La ceremonia, una vidriera de la moda monárquica

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Ya sea un vestido de 20 euros o una túnica reciclada de Jorge VI, el atuendo que luce la familia real británica desempeña un papel clave para transmitir mensajes y expresar el sentir del país. Y, según los expertos, cobrará aún mayor protagonismo durante la coronación de Carlos III, este sábado.

¿Importa la corona que elija la reina Camila o el anillo que luzca el monarca? Para los académicos, detalles en apariencia insignificantes tienen un impacto directo en la opinión pública y la percepción del Reino Unido.

La profesora de Historia de los Medios de Comunicación de la Universidad de Westminster (Londres), Jean Seaton, sostiene que “la forma en la que viste la monarquía es importantísima dado que captura la atención y es un vehículo para comunicar mensajes de poder, autoridad o solidaridad”.

En este sentido, la coronación será una poderosa vidriera para enviar un mensaje al mundo que aúne “modernidad y tradición”, pese a que será “muy difícil hallar un equilibrio” para conciliar ambos conceptos, opina el profesor de Gobierno y Constitución de la University College London, Robert Hazell.

En la coronación, las joyas, el vestido que llevará la reina consorte, la túnica de los monarcas o el cetro se convertirán en canales de comunicación.

Durante el acto se colocará un anillo especial en el cuarto dedo del soberano, que simboliza que está “casado” con el pueblo y se entregará otro -que se utilizó en la coronación de la Reina Madre- a Camila.

Esta eligió su propia corona, fabricada por la casa Garrard para la reina María, quien también fue reina consorte y coronada junto a Jorge V en 1911.

Según la Casa Real británica, “es la primera vez en la historia reciente que se utilizará una corona ya existente para la coronación de una consorte en lugar de un nuevo encargo”.

La corona ha sido modificada por el Joyero real, con joyas adicionales que rendirán homenaje a la difunta Isabel II.

Siguiendo la tradición, los monarcas lucirán cada uno dos atuendos diferentes durante el servicio, a su llegada a la Abadía de Westminster y a la salida, estos últimos con un diseño más personalizado, una vez concluido el acto.

De esta manera, por ejemplo, Carlos III llevará primero una túnica de terciopelo carmín, fabricada para Jorge VI en 1937 y a su salida se pondrá otra en seda morada con bordados en oro.

Se reutilizarán objetos históricos de la Colección Real empleados en coronaciones pasadas -las de Jorge IV, en 1821, Jorge V, en 1911, Jorge VI, en 1937 e Isabel II, en 1953-, como las llamadas “vestiduras” -la Súper túnica, el Manto Imperial, el cinturón para la espada de coronación y el guante de coronación- que el soberano llevará cuando sea coronado por el arzobispo de Canterbury.

Según explicó el palacio, esos objetos serán reutilizados “en aras de la sostenibilidad”, lo que pretende enviar un mensaje de modernidad y sintonía con las inquietudes y el contexto actuales.

Pero el papel de la moda en la monarquía y su aparente poder para condicionar la opinión pública han quedado patentes a lo largo de la historia.

Isabel II “se vestía para definirse a sí misma frente a un mundo de hombres” y estableció “lo que las mujeres trabajadoras pueden llevar”, dice Seaton.

La monarca optó, por ejemplo, por un sombrero en tonos azules claros adornado con rosas amarillas cuando el Reino Unido abandonó la Unión Europea (UE), un detalle percibido por la prensa como un mensaje poderoso por su semejanza con los colores de la bandera comunitaria.

 

Carlos III

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