El limbo del Dante: platenses atrapados entre dos mundos por límites a la ciudadanía
Edición Impresa | 25 de Mayo de 2025 | 05:55

Francisco L. Lagomarsino
flagomarsino@eldia.com
Los plazos se cumplieron. Las votaciones se concretaron. Y lo que comenzó como un decreto sorpresivo se convirtió en ley: desde fines de marzo, Italia aplica un severo endurecimiento en su normativa de acceso a la ciudadanía, ahora rubricado y formalizado. El golpe se sintió fuerte de ambos lados del Atlántico, pero especialmente en Argentina, y con particular intensidad en La Plata, donde vive una de las comunidades de origen italiano más numerosas de nuestro país.
La nueva ley impone un límite generacional que excluye a bisnietos y generaciones posteriores de descendientes de italianos, salvo excepciones muy restringidas. Esto desarticula de forma abrupta la posibilidad de iniciar miles de trámites consulares en Argentina y deja varadas a cientos de personas que habían viajado para iniciar o agilizar el proceso en Italia. Para muchos, el sueño de reconstruir su identidad y mejorar su calidad de vida se transformó en una pesadilla administrativa y emocional. Se desplomó un puente entre el Viejo Mundo y el nuevo que parecía indestructible y eterno.
“La situación de los varados es desesperante. Hay mucha angustia. Es como si nuestra segunda casa nos cerrara la puerta en la cara”, dice Iara Gravagna, mediadora intercultural y platense radicada en el norte de Italia que asistió a muchos connacionales en trámites de ciudadanía. “Se generó un clima raro. En algunas comunas ya se mostraban algo hostiles incluso antes de que se aprobara la ley. Pasamos del ‘¡qué lindo, un argentino!’ a ‘otro argentino más que viene a romper las pelotas’”.
Detrás de esa hostilidad que acecha, más o menos “sotto voce”, hay vidas concretas. Como la de Matías Chamorro, oriundo de Ringuelet, que dejó todo para viajar a Italia y hoy está en un pueblo de Calabria, atrapado por la nueva normativa. “Vendí mi casa, renuncié a mi trabajo, me despedí de mi familia, mis mascotas, y me subí a un avión. Quince minutos después de mi última jornada laboral en Argentina, me enteré del decreto. Ya no había vuelta atrás.”
Matías es bisnieto de italianos, una generación que hasta hace poco era admitida sin objeciones bajo el principio del ius sanguinis. Hoy, esa vía está vedada. “Estamos a punto de cumplir los 90 días legales como turistas. A partir de allí, pasamos a estar en situación irregular. Y no hay certezas sobre si podré entrar en el nuevo sistema. Pero volver no es una opción: me quedaría con menos de lo que tenía”.
La ley aprobada el 28 de marzo por decreto y luego ratificada por ambas cámaras italianas (Senado y Diputados) establece a grandes rasgos que sólo los hijos y nietos de ciudadanos nacidos en Italia podrán solicitar la ciudadanía. Los bisnietos y generaciones posteriores quedan fuera, salvo que obtengan un permiso de trabajo y vivan en la “bota” varios años, o recurran a una incierta y laberíntica vía judicial.
arrancados de raíz
Agustín Palomba, vecino del barrio Hipódromo, es otro platense que emprendió el viaje con una mochila cargada de simbolismo familiar. “Soy tataranieto de italianos. Reunimos todas las actas, investigamos nuestra historia, quisimos reconstruir el pasado. Vine en nombre de toda mi familia, para sellar una identidad que es colectiva. Planeamos esto durante años, y justo llego a Italia una semana después del decreto... No imaginé que el país que me dio las tradiciones que en casa seguimos compartiendo -la pasta de los domingos, la mesa larga llena de voces y risas, los gestos y costumbres que sin darnos cuenta nos fueron heredados- me recibiría con las puertas cerradas. Y no quisiera quedarme con este sabor a promesa interrumpida”.
La Plata tiene un vínculo profundo con la inmigración italiana. La circunscripción consular registra más de 114.000 pasaportes italianos, de los cuales el 80% son de residentes platenses. Existen decenas de instituciones activas, como el Círculo Molisano, la Asociación Marchigiana, el Círculo Siciliano, el Friulano y el Trentino, por citar un puñado. “La comunidad está viva. Pero estas medidas la golpean directo al corazón”, señala Claudio Bartoli, presidente de la Federación de Asociaciones Italianas de la Circunscripción Consular de La Plata (FAILAP).
“Hasta ahora, el relato era claro: ‘quien tiene sangre italiana, es italiano’. Hoy ese principio fue traicionado. Se está cortando una conexión generacional. Y no hubo diálogo, consulta ni reconocimiento a las comunidades que hace décadas sostenemos esta identidad a miles de kilómetros” sentencia el dirigente.
La situación de los platenses varados en Italia se repite con distintos matices, pero la misma desolación. Aaron Stoppini, que llegó al “piccolo paese” de Stimigliano el 27 de marzo junto a su novia y un amigo, relata que fue al pueblo para “engancharse” al expediente de su primo. “Pero el 28 nos dijeron que no tomaban más solicitudes. Me salvé porque conseguí trabajo como mozo en un restaurante, pero mi novia no tuvo la misma suerte. Ahora vamos a probar suerte en Andorra. Dejamos todo en Argentina. Y quedamos en el limbo.”
El gobierno italiano, que impulsa reformas restrictivas en inmigración y ciudadanía -un trámite cuyo inicio implica pagar unos 640 euros-, justificó la medida señalando que sólo en 2023, más de 20 mil argentinos accedieron a la ciudadanía por derecho de sangre, y que en 2024 la cifra superó los 30 mil. Que pocos tenían vínculos reales con su madre patria.
Según Gravagna, el texto recientemente aprobado es “muy confuso” y carece de una reglamentación clara. “En Italia, la ley no se aplica solamente por el texto original, sino por las circulares administrativas. Y eso aún no existe”.
“El relato era claro: ‘quien tiene sangre italiana es italiano’. Ahora ese principio fue traicionado”
Junto a un grupo de profesionales, Gravagna impulsa el Comitato di Italo-Discendenti Contro il Decreto-Legge (CIDO), que busca acompañar a los varados y ejercer presión para lograr modificaciones. “Pero el daño ya está hecho. Generaron un dolor en la comunidad que no sé si se podrá reparar. En nombre de frenar abusos, están discriminando a quienes buscan su identidad.”
Hoy, el camino alternativo es incierto: los bisnietos y descendientes más lejanos de italianos sólo podrán aspirar a la ciudadanía si logran establecerse con un contrato laboral en la Península, y después de cierto tiempo -el 8 y 9 de junio, un referéndum definirá si el lapso baja de 10 a 5 años- solicitarla; o consigan revertir los efectos de las nuevas leyes por vía judicial, cuestionando su constitucionalidad; en ese sentido, si bien ya ingresaron las primeras demandas, aún no existe jurisprudencia. En todo caso, los procedimientos son lentos, costosos y están plagados de zonas grises.
Mientras tanto, el tiempo corre. Y las historias como la de Matías, Agustín o Aaron se multiplican. Personas que dejaron todo para abrazar una identidad que ahora se les niega. “Al venir nos jugamos la vida que teníamos”, admite Matías: “ahora no tenemos ésa; tampoco la que vinimos a buscar. Nos quedamos sin ninguna”.
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