Kicillof y La Cámpora libran una disputa con fuerte aroma a las definiciones de 2025

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José Picón

jpicon@eldia.com

Hay dirigentes peronistas que no se olvidan. Otros, se juegan un poco más y vomitan su bronca en público. Ambos grupos comparten, con esos matices, un objetivo: que el reparto de poder para la definición de los espacios electorales para el año que viene, no quede al arbitrio exclusivo de La Cámpora.

Buena parte de los posicionamientos y las declaraciones subidas de tono de los últimos días que generaron un temblor en el oficialismo bonaerense, tiene que ver con eso. Se respira, en la animada tertulia peronista, el tufillo 2025.

La pelea por la lapicera para el armado de las listas que Máximo Kirchner manejó a discreción en el último cierre, está sobre la mesa. El hijo de la ex presidenta prácticamente monopolizó las candidaturas con dirigentes de su espacio o ultra aliados al camporismo. El resto, como reza el tango, quedó con la ñata contra al vidrio, contemplando cómo se iban llenando los casilleros casi sin margen para el pataleo.

La pulseada excede, entonces, la disputa que mantienen Axel Kicillof y Máximo Kirchner. Quizás forme parte de ella. Pero también, puede que sea el germen de una discusión más amplia que tenga relación con la eventual aparición de un nuevo liderazgo en el PJ.

Cerca de Kicillof aseguran que no alienta a nadie a tomar las armas contra La Cámpora. Que los dichos de su ministro Andrés “Cuervo” Larroque con los que cuestionó el liderazgo de Máximo, corren por su cuenta. Aclaran, de paso, que no reniegan de la conducción de Cristina Kirchner. “Es nuestra conductora”, aclaran.

“Son opiniones que surgen a título personal”, se despegan en el entorno del Gobernador, como para tomar distancia de un revuelo que por un lado lo incomoda y por el otro le resulta funcional en la incipiente construcción de cara las presidenciales de 2027.

PASO INTERMEDIO

El paso intermedio es el que genera ruido del fuerte. Kicillof, pese a ser la carta ganadora en los comicios del año pasado, no pudo casi colar nombres propios para la Legislatura. Mucho menos, para el Congreso. Esa hegemonía camporista es la que discuten Larroque y varios intendentes como Jorge Ferraresi (Avellaneda). ¿Con la complicidad de Kicillof? En la Gobernación lo niegan.

Puede que algunos de estos dirigentes, que también trabajan para una candidatura presidencial del mandatario bonaerense, estén diciendo lo que el propio Gobernador prefiere callar. Kicillof acaso se esté observando en el espejo de Javier Milei, que asumió con apenas 30 diputados nacionales propios y afronta enormes dificultades para que le voten una ley.

Los legisladores que ingresen en el turno electoral intermedio de 2025, compartirán mandato con el próximo presidente. Si Kicillof termina siendo candidato dos años después, acaso esté evaluando con cierta dosis de previsión, la necesidad de contar con legisladores leales de antemano.

Esa tensión quedó ampliamente verificada en los mensajes que envió el camporismo al propio Kicillof. La semana pasada el Gobernador fue hasta Quilmes a recorrer un centro educativo. Allí gobierna Mayra Mendoza, una de las dirigentes más cercana a Máximo Kirchner. Sin margen para las dobles interpretaciones, la propia Municipalidad distribuyó una foto de Mendoza y Kicillof en la visita en las que se los ve con gestos adustos y miradas distantes.

Contar con certezas

El peronismo y parte de la oposición requieren, por su parte, contar con otras certezas. Conocer, por caso, si alumbrará una reforma a la ley que impide un nueva reelección de los intendentes que cursan un segundo mandato.

En la Legislatura se ha empezado a hablar del tema. Senadores del PJ hacen tanteos. Sectores de la oposición escuchan y meditan si no terminarán siendo víctimas de la destemplada prédica tuitera de Milei y sus acólitos cabalgando sobre los privilegios de la casta política.

La urgencia de la definición radica en que si no tienen reelección, varios peso pesados, en especial del PJ, podrían intentar pegar el salto y ser candidatos a legisladores el año que viene. La resolución de ese debate debería alumbrar antes de fin de año.

Mientras tanto, los libertarios trabajan sobre el terreno bonaerense. No sólo están abocados a la formación de su partido sino también en ir sentando las bases para su oferta electoral en la principal provincia del país. Karina Milei, que monitorea buena parte de esos movimientos, es el nombre que se menciona para encabezar la lista de diputados nacionales. Si la idea es plebiscitar la gestión, la hermana del Presidente aparece como número puesto.

Otra alternativa es José Luis Espert, que recobró hace tiempo la buena sintonía con el Presidente. El PRO podría aportar a Diego Santilli que, como Espert, terminan su mandato el año que viene.

Buenos Aires elegirá 35 diputados nacionales el año que viene, un número muy apetecible para un Gobierno que sufre la carencia de manos propias en el Congreso.

Axel Kicillof

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