“El Viejo Roble”: un pueblo quebrado que intenta sanar

La última película de Ken Loach llega a la cartelera para contar una historia de xenofobia y reconciliación, una de cinco novedades

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El cineasta Ken Loach, cronista eterno de los malestares sociales, persigue una nota de esperanza en “El Viejo Roble”, su última película y uno de los cinco estrenos que renuevan la cartelera hoy, porque “la esperanza y la desesperación te destruye”.

Así es que el cineasta de “Riff Raff”, “El viento que acaricia el prado” y “Yo, Daniel Blake” construye un relato que parte de la xenofobia y viaja hacia la reconciliación: en un pueblo del noreste de Inglaterra, donde la mina cerró y la gente se siente abandonada por el sistema, queda allí un último pub llamado El Viejo Roble. Muchos jóvenes se han marchado y lo que una vez fue una comunidad próspera y orgullosa lucha por mantener vivos los viejos valores. Las casas son baratas y están disponibles, pero no para de crecer la ira, el resentimiento y la falta de esperanza. Allí serán dirigidos los últimos refugiados sirios que han sido acogidos por el gobierno de Gran Bretaña en los últimos años.

Claro, no son bien recibidos por una parte del microcosmos local: parados, jubilados y prejubilados tras el cierre de la industria minera que sustentó la vida durante generaciones. Desconfianza, odio, arrebatos, inquinas y rechazo hacia los refugiados de la película prenden “la semilla del racismo” en quienes como ellos carecen de una perspectiva de futuro, hasta que se dan cuenta de que comparten similares problemas: es la solidaridad a la que apela Ken Loach en esta cinta.

“Donde hay que mirar no es al inmigrante”, como a su juicio quiere “la extrema derecha que entra en acción”, sino en las causas que han dado lugar a una “economía colapsada”.

“No recuerdo otra época en que la extrema derecha haya sido tan fuerte como ahora”, dice Loach. La única esperanza es la solidaridad: “Sin solidaridad no hay solución”, explica.

 

 

El Viejo Roble

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