Milei y una apuesta al híper personalismo en octubre

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Mariano Pérez de Eulate

mpeilate@eldia.com

Las elecciones provinciales del último domingo, que continuaron una saga de desdoblamientos que poblarán el calendario hasta octubre próximo, confirmaron además ciertas cosas.

Una: los oficialismos asoman con tendencia triunfante porque la gente de aquellos distritos que eligen antes a las autoridades provinciales de las nacionales, evidentemente, pondera lo local por sobre lo nacional a la hora de elegir gobernador.

Es una buena noticia, sobre todo, para los caudillos del PJ de las provincias: la ciudadanía no direccionaría las culpas por la debacle económica -inflación, recesión inminente, etc- en las figuras de cercanía, sino que buscaría responsabilidades mirando a la capital federal, donde se asienta el gobierno nacional.

Eso, a pesar de que, por ejemplo, el riojano Ricardo Quintela pertenece a un mismo espacio político que el presidente Alberto Fernández (ayer se fotografiaron juntos, de hecho). Por lo visto, son efectivas las estrategias de “provincialización” de las campañas electorales, nada nuevo en la política. Una efectividad que además suele ser notable en provincias donde el empleo público es prácticamente mayor que el del sector privado.

Dos: poniendo el foco en La Rioja, parece confirmarse que la irrupción del candidato presidencial de La Libertad Avanza, Javier Milei, es un fenómeno hiper personalista. Las encuestas nacionales dicen hoy que el hombre ha generado un escenario de tres tercios más o menos parejos en las preferencias para la votación a presidente: él mismo, Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. Pero esos tercios no se vio el último domingo en Jujuy, La Rioja y Misiones.

De esos tres duelos, Milei presentó un candidato propio sólo en la provincia de Carlos Menem, acaso con el mecanismo de compra de la “franquicia” que el periodista Hugo Alconada Mon reveló recientemente en el diario La Nación.

Y el libertario optó, justamente, por un Menem: Martín, sobrino de Carlos, hijo de Eduardo. Salió tercero con el 15% de los votos. ¿Fracaso del hombre de peinado endemoniado? Las primeras lecturas del mundo político replicaron ayer lo que se oyó hace un par de semanas cuando se dieron las elecciones en Neuquén y Río Negro y los postulantes milenistas hicieron agua: Milei fue uno de los “perdedores” del triplete electoral del domingo último, dice esa visión.

Sin embargo puede haber otra lectura, más favorable al libertario: ¿ese 15% que sacó Martín Menem en La Rioja no será el piso del que parte Milei para su aventura presidencial en esa provincia?

Poco alcance nacional

La figura de Milei, un invitado diario en los canales de televisión no afines al kirchnerismo, es muy conocida a nivel nacional. Pero su estructura política real parece más una construcción del AMBA, no una red territorial de alcance nacional.

Lo verdaderamente disruptivo sería que, con esas “falencias” para el manual de la política tradicional, el diputado libertario logre meterse en el eventual ballotage presidencial, como pronostican muchos sondeos. Algo que es tema de preocupación de Cristina -gran consumidora de encuestas-, según se vio en su última incursión discursiva en el Teatro Argentino; y de Juntos, disputador natural de votos de centro derecha con él.

En todo caso, ¿es posible que Milei arme una estructura nacional competitiva, con fiscales en cada pueblo, candidatos a diputados y senadores nacionales en todas las provincias (algo indispensable si realmente se piensa como presidente) con un discurso que, entre otras cosas, propone sacar la educación obligatoria, no condenar el mercado de venta de órganos humanos pero si rechazar el aborto, acaso el acto de decisión personal de mayor libertad de una mujer?

El libertario se ha mostrado excepcionalmente eficaz en su rol de canalizador del enojo ciudadano con la política, en base al gran acierto dialéctico de hablar de una “casta” dispendiosa como sujeto a combatir, a exterminar. Munido sólo de modos coléricos, gran inserción en medios nacionales y la defensa del difuso proceso de dolarizar la economía como salvación de todos los males de caja de este país. Se nota ahí también su viveza: Milei no hace nada por aclarar que su idea no es lo mismo que la Convertiblidad de los 90, aquella añoranza nacional que gran parte de la clase media vivió casi como una conquista de derechos. Viajes baratos incluidos.

Hace pocos días, Milei sacó un comunicando diciendo que no prestará sus imágenes y símbolos (el león de gran melena, por ejemplo) para ninguna elección, más allá de las nacionales. “Nuestro objetivo son las próximas elecciones presidenciales 2023. Nuestros esfuerzos y recursos en términos de fiscalización y comunicación estarán destinados a ese fin. Todos aquellos partidos políticos que nos acompañan decidirán participar o no de las elecciones provinciales según sus necesidades jurídicas o territoriales, utilizando sus propios símbolos e imágenes. Los símbolos e imágenes de Javier Milei 2023 se reservan exclusivamente para las elecciones nacionales”, dijo el comunicado oficial.

Puede ser una forma de despegarse de derrotas como la de Menem, el domingo último. También un factor que abona la duda de cómo hará para conseguir real inserción más allá del Conurbano y la CABA y abre un cierto interrogante respecto de si lo que hoy dicen las encuestas se consolidará de cara a octubre. Para los tiempos de la política, aún falta mucho.

 

Milei

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