflamación pulmonar y dificultad respiratoria.

La situación llevó a que, en los últimos días, varias iniciativas apuntaran a la organización de campañas de concientización para la donación de plasma. Entre ellos un proyecto de ley de la cámara de diputados de la nación que obtuvo media sanción el último viernes. 

Con todo, la conciencia es apenas una parte de la cuestión: muchos de aquellos que tuvieron COVID-19 no pueden convertirse en donantes aunque quisieran porque no generaron anticuerpos suficientes. Y otros porque están impedidos debido a diversas razones.

Así, se estima que un 15% de quienes superaron el coronavirus no disponen suficientes anticuerpos  para convertirse en donantes.

“Esto suele suceder sobre todo en la gente joven y en los asintomáticos. Los que generan más anticuerpos y cuyo plasma podría resultar mas útil son los pacientes mayores y que desarrollan formas más severas de la enfermedad. Pero los pacientes de más de 65 años no están habilitados para donar porque son población de riesgo, así que el universo de posibles donantes se va restringiendo”, describe Cantaluppi.

La lista de recuperados que no pueden donar reconoce otros ítems: se estima que hay un 20%  de la población que queda afuera de cualquier tipo de donación  de sangre por una suma de causas entre las que se cuentan pesar menos de 50 kilos , tener hepatitis o VIH o padecer afecciones cardíacas o diabetes.
A todos estos factores se suma, entonces, el cultural, que también pesa:

“Cuesta que los pacientes donen, probablemente no tenemos una cultura de la donación”, dice Cantaluppi.
Cada paciente  puede donar entre 3 y 4 veces con lapsos intermedios de alrededor de 20 días.

Es por eso que Antonella Mascazzini decidió que va a donar todas las veces que pueda: “en cada donación se sacan entre 600 y 800 centímetros cúbicos, con los que se puede aplicar la terapia a entre tres y cuatro personas que están graves. Yo doné sangre toda la vida. ¿Cómo no voy a donar ahora?”, se pregunta la médica y alienta a otros recuperados a donar.

Sobre todo en estos días, en que crece el número de contagios y, con ellos, la necesidad de plasma para atender a los pacientes más graves.

 

 

Hasta 4
Pacientes moderados, graves o críticos pueden recibir el tratamiento con el plasma de un solo donante. Elñ plasma n o reduce el daño ya provocado por el virus. Pero sí permitye «detener la viremia, vale decir la replicación del virus», lo que implica una mejopría del paciente

 

0800-222-0101 es la línea de Cucaiba a la que pueden llamar los interesados en donar

 

 

 

 

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“Me faltaba el aire y sentía que se me escapaba la vida. Con el plasma convaleciente me recuperé en 24 horas.” -  Vigo Murga (68), médico recibido en La Plata, recuperado con plasma

“Está buenísimo saber que el acto tan sencillo de donar puede ayudar, no a uno, sino a varios pacientes graves” - Magdalena Lamenza, donante de plasma

“Uno siempre debería hacer lo que quiere que hagan por uno” -  Antonella Mascazzini, donante de plasma

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