La pandemia, la familia, la xenofobia

“También hay limitaciones del habla porque el idioma es distinto”, apuntó Ana Chauvin, estudiante ecuatoriana de Obstetricia. Y no se terminan en los modismos: “Aparecen cuestiones como el uso gratuito de la universidad y el sistema sanitario. Es difícil, porque existe mucha xenofobia. Una puede pasar desapercibida hasta que habla. Tiene que ver mucho con la carga del color y de la piel. Hay discriminación con quienes tienen rasgos morenos o indígenas”, dijo.

Pese a lo incierto de la vivienda y el ambiente de señalamiento que detecta, hay otras cosas: “Mis círculos más cercanos son migrantes, pero tengo amigos de Argentina también. Vivo acá hace muchos años y me encanta Argentina, pero desde los sabores, uno extraña”. Hay en la evaluación, “un lado hermoso, el mate, compartir. Y un lado denso, donde uno se siente atacada”. En ese sentido, analizó que aquí hay “otra forma de vincularse que me gusta. Pero las limitaciones son grandes también. No crea la gente que venimos a vivir como reyes ni a robar”.

En Quito, están un padre docente de música jubilado, una madre trabajadora social, una hermana y un sobrino. La distancia en pandemia se agigantó. “Es difícil cuando muere un ser querido y no podés volver. Con la pandemia perdimos muchos familiares. En mi casa vivía mi abuela y murió”, lamentó.

Por estos días, la futura obstétrica, trabaja como cuidadora de personas mayores. También suma ingresos desde Ecuador por teletrabajo. “Tantos años viviendo acá, siento que quiero volver, pero quiero terminar mi carrera. Luego, trabajar un poco acá porque este país me ha dado tanto”, reflexionó.

Como una platense más, también hace su aporte al debate sobre modos y formas para la Ciudad: “A La Plata le hace falta una montaña”, dijo y descargó una buena carcajada en la que se colaron recuerdos del paisaje natal. “Es cuadrada, perfecta, armada. Le hace falta espontaneidad, pero me gusta mucho. Con las plazas, los parques da la posibilidad de andar en bicicleta”, definió a la Ciudad.