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El Mundo |LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN

Reconciliar víctimas y verdugos del apartheid, el sueño inacabado

27 de Diciembre de 2021 | 01:36
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Durante el segundo día de audiencias de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (TRC) para investigar los crímenes cometidos durante el apartheid en 1996, Desmond Tutu escondió la cabeza entre sus manos y rompió a llorar.

Frente a él se encontró a Singqokwana Ernest Malgas, en silla de ruedas, un antiguo preso político de la famosa cárcel de Robben Island. Ante la comisión presidida por el arzobispo Tutu, contó las torturas sufridas a manos de la policía: fue colgado por los pies, con la cabeza en una bolsa, con el cuerpo suspendido. Entre 1996 y 1998, las sesiones de la comisión sacudieron a todo el país. Los sudafricanos siguieron por televisión todos los domingos los resúmenes semanales, en ocasiones difíciles de soportar.

Muchos telespectadores descubrieron el horror y la brutalidad del régimen racista blanco, al que puso fin la elección presidencial de Nelson Mandela en 1994.

Durante dos años, militantes negros, funcionarios de seguridad del régimen, torturadores, víctimas y familiares de desaparecidos pasaron ante la Comisión.

Tutu escribió más tarde en su voluminoso informe de siete tomos que quiso hacer de la Comisión un “espacio donde las víctimas pudieran compartir la historia de su trauma con el país”. La idea en sí del TRC fue revolucionaria. Los verdugos y dirigentes que lo desearan pudieron confesar sus crímenes a cambio de la amnistía. Pero con una condición: Tutu insistió en que solo se daría la reconciliación y el perdón cuando hubiera una revelación plena de los hechos.

Al contrario de los juicios del régimen nazi, los del apartheid no buscaron “juzgar la moralidad de los actos cometidos, sino impulsar la sanación nacional, la reconciliación y el perdón”, explicó Desmond Tutu, que rechazó que la justicia fuera “por naturaleza venganza y castigo”.

Él defendió “una justicia más interesada en corregir los desequilibrios y restablecer las relaciones rotas que en castigar”.

Sin embargo, tras el informe de Tutu, el gobierno apenas siguió sus recomendaciones. No se llevó ante la justicia a aquellos oficiales o dirigentes que no participaron de la Comisión y la desigualdad económica entre negros y blancos persiste. Tutu fue lapidario: “El modo en cómo gestionamos la verdad una vez dicha define el éxito del proceso. Ahí tuvimos un trágico fracaso”, confesó con tristeza en 2014. Aunque para sus colaboradores, solo es una misión inacabada. (AFP)

 

 

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