Raúl Rizzo: “El teatro pone una lupa sobre la conducta humana”

El actor trae mañana a la Ciudad “La vergüenza”, una obra que explora los prejuicios en torno a la homosexualidad

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Una familia judía esconde un secreto en la Argentina de 1960: creen que su hijo es judío. Ante el terror y la vergüenza, consideran enviarlo a una clínica que promete “curar” la homosexualidad. Pero la atiende un criminal de guerra nazi, exiliado en Argentina, que experimentó con prisioneros en Buchenwald.

Esa es la premisa de “La vergüenza”, obra que se verá mañana en la Ciudad (a las 20 en El Escape, 44 entre 23 y 24), de la autora y dramaturga Patricia Suárez (“Las polacas”) que aunque transcurre hace 7 décadas explora problemas que resuenan hoy: el prejuicio, la discriminación y la violencia institucional.

Suárez se inspiró en la historia real del médico nazi Carl Vaernet, que huyó a la Argentina tras la guerra, para escribir la obra que llega a la Ciudad con dirección de Claudio Aprile, y protagonizada por Raúl Rizzo, Silvina Katz, Fabián Arenillas y Felipe Villamil.

“Una obra que interpela a todo el mundo”, dice Rizzo, en diálogo con EL DIA. “Es una obra intensa, que provoca polémica. Y son temas actuales: a pesar de que hemos avanzado en ese aspecto y que hay leyes que protegen a las minorías, el matrimonio igualitario, las leyes de violencia de género, hay un hecho cultural que está insertado y atraviesa la sociedad, el prejuicio con la cuestión homosexual”.

Rizzo cuenta que al leer la obra ya le interesó, justamente, por la complejidad de la problemática y la dureza con que la obra trata los temas abordados. “Teatralmente hablando tiene un tratamiento intenso, duro tal vez por algunos momentos, pero muy teatral, esencialmente teatral, que es lo que a mí me importa cuando quiero hacer un material: que yo le encuentre un sentido teatral potente”.

La obra, reflexiona el emblemático villano de la tevé, se está poniendo en escena también en un momento especial, donde algunos de los mencionados derechos corren peligro de retroceder. “Desde el poder, en el país baja un mensaje muy perverso en ese sentido. Cuando se habla de homosexualidad se habla de pedofilia, se habla de que un matrimonio homosexual, si tiene un chico, lo más probable es que ejerza la pedofilia… Cantidad de cosas tremendas que vienen desde la estructura más alta del gobierno. Así que es un tema que sigue atravesándonos”.

SIN PELOS EN LA LENGUA

Rizzo vuelve a hablar de política, siempre sin pelos en la lengua. Y dice que alguna vez, piensa, le ha costado trabajos: “Estamos en un país donde esto que se llama la grieta se ahonda cada vez más, y evidentemente se toman represalias en ese sentido, ¿no? Cuando no gusta lo que uno piensa y expone puede ser riesgoso, y seguro que he tenido situaciones donde no he sido convocado porque ese sector no estaba de acuerdo con lo que yo pensaba”, afirma.

Pero no se arrepiente de levantar la voz, “para nada, no, no”, dice. “Yo tengo una frase, siempre la digo: es una de las frases de Carlos Somigliana, dramaturgo, que decía que amaba dolorosamente a este país, y yo lo amo dolorosamente, lo vengo amando dolorosamente durante toda mi vida. Pero es mi lugar en el mundo, es mi país: lo amo y me gustaría que fuese mejor.

¿Qué qué puede hacer el teatro para que vivamos en un mejor país? “La función del teatro”, responde Rizzo, “es poner una lupa sobre la conducta humana y la conflictividad humana. No da soluciones, simplemente muestra con poética: a los espectadores que tengan la oportunidad de vincularse al hecho teatral les genera cosas, algo se moviliza en las personas. Por eso hablaba del debate que puede generar ‘La vergüenza’, la polémica: algo sucede, no queda quieto, no está congelado y anquilosado. Eso es lo que es el teatro. Un buen texto muestra el devenir humano”.

 

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