La masculinidad va a clase

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En el ayuntamiento de Barcelona funciona el Centro de Nuevas Masculinidades, una suerte de ministerio transformador que busca mejorar la conducta de una hombría que oscila entre canallas maltratadores y compañeros complacientes y culposos. Es un espacio público dedicado a domesticar a un colectivo que en los últimos tiempos viene frecuentando las noticias policiales. Hay que educar, también a los hombres. Tras poner los sentimientos a tiro de ministerio, la idea es enseñarles a los descarriados no sólo a comportarse sino también a sentir. El plan es mejorarles la conducta y mostrarles que al fin será la burocracia estatal la encargada de volverlos menos ásperos y más sensibles.

Ahora Colombia empezó a seguir esos pasos. Lanzó recientemente el programa oficial que se llama Hombres al Cuidado. Su objetivo es educarlos para desafiar los estereotipos, asumir un rol más activo en casa y gestionar mejor sus emociones. Los concurrentes son hombres adultos a quienes se les cuestiona su masculinidad exagerada y su poco apego al escobillón y la mesada.

Se difundieron imágenes de una clase. Se ve una veintena de presentes -casi todos mayores de 40 años- agarrando bebés de caucho y cabezas de maniquíes. Les cambian los pañales, los arrullan, les hacen trenzas. Varios monitores les indican cómo hacerlo. El ejercicio es uno de los varios módulos de la Escuela A Cuidar Se Aprende. El curso completo consiste en cuatro módulos: hogar, personas, emociones y medioambiente. También hay temáticas tan concretas como “tips para ser un buen ex”, porque a estos mandones les cuesta mucho asumir que ellas, sin permiso, han dejado de quererlos.

El programa enseña por sobre todo a manejar el tiempo libre, el reparto de tareas y la crianza de hijos en casa. Ahora les toca lo más difícil, advierte el profe Cortés: “Comprender que el cuidado no es ayuda esporádica, sino una responsabilidad compartida”.

Pero, los cambios de paradigma siempre son riesgosos. La ciencia de alguna manera formuló una advertencia sobre la promoción de una nueva generación de padres, más colaboradores y sumisos. Según ha surgido de un estudio realizado por la Universidad Northwestern, cuanto mayor es el compromiso de los padres con la crianza de los hijos, más baja es la presencia de la hormona masculina. Llegaron a esta conclusión a través de una muestra de la que participaron 600 filipinos. Para los especialistas, el trabajo demuestra que el organismo masculino se va preparando biológicamente para que los hombres participen de la crianza de sus hijos. Y sin querer -lo dice una hormona en retirada- para que cada vez rindan menos en el amor. Las conclusiones insinúan que los nuevos jefes del hogar son mejores cerca de la cuna y peores cerca de la cama. Y que acaban dejando más satisfechos a los críos que a su compañera.

La ciencia aún no se ha expedido sobre los daños colaterales que podría producir una masculinidad más educada. Dejan que cada pareja se encargue de administrar el reparto de tareas. Pero eso sí, no creen que, por lavar los platos y acomodar el placard, vayan perdiendo hormonas y se queden a la noche sin ganas. Además, prefirieron no responder a las consultas de varios padres sobrecargados de tareas domésticas que, amparados en las advertencias de ese estudio que los muestra cuanto más hacendosos menos apasionados, pretenden zafar de colgar la ropa y concurrir a los actos escolares.

¿Dónde y cuándo nació este nuevo rol hogareño? La cosa empezó con el cambio de pañales a cuatro manos, dicen algunos, chapaleando entre la ironía y la resignación. Ellas, tímidamente, un día pidieron ayuda. Y como vieron que no había rechazo, redoblaron la apuesta. La mujer, es cierto, es una carrilera imparable obligada abastecer la casa, el hijo y el marido, sin renunciar a las exigencias de la alacena, el monedero y la cama grande. Pero al hombre le han abrumado tanto con la culpa, que las nuevas generaciones se han hecho cargo de tareas que, según demuestra el reciente estudio, pueden acabar dejando deseos moribundos. Hay que combatir -como dijo el Papa Francisco esta semana- “las mariconadas”, sin mezquinar colaboracionismo.

Concurren hombres adultos a quienes se les cuestiona su masculinidad exagerada y su poco apego al escobillón y la mesada

Las conclusiones de ese estudio insinúan que los nuevos jefes del hogar son mejores cerca de la cuna y peores cerca de la cama

Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

 

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