La inflación es intrínseca a la política económica

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Jorge Colina *

jcolina@idesa.org

El ministro de Economía manifiesta preocupación porque la inflación sigue siendo alta y señala que su prioridad es disminuirla. Ciertamente que desde marzo la tasa mensual de inflación viene oscilando en 6 por ciento, lo que hace que en diciembre de 2022 la inflación será del 100 por ciento anual. El problema es que la inflación no es un error forzado de la política económica. La inflación es intrínseca a la política económica del Gobierno.

El Estado Nacional tiene un exceso de gasto sobre sus ingresos que no logra cubrir con deuda captada de forma voluntaria. En la última licitación de setiembre, el mercado le pidió al Tesoro una tasa de interés del 130 por ciento anual.

Esto obliga al Gobierno a financiarse con creciente emisión monetaria. Como la población no demanda el exceso de pesos, el Gobierno absorbe dicho exceso con Leliq del Banco Central. De esta forma, las Leliq son la emisión monetaria contenida. Para poder seguir colocando Leliq, el Banco Central tiene que pagar una tasa de interés del 107 por ciento anual.

Cuando asumió, el ministro Massa se comprometió a no financiar el Tesoro con emisión monetaria hasta fin de año, como señal fuerte de compromiso con bajar la inflación. Efectivamente, desde que asumió el Banco Central no le envió un solo peso al Tesoro.

Financiamiento

De todas formas, el Tesoro se siguió financiando con emisión monetaria por una vía indirecta. Colocando el dólar soja en 200 pesos, cuando el tipo de cambio oficial era de 145 pesos. Esto estimuló la liquidación de divisas por parte del complejo sojero e hizo aumentar la recaudación de derechos de exportación que en setiembre crecieron 500 por ciento interanual. Este aumento de derechos de exportación hizo una contribución decisiva a que la recaudación impositiva total crezca 120 por ciento interanual. De esta forma, el Tesoro parece que se financió en setiembre con aumento de la recaudación.

El punto es que el dólar soja fue emisión monetaria, porque el Banco Central compró dólares a 200 pesos mientras los seguía vendiendo a 145 pesos, por lo tanto, se emitió a razón de 55 pesos por cada dólar soja. El resultado fue que en septiembre se produjo una explosión de Leliq. El 31 de agosto las Leliq eran $7 billones y setiembre terminó con $8,5 billones. Esto implica que el stock de Leliq creció en septiembre también 100 por ciento interanual.

Como se dijo, las Leliq son emisión contenida. El crecimiento del stock impone el riesgo de que las Leliq se desarmen y vayan al dólar y a la inflación. Por esta razón, el Banco Central necesita que la inflación acompañe o supere el crecimiento de las Leliq para que se desvaloricen en términos reales. Esto es lo que demuestra que la política económica es intrínsecamente inflacionaria. Aun cuando se hagan esfuerzos y artificios para que el Banco Central no le dé emisión monetaria al Tesoro, el Banco Central necesita de la inflación para que le licúe el valor real del stock de Leliq.

La “necesidad” de inflación

Llevando el razonamiento al extremo, suponiendo que se cierra el déficit fiscal mañana, el Banco Central necesita inflación de tres dígitos para licuar el crecimiento de las Leliq. Esto se explica porque las Leliq están pagando 107 por ciento de interés anual lo cual implica que el crecimiento autónomo de las Leliq -sólo por los intereses- es de 6 por ciento mensual. Entonces el Banco Central necesita que la inflación sea, por un buen tiempo, superior a la inflación actual que se ubica en el orden del 6 por ciento mensual. Es decir, aun suponiendo que no hay más déficit fiscal, el Banco Central necesita que la inflación anual se mantenga en 100 por ciento para licuar la enorme acumulación de Leliq.

De todas formas, que se cierre el déficit fiscal era un supuesto de este pensamiento. Como el déficit no se puede cerrar de un día para el otro, la inflación por el déficit y el crecimiento de la Leliq necesita subir más del 100 por ciento.

Demanda de aumentos salariales

En este marco, los sindicatos naturalmente demandan aumentos salariales del orden de o superiores al 100 por ciento, en el caso de los sindicatos más combativos (neumáticos, camioneros). Los otros sindicatos, más moderados, van a la fórmula de adelantar aumentos pactados para el futuro y para más adelante abrir mecanismos de revisión según la inflación observada. Los combativos son más estridentes y los moderados más silenciosos, pero todos ya tiene en la cabeza pautas salariales del 100 por ciento.

Es decir, todas las variables -tasa de interés, precios y salarios- ya crecen al 100 por ciento anual. Bajar a 60 por ciento anual en 2023 parece improbable. Es más, todavía falta que se desate otra distorsión.

En este marco donde todo crece al 100 por ciento, el tipo de cambio oficial en septiembre creció apenas 50 por ciento anual. Esto lleva a la paradoja que los salarios pierden contra los precios internos (inflación) pero le ganan al dólar oficial. Esto significa que el salario en Argentina está creciendo en dólares oficiales, justo los dólares que menos hay.

Pasó el dólar soja, ahora se quiere contener el drenaje de dólares oficiales con el dólar Qatar y el dólar Coldplay, pero la verdad es que mientras el deprimido salario en pesos crezca en términos de dólares oficiales se hace cada vez más difícil sostener el tipo de cambio oficial retrasado.

* Nota publicada en eleconomista.com.ar

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