El Palacio D’Amico, una céntrica mansión tan lujosa como criticada
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2022 | 04:30

En agosto de 1882, tres meses antes de la fundación de nuestra ciudad, el terreno que en el trazado proyectado para La Plata comenzaba en la esquina de 14 y 53 y, ocupando la mitad de la manzana, llegaba hasta la calle 15, ya había sido asignado, a título gratuito, al ministro de Gobierno bonaerense Carlos Alfredo D’Amico por decisión del Gobernador Dardo Rocha.
El mandato de este último al frente del Ejecutivo bonaerense terminó en 1884 y el primero de mayo de ese año fue sucedido como Gobernador por D’Amico, quien poco más de cuatro meses después de haber asumido ese cargo, en septiembre, obtuvo del Banco Provincia un cuantioso préstamo con el que rápidamente edificaría la elegante y muy suntuosa residencia particular frente a Plaza Moreno, la que fue inaugurada en enero de 1887, despertando críticas de todo tipo y que fueron reflejadas por la prensa de entonces, debido al ostentoso lujo del palacete mientras las finanzas estatales se encontraban en quebranto.
“El piso principal, o sea el primero, lo forma una amplia entrada o zaguán y un hermoso vestíbulo abovedado, todo lujosamente decorado con pinturas al óleo; un gran comedor, techo con yeso con dos grandes cuadros también al óleo así como las pinturas de las paredes que después casi en su totalidad están abiertas por galerías de portadas y aparadores anexos de nogal tallado, igual que el zócalo y el piso de mosaico de fresno y palo de rosa; puertas y ventanas de nogal con celosías de cedro; una gran sala formando martillo con vidrieras con dos balcones a la calle 14, un salón de billar, una estufa en el comedor de mármol negro y nogal, un escritorio, una antesala, dos despachos, tres pasillos, una pieza pequeña, un comedor que da frente a un jardín y una especie de vivero de plantas en forma de terraza, todo cubierto por tres lados y el techo, siendo el otro costado un gran espejo biselado lo que forma una pared”.
Con esas palabras el tasador Francisco T. López resumió, en 1896 algunas de las características más salientes de la parte principal del Palacio D’Amico, pero en sus primeros años la deslumbrante casona tenía también un amplio parque hacia calle 15, con pequeños lagos con cisnes y artísticas grutas con cascadas. Además, en el tercer piso se distribuían diez amplias habitaciones.
ESTILO ARQUITECTÓNICO
La estupenda mansión fue diseñada con un marcado estilo renacentista por el arquitecto Leopoldo Roncchi, cuya obra en la época fundacional incluye el haber sido el autor del proyecto del estupendo edificio original del Teatro Argentino.
El gran salón en forma de martillo era la dependencia más destacada y ponderada del Palacio D’Amico, no sólo por sus dimensiones y detalles arquitectónico de gran lujo, sino también por la profusión de muy valiosas obras de arte con las que estaba decorado, como pinturas al óleo, frisos, gobelinos enormes y varias estatuillas de bronce y mármol que oficiaban de llamativas lámparas.
Las finanzas de D’Amico, como las de la Provincia, entraron en una crisis total
Durante los siempre concurridos acontecimientos sociales de la época que tenían lugar en la fastuosa residencia, no pasaban desapercibidos tampoco otros varios detalles de ostentoso lujo, como tapices de Persia, numerosos muebles de ébano, y los bajorrelieves que completaban la espectacular decoración del salón, en el que también llamaba mucho la atención un descomunal espejo biselado que cubría totalmente una de las paredes.
Por otra parte, desde un mirador dispuesto para tener una vista panorámica de la Plaza Moreno, se accedía a tres terrazas por una ornamentada escalera caracol, que en otro tramo proseguía hasta la azotea que se encontraba en medio de la edificación bordeada por los techos de pizarra de las habitaciones.
Mediante otra decorada escalera con pasamanos de hierro labrado y descansos de mármol, se accedía al subsuelo, en el que se encontraban, entre otras dependencias, baños con seis bañaderas, cocina de azulejos blancos decorados hasta el techo, un calentador-lavavajilla y una caldera a leña para el sistema de calefacción central.
El lujo era superior al de varias de las grandes mansiones de la ciudad de Buenos Aires. D’Amico, todos los fines de semana, ofrecía agasajos a aristocráticos invitados porteños que llegaban el sábado y permanecían hasta el día siguiente pernoctando en los dormitorios de la planta superior.
Uno de los salones del palacio d’amico, que fue adaptado a las necesidades del Arzobispado / EL DIA
RÁPIDA DECADENCIA
El destino del magnífico palacete, tan admirado como criticado, tuvo un desenlace impensado porque su decadencia se produjo en un virtual abrir y cerrar de ojos. El esplendor apenas tuvo una efímera duración de treinta meses.
Al concluir su mandato como Gobernador, D’Amico siguió ocupando la mansión, pero sus finanzas, como las de la Provincia, entraron en crisis total, y no pudo seguir pagando las cuotas del cuantioso préstamo.
El lujo era superior al de varias de las grandes mansiones de la ciudad de Buenos Aires
De ese modo, dos años y medio después de su inauguración, con la crisis de 1890 la residencia pasó a dominio provisorio del Banco Provincia y poco después, mientras se decidía el destino que se le daría a la opulenta edificación, sobre la calle 14 se colocó un cartel en el que se anunciaba que se alquilaban habitaciones “para hombres solos”, al tiempo que sobre el paredón de la avenida 53 otro letrero daba cuenta de la existencia en el lugar del “Frontón Provincial”, abriendo al uso público la cancha de pelota del palacio.
REMATE Y COMPRA DEL ARZOBISPADO
Gran parte de la residencia, durante la década de 1890 permaneció cerrada y paulatinamente la edificación fue deteriorándose, mientras no se tomaba la decisión de rematar el inmueble, acción indicada por la legislación vigente en la época.
La tasación del martillero López realizada a fines de 1896 se llevó a cabo a los efectos de subastar el inmueble, lo que finalmente ocurrió poco más de una década después.
En 1907, el obispo Juan Terrero adquirió en remate público la casa para destinarla al Arzobispado de La Plata, que acababa de ser creado.
TRABAJOS EN EL EDIFICIO
Al tomar la Curia local posesión del inmueble sin ocupante alguno, primeramente se dispuso llevar a cabo los trabajos de reparación más necesarios, como el de las filtraciones en techos y algunos desprendimientos de cielorrasos en varias dependencias.
Paulatinamente el inmueble fue modificándose a las necesidades funcionales del Arzobispado, aunque se aprovecharon los dormitorios para la residencia de los sacerdotes que iban llegando a nuestra ciudad.
Con el crecimiento de la capital provincial se produjo también el de la Arquidiócesis y la elegante casona de 14 y 53 fue reformada en varias ocasiones, siempre tratando de respetar en la mayor medida posible las principales ornamentaciones fijas.
Durante el transcurso del tiempo, varias obras de arte fueron vendidas para asistir a familias carenciadas de nuestra región.
En 1965, fue bendecido, sobre los jardines del sector de la calle 15, un Santuario dedicado a la Virgen de Schönstatt.
Una sala con numerosos detalles arquitectónicos
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