Tras una grave infección: su sangre salva a 50 personas por año
Edición Impresa | 27 de Agosto de 2024 | 01:09

Analía Elena tiene un “superpoder” y lo sabe: su plasma es el tratamiento perfecto para las personas que tienen Fiebre Hemorrágica Argentina, un infección de origen viral que transmite un roedor, y que es frecuente en las zonas rurales de la provincia de Buenos Aires. Generosa, Elena dona sangre cada dos meses para que otros se puedan beneficiar con ella, un gesto solidario que ayuda a salvar la vida de unas cincuenta personas cada año.
El plasma de la sangre de Analía -como el de cualquiera que haya tenido Fiebre Hemorrágica-, posee anticuerpos contra el virus Junín, causante de la enfermedad; y puede por tanto usarse como tratamiento para quienes la contraen. Pero su caso no es para nada común.
“Cuando se estudia el plasma se mide la cantidad de anticuerpos contra el virus que esa persona tiene en sangre, a ese valor se le llama ‘título’; en promedio, los donantes tienen 120 de título, pero ella tiene 5.200”, explica Rodrigo Sosa desde el Instituto Provincial de Hemoterapia.
Esa especie de “superpoder” que posee Analía permite que su donación pueda fraccionarse para tratar y curar a muchos más pacientes que un donante común.
No existe una explicación certera de por qué ella desarrolló tantos anticuerpos, lo que se sabe es que esto depende de la respuesta inmune de cada persona y que varía de un organismo a otro. El caso de Analía marca un verdadero récord.
La primera vez que donó, le informaron sobre su particular condición y la enorme posibilidad de ayudar a otras personas a curarse. Entonces no lo dudó: se inscribió como donante registrada en 2020 y, cada dos meses, se acerca a un hospital provincial para ofrecer su plasma sanador.
Alejandra Pazos es jefa del servicio de Hemoterapia de ese hospital público bonaerense, al que Analía Elena concurre cada dos meses para donar. La especialista corrobora que su nivel de anticuerpos es notablemente alto, no obstante, explica que toda persona que haya atravesado la Fiebre Hermorrágica Argentina, puede contribuir a la curación de nuevos pacientes. Lo importante es informarse, concurrir al centro de donación más cercano y donar sangre.
“Analía es una persona joven con altos títulos de anticuerpos, por lo tanto, su donación le salva la vida a entre 7 y 10 personas cada vez que dona, unas 50 por año”, calcula Alejandra Pazos, la jefa del Servicio de Hemoterapia donde ella suele ir a donar plasma, “un procedimiento sencillo, indoloro y muy útil para evitar las secuelas que el virus puede producir”.
Cuando Analía contrajo la enfermedad tenía apenas 6 años, fue en 1981, cuando vivía en Acevedo, un pueblo rural cercano a Pergamino. “Se ve que me contagié jugando en el campo; levanté una fiebre leve y mi mamá me dio una aspirineta; al rato me encontró en un charco de sangre y salimos corriendo al hospital”, cuenta Analía.
En aquel momento, explica, no quedó registro de si los médicos usaron para tratarla plasma o no, pero lo cierto es que se recuperó por completo y sin secuelas. Pero no todos tenían esa suerte, menciona Analía al recordar que “muchos chicos no se curaban y varios quedaban con secuelas neurológicas”.
Pero fue recién hace cinco años que descubrió su alto nivel de anticuerpos “por casualidad”. Al leer un diario de Pergamino, Analía vio un aviso en el que se solicitaban donantes de plasma entre personas que habían tenido Fiebre Hemorrágica Argentina y se solidarizó.
“Mandé un mail al Instituto ‘Julio Maiztegui’ de Pergamino y, luego, fui a que me sacaran sangre para estudiarla. Ahí se comprobó el alto nivel de anticuerpos que tengo”, cuenta Analía que desde que la contactaron para avisarle de los resultados extraordinarios decidió convertirse en donante habitual.
Dado que son pocos los donantes habituales de plasma para tratar la Fiebre Hemorrágica, el Ministerio de Salud bonaerense hizo con la historia de Analía un video con que busca convocar a quienes tuvieron esa enfermedad para que contribuyan también a salvar vidas.
Fue el médico e investigador bonaerense Julio Maiztegui quien en 1971 logró demostrar que la mortalidad de quienes tenían Fiebre Hemorrágica Argentina podía reducirse del 30 al 1% si los pacientes eran tratados en forma temprana con plasma de personas que ya habían tenido la enfermedad.
Su hallazgo, publicado en la revista especializada The Lancet en coautoría con Néstor Fernández y Alba Damilano, inició una nueva era en el tratamiento de la enfermedad que hoy lleva adelante el Instituto Provincial de Hemoterapia en coordinación con los hospitales bonaerenses.
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