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Enseñanza alternativa: el desafío de educar en tiempos de pandemia

Ante las vicisitudes sanitarias, las escuelas “no tradicionales” extreman su creatividad para seguir ofreciendo una educación activa, enfocada en la experiencia y el encuentro. Cómo vivieron el 2020 y cómo adecuan sus procesos a los entornos virtuales

Enseñanza alternativa: el desafío de educar en tiempos de pandemia

Por ahora habrá que esperar para poder estar así de juntos. Las escuelas de enseñanza alternativa buscan formas de adaptarse

Cecilia Famá

Cecilia Famá
vivirbien@eldia.com

25 de Abril de 2021 | 08:58
Edición impresa

María Montessori dice que “la primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle”. Las escuelas que aplican el método de enseñanza que lleva su nombre y otros afines, orientados a la educación no tradicional, enfrentan desde hace más de un año un desafío quizás aún mayor que el resto. ¿Cómo conservar el espíritu libre, el contacto con la naturaleza, la importancia de los encuentros y de la experimentación sin el espacio físico propicio para hacerlo? Nos lo cuentan directivos, docentes y padres.

La semana pasada, luego de la decisión del Gobierno de suspender las clases presenciales, en principio hasta el 30 de abril, una veintena de emprendimientos oficiales de gestión privada platenses emitió un comunicado que se titulaba “Mejor en la escuela”, firmado por propietarios y representantes legales.

Estar al aire libre es una de las opciones para enseñar a los chicos y evitar contagios

“Como comunidades educativas aceptamos la medida gubernamental de suspensión de las clases presenciales, porque consideramos que es una medida empática con el sistema de Salud ante la grave situación sanitaria que atraviesa nuestra ciudad, y necesaria para poder reducir los casos de COVID-19”, explican desde NEA, Manantiales, Haras del Sur College, Mil Travesuras, Instituto de Enseñanza y Albores, entre otras instituciones: “Pero la consideramos transitoria. Hemos adecuado nuestros establecimientos, implementado protocolos y capacitado a todo el personal, tanto docentes como auxiliares, y cumplimos con lo establecido en el Plan Jurisdiccional de la provincia de Buenos Aires para un regreso seguro a las clases presenciales. Sobre el mismo hemos basado la comunicación con las familias y hemos sido permanentes agentes de concientización y prevención”.

“La experiencia recogida en lo que va del año -coincidente con la del resto del mundo- muestra una baja incidencia de las clases presenciales en la cantidad de contagios. Según datos del portal Cuidar Escuelas al 5 de abril, solo el 0,12% de los alumnos y el 0,79 % del personal docente y no docente resultó positivo para el virus. Somos testigos activos de lo importante que es para los niños, niñas y adolescentes asistir a la escuela, tanto para el logro de aprendizajes significativos como para su bienestar emocional”, aseguran.

LA NECESIDAD DEL ENCUENTRO

Mariana Soler es profesora de música, co-creadora y representante legal de la escuela Arandú. Junto a su esposo, Martín Romano, fundaron la institución en 2017. Allí concurren sus hijos, Sofía y Matías, y unos 130 niños y niñas más. Cuenta con jardín de infantes desde sala de 3 años y primaria, y 24 docentes. La incorporación de la secundaria está proyectada para 2023.

“En Arandú nos enmarcamos dentro de la filosofía de la escuela viva, que toma al niño como protagonista de su proceso de aprendizaje y le brinda un entorno adecuado, que consiste en el acompañamiento de adultos respetuosos y un ambiente preparado con recursos variados, que invita a la exploración y la construcción de aprendizajes. Concebimos la escuela como un organismo vivo, que tiene sus bases firmes, pero se transforma en función de las necesidades de su comunidad. Se nutre de las distintas corrientes y pedagogías (Reggio Emilia, Waldorf, Montessori, tradicional) pero no es dogmática, no piensa en aplicar un método sino en ver y escuchar la individualidad”, cuenta la docente.

“Los encuentros virtuales fueron muy bien, aunque se extraña verlos en persona”

 

Desde que comenzó la pandemia, admite, enseñar ha sido un desafío: “no se trata de sentar a los chicos cuatro horas frente a la pantalla. Creemos que el aprendizaje verdadero ocurre en el encuentro. El desafío es crear momentos significativos, aprendizajes que perduren, y acompañar afectivamente a las familias en estas circunstancias. Para esto, durante el último año, hemos desplegado distintas estrategias, planteando los encuentros como propuestas y conectándonos individualmente con las familias que tienen algún inconveniente, ya sea tecnológico o de otro tipo. Hemos entregado kits para que trabajen en las casas, usando material concreto de arte o de matemáticas; hemos involucrado en la labor el movimiento (búsquedas del tesoro con complicidad de los padres, lectoescritura con objetos de la casa, etcétera), y también aplicamos la idea de Francesco Tonucci de tomar la casa como un laboratorio, creando producciones audiovisuales colectivas de lectura y dibujo”.

