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Papá taxi, mamá remisse: la “uber” paternidad en tiempos post pandémicos

Mañana, tarde y noche, con ímpetu siempre renovado, los hijos van de acá para allá: escuela, deportes, encuentros con amigos, salidas nocturnas ¿Padres al borde de un ataque de nervios?

Papá taxi, mamá remisse: la “uber” paternidad en tiempos post pandémicos

La escuela, actividades extra escolares y horarios laborales cruzados. Los padres viven arriba del auto

Cecilia Famá

Cecilia Famá
vivirbien@eldia.com

24 de Abril de 2022 | 09:25
Edición impresa

“Cuando llevo a Mateo (9) a dibujo, los martes a la mañana, hago ‘car office’: trabajo en el auto durante una hora y media. Me llevo el mate y me pongo a responder mails desde el teléfono. No me queda otra, porque no llego a ir y volver entre City Bell, donde está la profesora, y La Plata, donde vivimos. Además, salimos de la actividad y comemos algún sanguchito en el auto, porque a las 12 y media él entra a la escuela. La que habla es Magdalena (41), administradora de empresas. Tiene dos hijos, con los que va todo el día de acá para allá, y llama al tercer día de la semana “el martes de vértigo”. Confiesa que “las únicas horas en que no ando arriba del auto son las cuatro en que Mate está en la escuela. Porque cuando sale, vamos a la fonoaudióloga; salimos de ahí, se viste ‘en tránsito’ y llegamos justo a su entrenamiento de fútbol. Dos horas más, y volvemos a casa a eso de las 21. La verdad es que es una locura… pero ya nos quedó así”.

Mientras esperan a que los chicos hagan sus actividades, muchos padres duermen una siesta porque no quieren gastar tanto en combustible o no llegan a “ir y venir”

“Por suerte tenemos dos autos”, suspira la mami-taxi 24/7. Porque, según explica, a la par de que ella realiza su travesía, su esposo lleva y trae de la escuela y al entrenamiento de vóley a su hija mayor, Lucía, de 14. “Los martes casi no nos vemos; solo coincidimos en casa para cenar, porque andamos todos como un ‘uber kids’”, dice.

“Prefiero estar mal dormido o el gasto en nafta, a arriesgarme a que le pase algo malo”

Santiago,
Docente de matemáticas

 

Catalina Ramos (37), socióloga, explica que “una de las realidades que afrontan los padres actuales es que les cuesta independizar a sus hijos. Es un mal de estos tiempos, que en nuestro país tiene origen por la creciente inseguridad que vivimos. Los papás tenemos miedo de enseñarles a usar un colectivo o de que caminen cinco cuadras solos de casa a la escuela. Temen que les pase algo, porque llevan el celular o algo de dinero, y prefieren trasladarlos ellos: ya sea acompañarlos caminando, o llevarlos en una moto, auto o taxi. Pero los acompañan”.

“Cuesta soltarlos, enseñarles. Sentir que están solos en la calle, para varios padres es aterrador”

Catalina Ramos,
Socióloga

 

“El stress que acumulan padres y madres es elevadísimo. Trabajan, son padres y también son choferes de toda la familia. Antes, a los 9, 10, 11 años, los niños iban a la casa de la abuela en bicicleta, salían a hacer mandados al almacén y hasta ya tomaban solos el micro en la esquina para ir a la escuela. Hoy eso lo vemos en casos de extrema necesidad. Conozco familias que dejan a sus hijos a las 7 de la mañana en la casa de los abuelos, para que ellos los lleven en auto a la escuela. Cuesta soltarlos, enseñarles. Sentir que están solos en la calle, para algunos padres es aterrador. Pero deben entender que, a determinada edad, sobre todo en la pubertad, ya necesitan adquirir cierta independencia”, sostiene la especialista.

El gasto que se genera implica combustible, comida y bebida para el camino

 

“Un niño o niña, a los 6 o 7 años ya puede ir a comprar el pan. Es más, tenemos que enseñarles a hacerlo. Ya en la salita de 4 años del jardín juegan a hacer los mandados. Las maestras se lo enseñan, pero los padres en la actualidad lo ponen en práctica muchísimo más tarde ”, advierte Ramos.

