Exiliados de Nicaragua visitaron la UNLP
Edición Impresa | 16 de Junio de 2022 | 02:00

Bajo la consigna “No somos indiferentes. Nicaragua nos convoca”, estudiantes exiliados de Managua -la capital del país que Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, gobiernan con mano de hierro- visitaron ayer la facultad de Humanidades de la UNLP. Fue en el marco de una actividad organizada por el MST-FIT para dar impulso a una comisión internacional que se propone fiscalizar in situ la salud de los más de 185 presos políticos del régimen sandinista, según los cálculos que hacen distintos organismos internacionales ante la ausencia datos oficiales.
Elmer Rosales, 29 años / R. Acosta
Entre los que pretenden regresar a Nicaragua para verificar la situación de los encarcelados están Elmer Rosales, 29 años, y Mohamet Pacheco (27), que dialogaron con EL DIA durante su paso por la UNLP. Como otros 200.000 exiliados, ellos dejaron la capital nicaragüense hacia fines de 2018, poco después de que Ortega avanzara con un ajuste en las jubilaciones y respondiera a las protestas ciudadanas con una brutal represión que continúa hasta hoy. “No son solo los presos ni los exiliados, sino también los cerca de 500 muertos que hasta el momento se han documentado”, enumera Elmer, que el 31 de diciembre de 2018 dejó a su familia y suspendió sus estudios de Sociología en Nicaragua para refugiarse en Buenos Aires. Similar es la situación de Mohamet, que cursaba 6º año de Ingeniería Civil y le faltaban 5 materias para recibirse cuando la oleada represiva contra los estudiantes lo obligó a emigrar.
Mohamet Pacheco (27) / R. Acosta
Expulsados de su país “por la dictadura de Ortega-Murillo”, como definen, y sin poder todavía avanzar en sus estudios, hoy se ganan la vida trabajando para una aplicación de delivery en las calles porteñas. Sueñan, se dijo, con regresar a Managua para conocer de primera mano la realidad de su país. Una empresa que, saben, es por demás riesgosa: “Todas las libertades democráticas están cercenadas, Nicaragua vive hoy en un Estado de excepción, de facto”, advierte Mohamet a la par que observa las dificultades del gobierno nicaragüense para mantener su relato “progre” entre tanta muerte y exilio y “con un 45% de pobres”.
Pero quieren volver. La persecución, dicen, no los amilana y se ilusionan con estar en julio en Costa Rica para, de allí, subir a Managua. “Queremos ver cómo están los nuestros”, dicen y la emoción se descarga en aplausos en el aula B106 de Humanidades.
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