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“Me reinventé en pandemia”: barajar y dar de nuevo

Para muchos la situación en que nos puso el coronavirus fue una oportunidad de resetear y buscar otros rumbos en lo laboral y/o dedicarle tiempo a algo que los apasiona

“Me reinventé en pandemia”: barajar y dar de nuevo

Rodrigo Mirto y Angélica Ayala crearon estero para poder mostrar su arte y que sea un espacio colectivo

Cecilia Famá

Cecilia Famá
vivirbien@eldia.com

19 de Septiembre de 2021 | 10:03
Edición impresa

Enfocar mejor. Luego de atravesar una crisis o que la vida nos ponga al límite, hay una pulsión casi instintiva que nos hace despojar de algunas cosas que ya hacen sobrepeso en nuestra mochila interior para por fin enfocarnos en lo importante, en resurgir. La psicología le dirá resiliencia, esa capacidad que tenemos las personas de superar circunstancias traumáticas; la sociología le dirá “argentinidad”, ese ADN propio para surfear las nuevas realidades económicas y sociales que se nos van presentando, reinventándonos, buscando la luz en el túnel. El 20.03.20 para muchos fue un parate laboral. Se vieron limitadas y hasta restringidas totalmente algunas actividades. Quienes se ganaban el pan con ellas, como por ejemplo, tuvieron que buscar otra fuente de ingresos, algo que les funcionara, de manera rápida. Otros, desde el aislamiento, vieron una oportunidad de dedicarle tiempo, de ponerle el cuerpo a cosas que los apasionaba desde hace años. Grandes historias mínimas que nos muestran que el sol siempre sale para todos; solo que a veces hay que buscarlo.

¡QUE VENGAN LAS FLORES!

Leo Vaca (48) es fotógrafo. Un gran fotógrafo platense (ver la última tapa de la revista Rolling Stone, con el recientemente fallecido Palo Pandolfo, como botón de muestra). Y desde hace un tiempo, también es “artista florista”, una vocación que nace de su “amor por la naturaleza y en especial con las flores que son su síntesis. Procreación, belleza, forma, color, perfume, todo”.

Leo armó su proyecto, “Vengan las flores”, que nace “a partir de una etapa de trabajo como fotógrafo muy inestable”.

Leo Vaca encontró en las flores una salida a la pandemia

“Fui al Mercado de La Plata y hablé con un muchacho de la comunidad japonesa que me abrió sus brazos y hoy sigue siendo mi swnsei y gran amigo, Daniel Gogami. Empecé a hacer venta de flores de corte en semáforos y para amigues. En plena pandemia, cuando todo cerró, la floricultura pasó un momento horrible; tenían que tirar a la basura la producción”.

“En ese momento me puse a documentar esa tragedia ya que mi casa está en zona de productores. Y también, a vender con más fuerza ni bien se reabrió el mercado, ya que seguía sin trabajo. Como me empezó a ir bien, terminé alquilando un local en una esquina top de City Bell. Solo por 7 meses, porque volvieron a aparecer oportunidades con mi oficio madre”.

“Ahora si puedo compro los viernes solamente y vendo allí mismo, pero en la calle, los sábados”, cuenta Leo, a quien se lo puede encontrar los sábados a la mañana, ramos en mano, en la esquina de diagonal 3 y 474.

Desde la cuenta de Instagram @venganlasflores pueden verse sintetizadas las dos pasiones de Leo, apreciando las maravillosas fotos que les saca a pimpollos, ramos y hasta flores de palos borrachos. Una hermosa mirada de la magia de la naturaleza. “Las cosas brillantes siempre salen de repente, como la geometría de una flor”, dice el genio Cerati. Y Vaca bien sabe retratarlas.

Creamos desde pensar otras formas de estar juntos en tiempos de aislamientos

 

“Siempre me gustaron las flores. Cuando me fui a vivir a Villa Elisa se profundizó esa relación ya que tenía plantas en el parque de casa. Siempre fui el responsable de llenar el florero y mantener arreglos en los lugares donde me ha tocado trabajar y todo eso ahora sigue sucediendo con las flores que puedo elegir”, dice.

UN ESTERO, EN LA PLATA

“En medio de tanta incertidumbre, decidimos aventurarnos a la creación de un proyecto”, resume Rodrigo Mirto sobre “Estero”, que surge durante el aislamiento del año pasado.