DÍA Y NOCHE

Santiago y Carolina viven en Villa Elisa y trabajan en La Plata. Sus hijos van al Colegio Nacional y al Normal 2, en pleno casco urbano. Su odisea comienza a las 7, llevando a su hija más chica a la casa de los abuelos, porque va a la escuela a la tarde. El más grande queda a la mañana en un secundario de la zona del Bosque. Carolina permanece en su lugar de empleo, un comercio en el centro, pero Santiago recorre literalmente la ciudad todo el día: es profesor de Matemáticas en dos escuelas y en el medio de sus turnos de clases, busca a uno, lleva a otro, y reparte chicos en básquet, inglés y destreza hasta la noche.

Los seis hijos de Micaela: Salvador, Nazareno, Guadalupe, Dolores, Amadeo y Indalecio. A mitad del día, esta mamá comienza su recorrida con los chicos en el auto, que dura toda la tarde

“¡Sí, es agotador!” reconoce el docente, cuando habla de su rutina de la semana. Pero ¿y los fines de semana? Respira hondo y la cuenta: “Los deportes nos llevan todo el sábado. Vamos del partido a las muestras y festivales de la nena que pueden ser en cualquier parte de La Plata o la periferia. Por otro lado, Gaspar ya tiene 17, así que empezó a salir con los amigos; se juntan en casas o van a algún bar. Por lo que los viernes y sábados, muchas veces, tengo que llevarlo o ir a buscarlo. A veces nos turnamos con los padres de algún amigo. Pero es fija que un sábado, a las 3 am, yo esté yendo en auto hasta Villa Elisa o La Plata a buscarlo tras alguna juntada”.

“Suben al auto y se van cambiando ellos solos y merendando; todo al mismo tiempo”

 

¿Por qué no vuelve en Uber o en remisse? “Sinceramente nos da miedo” admite el vecino villalisense: “si algún día arregla en venirse a casa con un amigo que se quede a dormir, puede ser. Pero que venga solo con un desconocido por la noche nos da terror. Prefiero ponerme el despertador a las 2, vestirme, salir a buscarlo y volver, que vivir con ese temor de que le pase algo. Sé que puede pasar cualquier cosa también en otro momento. Pero siempre que nosotros podamos vamos a prevenirlo. Prefiero la incomodidad de estar mal dormido, o el gran gasto que tenemos en combustible, a estar intranquilo o arriesgarme a que le pase algo malo”.

A contra reloj. Así van varios padres y madres llevando a sus hijos a todos lados

EL AUTO, UNA SEGUNDA CASA

Micaela tiene 6 hijos entre los 12 años y los los 3 meses. Es una auténtica mamá pulpo motorizada. Su esposo trabaja en CABA, por lo que es ella quien los lleva y trae de todas las atividades. ¡Que son un montón!

“A la mañana estoy más tranquila porque van alternados: los lunes y miércoles va uno a inglés y martes y jueves van los otros dos. Las mañanas son más tranquilas en cuanto a andar de acá para allá. Después, el día ya arranca a las 12.45 cuando salimos todos para el colegio. Salgo con los cinco escolarizados y llevo al bebé, porque como toma teta lo llevo; toma en cualquier lado y en cualquier momento. Ahí dejo a tres en la primaria, que entran 12.50, y a dos en jardín, que es otro edificio ahí cerca. Voy, literamente, tirando chicos con mochila por el centro de City Bell. Los dejo, miro que entren y sigo para el jardín”, se ríe la súper mamá.

“Voy, literalmente, tirando chicos con mochila por City Bell. Los dejo, miro que entren y sigo”

Micaela,
Madre de seis hijos

 