“El equipo docente ha trabajado mucho y ha realizado propuestas muy ricas, pero no hay dudas de que es mejor en la escuela, donde el encuentro real está asegurado, donde surgen muchas más vivencias significativas, y el seguimiento y acompañamiento se realizan en el día a día, compartiendo la presencia. Este año tuvimos siete semanas hermosas en la escuela: niños, familias y docentes muy contentos por encontrarse, por cómo se venía dando el aprendizaje; nadie quería que esto se interrumpiera. El último día varios nenes se fueron de la escuela con lágrimas en los ojos. Uno de los chicos le pidió a la maestra que dé las clases por zoom desde el aula, para no extrañar tanto la escuela. Rápidamente el equipo se puso a trabajar para arrancar la virtualidad de la mejor manera posible, se prepararon los esquemas de clases como un recorrido visual para que los chicos sepan qué van a trabajar cada día. Los encuentros virtuales empezaron muy bien, aunque se extraña verlos a diario en persona, todos sabemos que es mucho más rico en la escuela”, cuenta la docente de la escuela de Gorina.

Mónica con sus hijos Simón y Nina

Por su parte, Ana Clara Tortone, contadora y docente, a cargo del área de Estrategia y Relaciones Institucionales de la escuela y jardín Aire Libre, señala que “este año iniciamos el ciclo lectivo habiendo implementado con suma responsabilidad y convicción todos los protocolos sanitarios necesarios para cuidarnos en la comunidad educativa. Y entusiasmados por la posibilidad de tener presencialidad, dado que creemos que todo siempre es mejor en la escuela. Pero tenemos las herramientas disponibles para la virtualidad; de hecho, frente a la decisión por parte de las autoridades nacionales de implementar el aislamiento obligatorio y la consecuente suspensión de clases presenciales, implementamos la misma metodología que desarrollamos durante 2020 a fin de garantizar la continuidad pedagógica a distancia”.

“Usamos las herramientas puestas a disposición por Google Suites, para lo que capacitamos a todo el personal docente en el dictado de clases mediadas por la tecnología, como así también a las familias para que puedan acompañar de la mejor manera el aprendizaje de los niños y niñas. Todas las actividades escolares tienen su espacio en la virtualidad, con un horario adecuado y poniendo por delante siempre lo vincular y lo emocional. Cada familia posee una cuenta de correo creada ‘ad-hoc’ por airelibre.edu, a la que se envían las actividades y los horarios -que a su vez están disponibles en el calendario de Google-, y en Google Meet se comparten las clases sincrónicas mientras que las propuestas pedagógicas se envían a través de Classroom, cumpliendo de esta manera con la currícula de cada año”, describe Tortone.

La escuela de Gonnet comenzó a funcionar, con nivel inicial, en 1982. Cuenta con nivel primario desde 2016. Este año egresa la primera promoción de 6º año, y se prevé que el secundario arranque en 2022. Actualmente asisten 244 niños y niñas. Su modelo pedagógico nació de la mano de la fundadora de Aire Libre, la psicóloga Alicia “Monona” Rodrigo, quien ha sabido conformar equipos de colaboración integrados por distintos profesionales para actualizarlo de manera constante, conservando siempre la misma calidad. Es un modelo que se atribuye “profundas bases teóricas”, y tiene como pilares “ayudar sin decidir, guiar sin imponer, proteger sin asfixiar, acompañar sin invadir. Porque adherimos a estos postulados, en Aire Libre proponer es la tarea; educar para crecer, el compromiso. Nuestro modelo requiere del educador una actitud que combina al mismo tiempo la espera paciente y la escucha activa. Creemos que el objetivo de la escuela es que cada niño/niña pueda descubrir sus dones y desarrollarlos al máximo de sus potencialidades, como dice el pedagogo Francesco Tonucci, quien nos inspira”, revela Ana Clara.

