Una lucha eficaz contra el robo de cables y elementos de los servicios públicos
Edición Impresa | 21 de Mayo de 2021 | 01:55

Una vez más se tomó conocimiento del robo de elementos pertenecientes a las empresas públicas en La Plata, en este caso, de cañerías de cobre de los medidores de gas, que se registró en estas jornadas en el barrio de 16 y 58 y que dejó sin suministro a numerosos vecinos. Según se informó, la empresa Camuzzi, a cargo del servicio, restableció la conexión, pero los usuarios antes tuvieron que comprar un flexible en alguna ferretería, a un costo de 3.100 pesos.
Lo cierto es que cada vez son más frecuentes los robos de aquellos elementos que están en la vía pública o en sectores externos de las viviendas, y están fabricados con cobre, bronce o aluminio. Se habla aquí de cables telefónicos o de luz, de tapas metálicas de distintas redes y, como se ha dicho, en este último caso de piezas de los medidores de gas.
En cuanto al robo del flexible de cobre en cabinas del gas, existieron numerosos episodios similares que tuvieron como víctimas a vecinos de otros barrios. Los anteriores ataques se presentaron en la zona de 63 y 3, impulsados por el aumento en el precio de los metales. Se sabe también que es alta la cotización del kilo de cobre en el mercado oficial, así como también en el marginal.
Está claro, entonces, que más allá de la prevención policial que debe reclamarse, frente a este como a cualquier otra clase de delito, resulta imprescindible investigar la cadena delictiva y detectar a quienes compran estos metales robados.
Esta fue y sigue siendo la clave para desbaratar algunos casos de robo de automóviles: llegar a los desarmaderos ilegales, esto es a desmontar la existencia de organizaciones delictivas que vertebran su actividad con vehículos robados.
En años recientes, en uno de los operativos efectuados contra un desarmadero ubicado en un barrio de Berisso, se detectó tal cantidad de autopartes robadas, que la Policía no pudo retirarlas y los dejó en custodia al responsable del lugar. Se pudo determinar, en efecto, que lo que había en el depósito de repuestos allanado era el producto del robo de unos 160 automóviles por mes en la Región.
Lo mismo ocurrió cuando la modalidad delictiva en auge fue la de los robos de pasacasetes, neutralizada en buena medida cuando la policía y la Justicia llegaron a los lugares de venta de esos productos.
La mejor estrategia para encarar una lucha frontal contra el robo parecer ser, entonces, la de profundizar las pesquisas y encontrar a quienes comercializan esos productos.
Podría aducirse, frente a la falta de resultados en el combate a estos robos -si es que hay combate-, que no resulta fácil encontrar in fraganti a quienes los cometen. Pero está claro que esos ladrones son apenas el primer eslabón de una cadena delictiva que concluye en un creciente y ya vigoroso mercado negro en el que todos esos metales se comercializan a precios elevados. Y no debería entonces ser tan difícil detectar esos “mercados” y desbaratar una modalidad delictiva que destruye el equipamiento urbano y perjudica con demasiada frecuencia a miles de ciudadanos.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE