Lavandera: “La música puede enseñarnos a romper fronteras”

Finalmente, Horacio Lavandera, uno de los pianistas más destacados de la Argentina con 23 años de reconocida trayectoria a nivel mundial, se reencontrará con el público para interpretar a George Gershwin y Astor Piazzolla, en un concierto que se postergó varias veces a causa de la pandemia y que se llevará a cabo el jueves, desde las 20.30, en el porteño Teatro Coliseo.

“Una enorme alegría”, confiesa el pianista que empezó a tocar profesionalmente y ganar concursos internacionales cuando tenía 13 años sobre su primer recital en varios años en Buenos Aires, que tendrá tres invitadas de lujo en la bandoneonista Ayelén Pais Negrín, la clarinetista Sofía Kujta y la cantante Mariú Fernández.

En la velada, Lavandera interpretará varios clásicos de Piazzolla (“Adiós Nonino”, “Fuga y misterio”, las Cuatro Estaciones, la serie del Ángel y “Libertango”, entre otros), acompañados con los “3 Preludios” y “Rhapsody in Blue” de Gershwin. La noche lo reunirá con el público en vivo por primera vez desde el inicio de la pandemia, una crisis sanitaria que fue una época dolorosa para Lavandera, que cuenta que “a la pandemia y al hecho de postergar tantas giras, por Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y China, se sumaron los fallecimientos de mi padre, tras un año de lucha con un cáncer, e inmediatamente después de mi abuelo, por COVID”.

Su padre fue su nexo con la música desde temprano, y su abuelo, si bien “no era músico, era contador, se casó con mi abuela, que sí venía de familia de artistas”.

“Desde ya mi padre está presente cada día: era un músico excepcional. El mayor tributo que puedo hacer para él es estar en actividad, haciendo conciertos, y por supuesto pensando en él”, afirma Lavandera.

La pandemia también marcó un raro impasse en la habitualmente vertiginosa carrera internacional del pianista. “Desde la primera cuarentena me dediqué a hacer obras que no me imaginaba que iba a estar haciendo a esta edad o en este momento temporal, sino que las tenía que esas previstas para dentro de 10 años”, cuenta Lavandera, en diálogo con EL DIA. Aprovechó el tiempo detenido para estudiar e interpretar vía streaming las Variaciones Goldberg de Bach y las Variaciones Diabelli de de Beethoven, obras que, comenta, “requieren un tiempo especial, mucho tiempo” que “en el frenesí de la actividad uno no tiene, quedan relegadas”.

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Con tiempo en las manos y en el piano, Lavandera interpretó cada una de las Variaciones Diabelli para sus seguidores, un momento “muy divertido” que le permitió “estar en contacto en momentos donde todo el planeta estaba encerrado”. También montó un gran show por streaming, que tuvo a Pedro Aznar como invitado para interpretar “Desarma y sangra”, lo cual refleja otra de las búsquedas del ganador del Concurso Umberto Micheli en el Teatro Alla Scala de Milán con solo 16 años: “A través de las redes no de verdad de buscar otro público, que nada tiene que ver con digamos mi público habitual de teatro Coliseo. Un público muy joven, que está en las redes, pendiente de los streamings: mi público es de la música clásica, más tradicional, quiere ir a sacar su entrada y sentarse en un teatro”, explica.

Por eso aparecieron en las redes versiones de Queen y de Luis Miguel al mismo tiempo que las Variaciones Goldberg. “Fue tratar de llevar un mundo hacia el otro, que es un poco lo que está pasando: actualmente uno no se puede encerrar solo en un en un estilo, hay que ser más bien ecléctico para poder generar nexos. Si alguien se emociona muchísimo escuchando una canción de Queen, hay que invitarlo también a que se pueda emocionar escuchando una gran obra de Bach, o de Ginastera o Beethoven. La música tiene muchos puntos en común y está en nosotros explorarlas, no generar divisiones, muros, sino más bien lo contrario”, lanza Lavandera.

Este es un punto central en su forma de ver la música y el mundo, afirma: “A través de la música se puede se puede generar esta utopía de un mundo sin fronteras un mundo, sin discriminación, algo maravilloso: hay que estar siempre renovandose con ese espíritu de querer conectar con el público y con todas las estéticas: esa es mi filosofía, hay gente a la que no le interesa para nada, y se queda toda la vida haciendo lo mismo y ya está”.

Esa postura lo ha llevado, por ejemplo, a tocar con Ciro y los Persas, entre numerosas “rupturas” con las que ha jugado a lo largo de su carrera.

“Justamente”, dice, “estaba analizando la Sinfonía de Luciano Berio, que en un movimiento contiene un homenaje a Martin Luther King y en el siguiente es muy ecléctico, toma todas sus influencias y las convierte en una obra, desde Mahler y Debussy a Bach. Y creo que ahí se abre ese interrogante sobre la especialización: ¿cuáles son los límites que nos imponemos a nosotros mismos? Berio resuelve todo en el cuarto y en el quinto movimiento de esta sinfonía, donde integra absolutamente todos estos signos que creó de Luther King con toda esta música: es un reflexión sobre cuál es nuestro rol de intérpretes de la historia. Yo admiro mucho ese modo de pensar, admiro como la música puede atravesarnos, cambiar nuestro modo de pensar y enseñarnos a no poner fronteras y generar tensiones absurdas”.

Hablar de tirar abajo muros lleva necesariamente al principio: su recital del jueves une a dos de los artistas más rompedores del siglo XX. Gershiwn, un inmigrante judío que “se juntó en Carolina del Sur con todos los afroamericanos”, un hecho que no solo determinó que quebrara barreras musicales sino “también políticas y sociales de la época”.

Ese estudio de la música afroamericana termina “en sus obras maestras”, dice Lavandera, que estarán presentes el jueves. Será, comenta, la primera vez que toque “Rhapsody in blue” frente al público, una obra que estudia desde pequeño y donde siempre encontró dificultades para resolver tres pasajes para piano solo. Pero “mi padre me pedía que la tocara”, por lo que Lavandera terminó de encarar esos pasajes hasta resolverlos.

También sonará Piazzolla, admirador de Gershwin. “De hecho cuando se iba a probar a las primeras orquestas típicas, tocaba ‘Rhapsody in blue’... y todo el ambiente tanguero le decía ‘¡tocate un tango, pibe!’”, se ríe Lavandera. “La filosofía de Gershiwn, el impulso de romper todas las estructuras, pero incluso el ritmo típico de Piazzolla, el 3-3-2, lo atraviesan a Piazzolla”, agrega, por lo que en el centenario del marplatense, “el mejor homenaje a Piazzolla que puedo hacer es conectarlo con su ídolo, que también es mi ídolo”.