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Argentina recuerda a Houssay: el notable premio Nobel de Medicina

Se cumplen hoy 50 años de su fallecimiento, y su legado sigue vivo en familiares y discípulos, que describen sus extraordinarios aportes a la ciencia

Argentina recuerda a Houssay: el notable premio Nobel de Medicina

Bernardo Houssay, primer argentino Premio Nobel

21 de Septiembre de 2021 | 02:30
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Un 21 de septiembre de hace 50 años, Argentina se quedaba físicamente sin su primer Premio Nobel de Ciencias, y también el primero de toda Latinoamérica, el que había obtenido en 1947 el doctor Bernardo Alberto Houssay, creador entre otras instituciones del Conicet en el año 1958, al cual presidió hasta su muerte en 1971. Medio siglo después de su pérdida, su vida y su obra siguen siendo un ejemplo, y a quien sus discípulos, familiares y admiradores recuerdan hasta hoy.

Houssay fue premiado con el Nobel de Medicina y Fisiología por descubrir el papel de la hipófisis en la regulación de la cantidad de azúcar en sangre y su injerencia en la diabetes, entre otros aportes notables a la medicina y al sistema científico argentino.

Bernardo Houssay nació en Buenos Aires el 10 de abril de 1887 en una familia de inmigrantes franceses, y desde muy temprana edad se destacó como un niño prodigio. Se graduó de bachiller a los 13 años en el Colegio Nacional de Buenos Aires y, como no le aceptaron el ingreso a la carrera de Medicina por ser muy joven, comenzó sus estudios en la Escuela de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y en 1904, a sus 17 años, se recibió de farmacéutico, y a los 23 cumplió su anhelo de graduarse como médico.

En paralelo a sus estudios había comenzado su carrera en la docencia y la investigación en la Facultad de Veterinaria de la UBA, y en 1919 fue designado profesor titular de la Cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina.

EL RECUERDO DE LA NIETA

Solange Houssay, una de sus nietas, quien actualmente es médica en la unidad de Nutrición y Diabetes del Hospital Ramos Mejía y también siguió las líneas de investigación de su abuelo, destaca de él “su dedicación, compromiso y la capacidad de formar equipos de trabajo y sobreponerse a la adversidad. Si bien era severo, era justo y él se exigía más que los demás, predicaba con el ejemplo y sus discípulos lo admiraban. Pero también fue una persona sumamente generosa, obsesiva y trabajadora, fue un pionero que dejó el camino allanado para que el resto siga creciendo y progresando”.

Tal es así, que entre los numerosos y destacados discípulos que formó se encuentra Luis Federico Leloir, laureado con el Premio Nobel de Química en 1970.

“Un Nobel formando a otro Nobel. Houssay fue el germen, el que posicionó la ciencia argentina a nivel internacional”, explican Pablo Fiorenza, coordinador de la Casa Museo Bernardo Houssay, y Santiago Palazzo, director ejecutivo de la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Fecic), ideada por Houssay con el objetivo de promover la divulgación científica.

Houssay fue nombrado Doctor Honoris Causa en 27 universidades, entre las que se encuentran la Universidad de París, Harvard y Oxford, y fue Profesor honorario en 15 universidades de Latinoamérica. Y desde 1982, cada 10 de abril, en la fecha de su nacimiento, se celebra el Día Mundial de la Ciencia y la Tecnología, y en 2009, la Unión Astronómica Internacional le asignó el nombre Houssay a un cráter en la Luna en su honor.

“Fue un prócer del siglo XX, siempre pensamos en los próceres como personajes del siglo XIX, pero también los hubo en el XX”, remarcaron Fiorenza y Palazzo, quienes actualmente coordinan la digitalización del material documental de Houssay.

De más de 50.000 documentos, tienen digitalizados alrededor de 3.000, que suben a razón de 250 por mes, y señalaron que comenzaron por la serie de cartas con colegas de todo el mundo porque “era justamente de mucho valor histórico, científico y también puede tener interés en el público en general”.

Fiorenza y Palazzo aseguran que las cartas, enviadas en cualquier momento del año y desde los más diversos lugares, dan cuenta de “su labor continua y sin descanso”.

LA CASA MUSEO

La casa de Viamonte al 2700, en capital federal, donde el investigador vivió más de 40 años y que fuera declarado “Lugar Histórico Nacional”, hoy funciona como museo.

La casona donde Houssay vivió junto a su esposa, María Angélica Catán, sus tres hijos y sus tres hermanas, fue donada tras su muerte a la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Fecic), institución ideada por el Premio Nobel para la difusión de la cultura científica e inaugurada poco después de su fallecimiento.

Su nieta Solange recuerda que en el comedor de esa casa, con sus primos mayores buscaban chocolates en un aparador y jugaban con las medallas de su abuelo, mientras que él, lejos de retarlos, les decía “jueguen con las medallas, para qué las quiero, que se diviertan”.

“Era increíble la cantidad de premios, medallas y diplomas que tenía – cuenta Solange – aunque yo tomé conciencia de quién era mi abuelo recién en la secundaria, y sobre todo en la universidad, donde tenía que estudiar temas muy importantes en los que había intervenido la escuela de mi abuelo, y yo lo sentía como una presión extra”.

Al recorrer la Casa Museo, a la par de las antiguas escaleras de madera, numerosos cuadros atestiguan la relevancia internacional del doctor Houssay, como salutaciones, títulos universitarios y reconocimientos de las más prestigiosas universidades de todo el mundo que allí se lucen.

“En la casa están las togas de honoris causa, hay una réplica de las medallas del Premio Nobel, y hay instrumental que él utilizó”, señala Solange, quien junto a su hermana Irina fueron las únicas nietas que siguieron el camino de la medicina.

“Hay cartas con los centros y los científicos más importantes del mundo. Él tenía un intercambio epistolar enorme y consideraba de gran importancia intercambiar experiencias y saberes para obtener enseñanza, estímulo, inspiración y colaboración”, cuenta Solange.

“Está todo el escritorio de él tal cual lo dejó, con todos los archivos y las fichas de los trabajos científicos que salían en las revistas del mundo que las hacía mi abuela María Angélica, quien era doctora en Bioquímica pero que abandonó su carrera profesional para dedicarse a su familia y ser la principal colaboradora de su marido”, describe la nieta del Nobel.

La pareja se había conocido en lo que hoy es el Instituto Malbrán, se casaron en 1920 y tuvieron tres hijos varones: Alberto, Héctor y Raúl Houssay, los tres médicos.

Houssay también fue mentor de reconocidas personalidades del mundo de la ciencia, como el Premio Nobel Luis Federico Leloir y Christiane Dosne de Pasqualini, como asimismo del reconocido escritor Ernesto Sabato, quien previo a dedicarse a la literatura fue becario de Houssay.

 

 

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