El costo de la invasión: Putin, entre el orgullo personal y las derrotas estratégicas
Edición Impresa | 23 de Agosto de 2025 | 01:02

El orgullo personal de Vladimir Putin juega un papel más que importante en la persistencia de su actitud de negar la existencia del estado ucraniano, como única justificación para ocupar todo su territorio.
Envuelto en una guerra contra las débiles fuerzas, en un principio, de Kiev el Kremlin sufrió una vergonzosa derrota en Siria porque no pudo sostener al régimen de Assad, del que era un respaldo clave con el compromiso de que Rusia tendría un puerto en Siria. Peor aún retiró los 1.900 soldados, vehículos blindados y otros equipos militares de Nagorno-Karabaj, donde pretendía arbitrar la paz entre Armenia y Azerbaiyan, con lo que perdió toda influencia en la región. Antes los países escandinavos abandonaron su posición de neutralidad y se unieron a los acuerdos de la Nato, irónicamente, una de las excusas para invadir a Ucrania fue que ese país estaría también por refrendar el pacto de la Nato.
Todas esas derrotas fueron provocadas por la sangría que ha significado para Moscú la invasión de Ucrania, donde encontró una resistencia inesperada. La decadencia industrial y la corrupción de las Fuerzas Armadas rusas le hicieron necesario requerir el auxilio de Corea Del Norte que le envió contingentes de soldados e Irán contribuyó con un gran número de drones. Todo eso es celosamente ocultado a la población rusa que sólo recibe partes de victorias en territorio ucraniano.
La reacción europea
Tampoco debió entrar en los cálculos iniciales del Kremlin la reacción de los países europeos de rechazo a la invasión hasta el punto de que en reiteradas ocasiones Putin ha blandido la amenaza de que podría usar bombas atómicas tácticas, como se define a las de menor potencia.
La amenaza no surtió el efecto esperado hasta ahora, pero fue creando en Europa occidental el convencimiento de que no podía repetirse el error de Neville Chamberlain cuando en 1938 anunció que había logrado la paz por la firma de un acuerdo con Adolf Hitler, para lo cual Londres renunció a plantear la liberación de la parte de Checoslovaquia ocupada por los alemanes. Los nazis, que de esa manera comprobaron la debilidad de las democracias poco después invadían y ocupaban casi toda Europa. La política del apaciguamiento frente a la agresividad militar alemana no dio ningún resultado y esa es la experiencia que los gobiernos de Europa occidental no quieren repetir frente al agresivo expansionismo ruso.
Con esa idea, en una actitud sin antecedentes, acompañaron al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski a una entrevista con Donald Trump después de que éste semanas antes pretendiera imponerle con muy malos modales, alejados de toda práctica diplomática, que negociara con Vladimir Putin a partir de aceptar la pérdida de territorios.
Fueron nada menos que el primer ministro de Inglaterra, el presidente de Francia, el canciller alemán, la primera ministra italiana, el presidente de Finlandia y la presidenta de la comisión europea. El norteamericano mantuvo una entrevista a solas con el presidente de Ucrania, luego recibió a los demás mandatarios y aún frente a todos ellos Trump estuvo esquivo, apartándose de todas las doctrinas y pactos firmados por Estados Unidos en relación a la defensa de los países europeos frente al expansionismo ruso.
Como antes, Putin sigue afirmando que Ucrania no existe. Y tal vez sea el primer paso para recuperar los territorios perdidos cuando colapsó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es decir volver a gobernar Polonia, Yugoslavia, Hungría, etc.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE