Alertan por el impacto de las olas de calor en la salud de los menores de edad

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Opinión Editorial

El alerta emitido en las últimas horas por Unicef acerca del fuerte impacto de las olas de calor sobre los menores de edad -en el contexto de la próxima llegada de la temporada veraniega a nuestro continente-, obliga a las autoridades médicas a poner en marcha políticas preventivas, sin perjuicio de reclamar que el servicio de agua domiciliaria no defeccione y ofrezca un fluido suministro, entre otras acciones que debe tomar el Estado. También, por cierto, la población debe atenerse a las recomendaciones médicas del caso.

Tal como se informó en este diario, unos 559 millones de niños están actualmente expuestos de forma frecuente a olas de calor, según un estudio presentado por Unicef, que pide más inversión para proteger a los menores más vulnerables de estas y otras consecuencias del cambio climático.

En un comunicado, la agencia de la ONU para la infancia estimó además que para 2050 todos los niños del planeta -más de 2.000 millones- pueden encontrarse en esta situación como resultado del calentamiento global.

“A pesar de lo caluroso que ha sido este año en casi todos los rincones del mundo, probablemente será el año más fresco del resto de nuestras vidas”, advirtió una de las activistas climáticas y embajadora de buena voluntad de Unicef.

La agencia de Naciones Unidas pidió a los líderes internacionales más medidas contra el cambio climático y para mejorar la protección de los niños que se enfrentan a este problema durante la próxima cumbre del clima (COP27), que se celebra el mes próximo en Egipto.

“Como mínimo, los Gobiernos deben limitar urgentemente el calentamiento global a 1,5 grados centígrados y doblar la financiación para adaptación para 2025. Esta es la única forma de salvar vidas y futuros de niños y el futuro del planeta”, señaló la directora ejecutiva de Unicef.

Según Unicef, las olas de calor son especialmente dañinas para los más pequeños, que tienen menos capacidad de regular su temperatura corporal, con riesgo de que los niños sufran problemas de salud, entre ellos dolencias respiratorias crónicas, asma y enfermedades cardiovasculares.

El informe apunta también que el calor extremo puede complicar a los niños la nutrición y el acceso al agua, así como sus oportunidades de futuro.

Se sabe que una ola de calor puede afectar también a todas las personas saludables y no sólo a los grupos de riesgo. El golpe de calor es la primera y más grave consecuencia de la prolongación de las altas temperaturas, aunque, desde luego, puede resultar más severo cuando los afectados son bebés, niños, ancianos y personas con enfermedades crónicas. Asimismo, se recomienda no realizar actividad física de alto impacto y mucho menos en los horarios centrales.

Como se sabe, existen recomendaciones para conservar los ambientes frescos, ahorrar energía y evitar los golpes de calor, tales como cerrar persianas y cortinas evitando el ingreso de calor al hogar; usar un ventilador para que circule el aire, los ventiladores consumen una décima parte que un aire acondicionado y, si se usa aire acondicionado graduarlo en 24 grados.

Asimismo, la atención debe centrarse en familias numerosas, integradas muchas veces por habitantes que carecen de las mínimas posibilidades para acceder a condiciones de vida más dignas, en situaciones que no colaboran precisamente para que puedan adoptar recaudos preventivos mínimos.

Es allí donde los organismos del Estado debieran concentrar la mayor atención.

 

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