“Como creadores, buscábamos un lugar donde mostrar nuestras producciones que hablara de nosotros pero que también pudiera contribuir de algún modo a fortalecer los lazos entre los pequeños productores y aquellas personas que, como nosotros, confían en las salidas colectivas, desde el apoyo, el afecto, la colaboración, la autogestión y sobretodo, por el respeto al entorno habitado”, cuenta el artista, quien encaró el proyecto junto a su compañera, Angélica Ayala.

Desde esa necesidad y también desde ese deseo, nació Estero, “un espacio que busca convertirse en un refugio en la ciudad para quienes desean encontrarse en respeto con las diversas formas de la vida”.

“Me creé una página de Instagram y comencé a promocionar mis productos por ahí”

Emiliano Rodriguez (29),
panadero

 

“Este lugar es un mercado impertinente a estos tiempos de rupturas. Gestado desde la alianza, en nuestro espacio conviven el arte, el diseño, la indumentaria, un mercado de antigüedades, la gastronomía y un bio-almacén con productos orgánicos, cosechados en nuestra propia huerta. Cada producto y objeto que ofrecemos, está hecho con la dedicación, el cuidado y la atención que dedicamos en la creación de cada pieza; con el tiempo, el respeto y la delicadeza que exige la tierra en el cultivo de nuestras plantas”, describe Mirto.

“Desde Estero, buscamos contribuir a fomentar consumos conscientes, sustentables, saludables, en armonía y respeto por el planeta, así como apoyar y colaborar con los emprendedores, artistas y creadores locales en el fortalecimiento de los lazos afectivos para sostener nuestras iniciativas”, describe desde su pequeño oasis.

“Confiando en la potencia de los encuentros inesperados, creamos Estero, desde el deseo de pensar otras formas de estar juntos en tiempos de aislamientos y distancias. Como la diversidad que habita un estero, anhelamos que pueda alojar las diversas formas de creación. Pensamos a Estero como un campo lleno de ideas donde germinan proyectos salvajes, sembrados en atardeceres de amistad y cortaderas. Un espacio donde explorar, aprender y experimentar desde la sostenibilidad, el apoyo, la colaboración y el cuidado del entorno”, dice Rodrigo, y así está pasando en Estero, Arte y Biología, un mercado-galpón lleno de arte, en un amplio y acogedor entorno verde. Abre los sábados de 10 a 18, en Camino General Belgrano y 16.

ODA AL PAN

Emiliano Rodríguez (29) es panadero. Antes de la pandemia trabajaba en una panadería y confitería muy tradicional de nuestra ciudad. Se desempeñaba en el área de panificados. En paralelo, estaba llevando adelante un proyecto propio chico de panadería de masa madre, con el que también abastecía a su lugar de trabajo de esos productos.

“Cuando empezó la cuarentena me vi en una situación bastante complicada con el pasar de los días, por los inconvenientes que todos hoy en día ya conocemos, más que nada los gastronómicos, y tuve que empezar a estarle más encima a mi emprendimiento, porque el trabajo en la confitería escaseaba cada vez más. Me creé una página de Instagram y comencé a promocionar mis productos por ese medio, siendo yo quien producía, cocinaba, embalaba y repartía. Eso fue lo que me mantuvo a flote por todo lo que duró (y sigue) la pandemia”, cuenta Emiliano.

“Hoy, mi día de trabajo es de esta manera: los pedidos me llegan a mi número de celular o mensaje de Instagram. Dependiendo de los pedidos que haya, es el cálculo que tengo que hacer para poder amasar (alimentar la masa madre). Había veces en las que me pasaba horas amasando, ya que al no contar con amasadora, todo era a pulmón. Luego del amasado, se pasa al pesado y formado de los panes, que van al frío hasta el día siguiente. Después de toda una tarde/noche de reposo en frío, mientras se calienta el horno, amaso los panes del día siguiente. El tiempo me daba justo, horneo y amaso la vez (y también contestó algún que otro mensaje de pedido). Una vez que están listos los panes y fríos, toca embolsarlos y hacer el reparto”. Así relata su día el panadero. Día que arranca a la madrugada y termina a la tarde, repartiendo casa por casa o dejando productos en algunos mercados de la zona.

Flores, arte, bio mercado, pan de masa madre. De algún modo, todos estos proyectos surgidos en pandemia se encausaron hacia el contacto con lo genuino y mágico de la naturaleza. La pandemia, con toda su incertidumbre y sus pérdidas, a muchos los inspiró para acercarse más al costado más honesto de la vida y desde allí reinventarse y enfocarse.

Emiliano Rodríguez y su pan de masa madre, que literalmente, le dio de comer en la pandemia

 

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