“La escuela se transforma en función de las necesidades de su comunidad”

 

QUE NO DECAIGA

Desde que comenzó la cuarentena y se suspendieron las clases presenciales, los padres han tenido que adoptar un doble rol, como padres y como docentes, teniendo que formar parte muy activa del proceso de aprendizaje de sus hijos, ayudando a las conexiones virtuales, explicando contenidos que requieren de la presencialidad y el detalle que a veces un zoom o el classroom no alcanzan a dar. En el caso de esta educación más “activa” que postulan algunas escuelas, los padres que optaron por ella deben echar mano a todos los recursos disponibles para que ese espíritu no se diluya.

“Desde chica quise haberme formado en escuelas con métodos no tradicionales de enseñanza. Cuando tuve hijos estas propuestas me resonaron mucho más fuerte y por eso elegí Arandú para ellos. Encontré un proyecto de ‘educación para la vida’, centrándose en el desarrollo de la autonomía de cada chico, una educación muy vivencial y llena de experiencias que ellos protagonizan en la escuela. Además de los contenidos curriculares obligatorios, la escuela trabaja fuertemente en despertar la curiosidad y el interés natural de cada chico por aprender, con experiencias y situaciones originales en cada aprendizaje. También encontré un verdadero plan de trabajo en educación emocional, y eso me parece fundamental para el desarrollo infantil y adolescente. En otras escuelas, éstas últimas dos cosas las vi como una carencia”, señala Mónica Di Giulio, comunicadora social y mamá de Nina (7) y Simón (4).

Justamente, 2020 fue el primer año de los hijos de Mónica en esta escuela y “el no poder haber estado físicamente en la escuela les hizo transitar muchos estados de ánimo, desde la tristeza a la ansiedad, pasando por la inseguridad, la alegría, la sorpresa por todo lo nuevo de la escuela y las diversas maneras de asimilar cada uno de los contenidos, todos nuevos para ellos. Desde la escuela implementaron todas las estrategias posibles para que se sintiesen acompañados, queridos, seguros y con pertenencia. Mediante los zooms diarios y las propuestas por escrito logramos que se relacionaran con los docentes y los amigos de una manera espontánea, sincera, divertida y de aprendizaje a la vez”.

La experimentación es una de las aristas más importantes de las escuelas de enseñanza alternativa

“El año pasado, en noviembre y diciembre, Nina afortunadamente tuvo encuentros de una hora y media, y fue súper feliz. Iba contenta y con ganas de no perderse el próximo encuentro. Este año, cuando se enteraron de que volvíamos a la virtualidad, se angustiaron mucho. Nina me dijo si estábamos volviendo al 2020, y que ella quería estar dentro de Arandú, no afuera. Simón me dijo que no quería dejar de ver a su amigo Fausto. En lo personal, como padres, tenemos que vivir lo mismo del año pasado y pensamos que no es el ámbito educativo inicial y primario el que tiene mayor riesgo ni circulación. Entendemos que esta medida ´transitoria´ es para cuidar el sistema de salud colapsado, pero esperamos que pronto vuelva la presencialidad, porque es un derecho de todos los niños y porque el lugar de los niños es en la escuela. Ellos hicieron todo bien hasta ahora, es triste y poco empático con lo que viven, y sienten que se los prive de eso”.

“Este año iniciaron con burbujas, con todos los protocolos indicados para las escuelas (distanciamiento, barbijo). Por suerte la escuela de ellos cuenta con salones muy amplios, súper ventilados y con mucho espacio exterior, lo cual es una tranquilidad más para los padres. Tuvieron clases todos los días, todos los chicos, entre las 8 y las 12, por lo que se nos hizo muy fácil organizarnos familiarmente, y para ellos fue buenísimo porque pudieron tener nuevamente una rutina presencial diaria”, cuenta Mónica.

Mariana y Martín con sus hijos Matías y Sofía

Como dice John Dewey, es a través de la experiencia que los niños reconstruyen y amplían su conocimiento del mundo. ¿Cómo se puede transmitir y enseñar eso en estos tiempos de pandemia y encierro? “Creo que a través de esta experiencia de encierro hemos revalorizado el encuentro, el contacto, lo comunitario. Jerome Bruner dice que ‘la tarea central de la educación es crear un mundo que dé significado a nuestras vidas’. La escuela tiene que aportar aprendizajes significativos y ayudar en la creación de un mundo en el que el encuentro sea importante”, finaliza Mariana Soler, con la esperanza de una pronta vuelta a las aulas. Con cuidados, con protocolos. Pero menos virtual, y más real.

 

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