Lucha frontal contra el persistente flagelo de la prostitución

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No pueden menos que preocupar hondamente los resultados de cuatro allanamientos policiales realizados en nuestra ciudad en las últimas horas, en los que fueron rescatadas seis mujeres de entre 24 y 45 años de edad que eran víctimas de una red de trata. En tales operativos tres personas sospechosas quedaron detenidas por su presunta participación en la red de explotación sexual que funcionaba en La Plata.

Las evidencias reunidas tanto en éste como en otros episodios vienen a corroborar que, lamentablemente, se está frente a la persistencia de mafias que promueven un delito que es aberrante y, dadas sus peores características relacionadas a la prostitución de personas, impropias de una época que se muestra celosa en la defensa de derechos humanos esenciales.

Tal como se detalló en este diario, la investigación comenzó al pasado 19 de mayo, a partir de la denuncia de una joven que contó cómo fue captada. La víctima reveló que, antes de comenzar, le exigieron $30.000 para poder trabajar, además de $3.000 para crear un perfil en una página de escorts, otros $30.000 por jornada laboral y $2.500 para cubrir gastos básicos.

Con la información, la Justicia ordenó cuatro allanamientos simultáneos: uno en el prostíbulo y los restantes en viviendas, en donde se constató la veracidad de los dichos de la víctima. En el prostíbulo fueron halladas seis mujeres que residían en Berazategui, Avellaneda, La Plata y Berisso.

En un contexto social pauperizado, condicionado por carencias de toda índole, siguen proliferando numerosos prostíbulos que, por su carácter de “legalmente clandestinos”, no se encuentran sujetos a un mínimo control ni siquiera en relación a la posible presencia de menores. Algunos de ellos instalados en lugares céntricos, ejerciéndose en ellos una actividad tan ilegítima como denigrante para las mujeres víctimas de esa situación.

Es bien sabido que las mujeres son las que más sufren este problema, pues en muchos casos se les promete un trabajo lícito y luego son obligadas a ejercer la prostitución. Se trata de una regresiva forma de esclavitud, que debe ser combatida de plano. En el caso de los menores de edad, se entiende que se comete el delito aun cuando existiera el consentimiento de la víctima. En los últimos años esta modalidad se ha visto notablemente agravada, a raíz del auge del denominado turismo sexual que tiene a los menores como objetos de este ignominioso tráfico.

Combatir a este flagelo exige los máximos esfuerzos. Pero acaso el principal de ellos pase por la toma de conciencia interior, en cada una de las personas, y a partir de allí enhebrar desde el Estado políticas que no sólo repriman el delito, sino que asistan a las víctimas para devolverles dignidad y condiciones de libertad que les permitan elegir una mejor calidad para sus vidas.

 

 

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