Lunes y miércoles, los días en que todos tienen deporte, son un caos: los busco 17.25, meriendan en el auto. Los cambio arriba del auto: a Amadeo que tiene 5 que va a fútbol y a Dolores, de 3, que va a destreza. Hacemos todo eso mientras esperamos que salgan los otros tres de la primaria. Ahí suben y se van cambiando ellos solos y merendando; todo al mismo tiempo, porque tengo que dejar a las 18 en City Bell a uno en fútbol, otro hace lo mismo pero en Gorina, y de ahí a las nenas a su actividad. Todo eso, mientras el bebé llora o pide teta. A veces tengo que frenar un ratito en cualquier parte. En el medio aprovecho y hago algún mandadito pensando en qué vamos a cenar y las llevo a las nenas y las espero. Porque ahí ya es la hora en que mi marido sale del trabajo, y puede ir a buscar a los varones a fútbol. A veces, si a él se le complica con el tránsito, voy pidiendo S.O.S a algún padre amigo que me agarre al nene y me espere un rato hasta que yo llego al club. Martes y jueves es más tranquilo, porque es sólo fútbol. Aunque no coinciden en los horarios, es mucho más relajado todo”, dice Micaela, para la que los parámetros de “tranquilo” seguramente son diferentes a las de muchas otras personas.

El asiento de atrás del auto de su mamá es para Pedro como su cuarto ambulante

Lorena es diseñadora gráfica y mamá de Pedro (12), que este año empezó la escuela secundaria a la mañana, por lo que en casa cambiaron todos los horarios y las rutinas. Ella cuenta que “dos días a la semana Pedro duerme noche por medio con el papá, así que cuando está allá, a la escuela lo lleva él. Al mediodía lo busco yo porque el padre está en el trabajo. En el secundario ahora tiene actividades a contraturno, así que se tiene que quedar más tiempo o volver. Estoy tratando de coordinar con otra mamá porque las actividades de gimnasia y otras cosas son a 10 cuadras de la escuela y él es chico aún para andar solo. Las cosas como básquet o inglés son con el papá porque yo trabajo de tarde. La verdad es que es todo un tetris… ¡Metemos muchísimos kilómetros por día en llevarlo a traerlo para todos lados!. El hace todas las actividades dentro del auto: va leyendo, va escuchando música con sus auriculares. Ya está re habituado a hacer mil cosas andando”.

Agustina es mamá de Sofía de 6 años, y confiesa que el auto es su segunda casa

Por su parte, Agustina es mamá de Sofía de 6 años. Su rotetuims es: “a la mañana estamos juntas, al mediodía almorzamos y este año la cambié de colegio, porque iba a una a La Plata y ahora va a una que me queda a la vuelta de mi oficina, en City Bell. Algunos días, después de ahí va a inglés, así que la pasan a buscar mis papás porque yo voy para la facu. A la vuelta va mi marido a buscarla porque yo salgo tarde. En mayo retoma hockey, así que algunos días la llevo yo a hockey. Los fines de semana la llevo a los cumpleaños de todos los amiguitos; en el verano fuimos a la colonia; en la semana vamos a visitar a la madrina… y así todo el tiempo. El auto es nuestra segunda casa”.

El gasto que todo esto implica es agobiante para algunas familias: dos autos, litros y litros de nafta o gasoil; comida y bebida para el camino; paradas en kioscos… y hasta en árboles a hacer pis. “Nosotros que vivimos en Villa Elisa y tenemos nuestras actividades y las de los chicos en La Plata, gastamos más de 25 mil pesos por mes en nafta; y eso que tenemos un auto chiquito, con un motor 1.4 que se la banca bastante”, resume Santiago, con dos hijos. A quienes tienen dos vehículos y más chicos, el gasto directamente se les duplica.

“Cuando llevo a mi hijo a dibujo, hago ‘car office’: trabajo en el auto durante una hora y media”

Magdalena,
Administradora de empresas

 

¿Los transportes escolares son una solución a la tranquilidad y a los gastos? En algunos casos sí. Pero según afirma la socióloga Ramos: “no se trata de si se gasta más o menos dinero, ni si buscan la comodidad. Los padres de hoy viven en un ritmo vertiginoso de trabajo y aún así, paternan y maternan de un modo muy presente. Quieren estar con sus hijos: llevarlos, traerlos, compartir su cotidianidad. Leen juntos, escuchan música, comen en el auto. La vida sobre ruedas es caótica, pero permite ir charlando, estar juntos, que hoy en día es un montón”.

Felipe y Pedro, acostumbrados a viajar en auto durante varios tramos entre una actividad y otra que hacen en la semana y el finde también

 

 

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